LOS CUATRO AMIGOS Y LA OUIJA (TERCERA PARTE)

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Cuando se quedaron solos en la estancia, entre brumas de humo de tabaco y olor a alcohol, los cuatro amigos se quedaron en silencio y todavía aturdidos.

-Ahora entiendo el significado de “pagafantas” – dijo Damián.

-Es que somos unos pringados – apostilló Santi.

-Desde luego no es una historia para contar, por lo menos hasta que pasen treinta años – apostilló Dani - ¡Qué manera de hacer el gilipollas!

Miraron a su alrededor: la mesa estaba repleta de vasos vacíos, restos de hielo y un mejunje mezcla de coca-cola, whisky, patatas chip y cenizas de cigarrillo. El suelo estaba pegajoso debido al derramamiento del contenido de los vasos en el fragor del baile y los palmeos.

-En fin – suspiró Paco – a limpiar, no vaya a ser que aparezca mi madre.

 

Una hora más tarde, todo estaba limpio y recogido. Tal y como se lo habían encontrado antes de la fiesta. Excepto las bombillas de las lámparas que irremediablemente tenían pegados trozos de celofán de colores. Tendrían que comprar otras para substituirlas.

También colocaron el mobiliario en su posición original, dejaron la ventana abierta para airear la estancia y echaron ambientador.

-Bueno, ¿nos vamos? – preguntó Paco desanimado.

-Es una putada – respondió Santi- por una vez que tenemos un sitio para nosotros solos lo podríamos aprovechar para algo. No sé… ¿no tendrás cartas o algo para jugar?

-Sí, claro. Mi abuela montaba partidas ilegales de póker. Serás imbécil.

Todos se quedaron en silencio. Realmente no tenían ganas de irse, todavía era temprano, las seis y media de la tarde. 

-Podríamos jugar a lo del vaso – Dijo Damián.

-Nada de mariconadas – Rió Santi- Todavía no estoy tan desesperado.

-No es eso – se defendió Damián – Se trata de hacer lo de la tabla “ouija” pero con un vaso. Ponemos todas las letras del abecedario recortadas, números del 0 al 9 y un SI y un NO formando un círculo en la mesa. El vaso está en medio y invocamos a un espíritu. Le hacemos preguntas y él las contesta. He leído sobre eso y te pueden adivinar el futuro.

-Pues si lo hubiésemos hecho antes nos hubiésemos ahorrado el ridículo – Dijo Santi.

Finalmente decidieron jugar a lo que había propuesto Damián para aprovechar lo que les quedaba de tarde. Podía ser divertido.

Una vez que lo tuvieron todo preparado encima de la mesa, las letras y números recortados haciendo un círculo, el vaso puesto boca abajo en el centro y todos sentados alrededor de la mesa, Damián les dio las instrucciones para empezar, haciendo constar que él no lo había hecho ninguna vez pero su hermana sí y le había explicado como hacerlo.

-Primero tenemos que tocar con el dedo índice de la mano derecha en el borde del baso, pero sin apoyarlo. Después haré preguntas y supuestamente el vaso se irá moviendo por las letras y números para dar la respuesta.

-¿Y quién lo mueve? – se interesó Dani- ¿tú?.

-El espíritu que se introduzca en él, nosotros simplemente lo acompañamos con el dedo.

-Si el espíritu se tiene que meter en el vaso, ¿no seria mejor ponerlo boca arriba? – Interrogó Santi con una sonrisa – Es más: tendríamos que haber dejado uno de los vasos de whisky sin limpiar para que se moviera más rápido y tal vez haciendo eses.

-Venga, va – se molestó Damián – que esto es muy serio. Empezamos, poned el dedo índice sobre el borde del baso. 

-Espera, nos falta algo importante – Dijo Santi, marchando en dirección a la cocina con una botella de coca-cola, cuatro vasos y una bolsa de patatas- No vamos a desaprovechar lo que ha sobrado de la fiesta.

-Macho, siempre pensando en la comida. Venga empezamos.

Todos pusieron el dedo índice sobre el vaso y esperaron las instrucciones de Damián.

-Ahora relajaos i liberad la mente de pensamientos –tras un minuto de silencio, Damián prosiguió- ¿Hay alguien ahí…?

El silencio solamente era roto por el ruido que hacían Santi, Dani y Paco al masticar las patatas fritas que se iban echando a la boca con la mano libre.

-¡Ostias tú!, a ver si os tomáis esto un poco en serio.

De repente el vaso se deslizó lentamente sobre la madera de la mesa y se detuvo en el “SI”. Fue un movimiento suave que pareció sorprenderlos a todos, que dejaron de comer.

-¿Quién ha movido el vaso? – preguntó Dani.

Se miraron unos a otros y finalmente enfocaron la atención en Damián, el principal sospechoso.

-Os juro que yo no he sido.

Sin levantar los dedos del vaso, todos miraron que ninguno de ellos lo tuviese suficientemente apoyado como para poder empujarlo.

-¿Eres un espíritu?

El vaso se deslizó realizando un pequeño círculo y se dirigió lentamente al “SI”.

-¿Eres un espíritu bueno?.

“SI”

-¿Cómo te llamas?.

El vaso se movió hacia la “P”, después hizo un movimiento circular como si buscara la siguiente letra y se fue a la “E”, después a la “D”.

-Pedro ¿te llamas Pedro?

El vaso pareció hacer un penoso y lento recorrido hasta el “SI”.

Todos se quedaron mirando nuevamente a Damián, pero este se encogió de hombros y volvió a decir:

-Yo no muevo el vaso.

-¿De dónde eres, Pedro?

El vaso no se movió.

-De dónde va a ser –Dijo Santi- Si es un espíritu y es bueno, pues será del cielo, digo yo.

Todos excepto Damián rieron la ocurrencia.

-¿Qué edad tenias cuando moriste, Pedro? –Preguntó Damián sin hacer caso de las mofas.

El vaso se fue al “1” y al “9”. Después se deslizó lentamente hacia varias letras: A-C-C-I-D…

-Accidente – Intervino Santi.

El vaso se deslizó hasta el “SI”.

-Pedro, chato, tendrías que deletrear un poco más rápido. A éste paso se nos dan las uvas.

Nuevas risas.

-Pedro, ¿dónde vivías? – preguntó Damián.

El vaso no se movió durante un instante. Luego se deslizó lentamente hacia varias letras:

T-R-R-A-G-N-A

Miraron a Damián como preguntándole qué quería decir. Estaba claro que era él quién estaba moviendo el vaso. Pero aquello era divertido y decidieron seguirle la corriente.

-¿Qué quieres decir, Pedro? – Preguntó Dani mirando a Damián – Para mí que te has comido la mitad de las letras. ¿Te refieres a Tarragona?

El vaso se fue al SI, pero esta vez Dani, Paco y Santi habían levantado los respectivos dedos y quedó patente que Damián lo estaba empujando “él solito”.

-Macho ¡Cómo te pasas! – Le dijo Paco.

Damián se puso colorado al verse descubierto, pero finalmente volvió a colocar el vaso en el centro de la mesa.

-Vale, vale, me habéis pillado. Vamos a intentarlo de nuevo y os prometo que ésta vez me portaré bien.


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