Entera y menguante.

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Yo siempre me he considerado una persona racional, lógica y pragmática. Una noche a las tantas de la madrugada me desperté sobresaltado, sudado, empalmado y con el pulso acelerado. Abrí la persiana y salí al balcón. Dos lunas, habían dos lunas. Entera y menguante, meridional y septentrional. Me froté los ojos y me pellizqué los brazos. Sentía frío y estaba despierto, seguro. Quise despertar a alguien, imposible. Estaba solo. Más solo que la luna. Cerré la persiana y volví a dormir. Tuve pesadillas.
Al día siguiente fui a visitar a José, me llamó alterado, no había pegado ojo. "¿Es posible que anoche salieran dos lunas?" me preguntó. Le miré fijamente a los ojos, le agarré la nuca e hice chocar nuestras frentes. "De lo que veas cree la mitad" sentencié. Nunca volvimos a hablar del tema.


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