Quiero ser tu héroe.

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¡Por Dios! ¿Cuánto más seré un cobarde? No tengo más que mover un dedo para desvanecer, pero esa parte de aun mí se niega hacerlo, esa parte patética y llorona. Solo es jalar una pequeñita palanca que accionará un martillo chocando con una minúscula capsula llena de pólvora, disminuyendo mi mundo a una mancha roja en la pared. Alguien tendría que borrarla, y no sería yo, yo estaré flotando en las nubes de algodón del cielo, o las nubes de azufre del más profundo tormento, pero me rehusó a ir a cualquier destino, ya que en ninguno estás .

, inconscientemente, hiciste que mi mente e imaginación volasen a todos los rincones de la felicidad, creando recuerdos inexistentes. Mi corazón llora por creer que aún se pueden realizar. Pero no será así, no porque el destino no haya querido, sino porque yo no era para ti, y tú no eras para mí. Mi corazón llora, porque tiene esperanza, esperanza de cambiar eso con una mirada furtiva o una caricia de mis labios.

Jalar el gatillo eliminaría la esperanza; algo hermoso sin duda. Dejar de despertar en las mañanas con la ilusión de verte y acostarse con el metálico sabor de no sentir tu mirada sobre mí.

El frío platinado del revólver contra mi cien se ha desvanecido, ahora es tibio, como tus labios aquella primera y única vez que nos besamos, cuando creía que por fin entrarías en mi vida para quedarte. Quizás es egoísta pensar de esta manera, pero yo te daba todo lo que podía ofrecer; al final de cuentas, yo era un insecto, y tú un jardín.

Siempre creí que moriría de una manera heroica, esa era mi ilusión de pequeño, morir dando mi vida por algo o alguien que significara un bien mayor. El suicidio, no tiene nada de heroico, simplemente es un suceso trágico, casi como el amor mismo, solo que a la inversa: provoca dolor en lugar de felicidad.

Lentamente retiro el arma de mi cabeza, me ha dejado una marca. No quiero ser un suceso triste; quiero ser un héroe, héroe. Moriré cuando mi corazón no lo pueda soportar más, cuando se vacié el amor que todavía siento por ti.

Cuando te dejé de amar, dejará de palpitar y, en ese momento, seré libre, volaré como los pájaros en nubes de algodón o azufre, pero libre.


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