Garrapatas En La Acera 1: La Noche De Las Bestias (2ª Parte)

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GARRAPATAS EN LA ACERA 1: La Noche De Las Bestias

2ª Parte: la marca de la bestia

(leer antes la 1ª parte) 

 Comenzó a dar las órdenes.

-Lando, vigila por si viene alguien. Manu, ayúdame a buscar el paquete, luego nos encargamos de este.

El paquete no tardaron en encontrarlo, estaba dentro de una bolsa de viaje junto al sofá. El Maqui se acercó a su rehén. Manuel ojeaba un equipo estéreo junto con un montón de discos grabados mientras que Orlando seguía vigilando por el balcón.

- Manu, pásame la vara.

 Le lanzó al Maqui el bastón que habían traído.

-¿Maqui tío, ponemos algo de música?

-Coño ¿Por qué no? Así se alegra la fiesta ¡pero no la pongas muy alto, no se despierten los vecinos!

Metió un CD en el que ponía EXTREMODURO y le dio al play.

-¿Que cojones es eso?

-Déjalo, me gusta.

Abre… ABRE, 

la puerta, 

que soy el Diablo 

que vengo con perras…

Abre, chiquilla, 

las piernas, que vengo 

a clavarte semillas.

Comenzó a golpear. Primero en el torso, luego en las piernas, en los brazos… Pero no en la cabeza, ni tampoco romperle la caja torácica, no fuera a ser que se lo cargara antes de tiempo. “tu dale, pero mantén el control…”, “que curioso…” pensó, “algo parecido les decían a los yonquis”.

Como me vuelvas a tocar… 

alégrame el día, 

voy a merendar. 

Como me vuelvas a decir… 

que me quieres cari, 

yo también a ti.   

Juan, no quiso pensar en el dolor, total no era su primera paliza, “mejor centrarse en otra cosa…”. Desde donde estaba podía mirar arriba y ver a Teresa por debajo de la falda. Ya había estado en el club con ella y con otra chica más, “aquello sí que fue un cumpleaños feliz”. Comenzó a recordar… Y cuando el maqui se dio cuenta de lo que pasaba golpeó aún más fuerte.

El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja, como los demás… 

El patio de mi casa está lleno de tíos, unos son malincuentes, otros asesinos… 

Ya llevaba un buen rato, los otros se miraron. Maqui pegaba con más furia, “mierda, debería tener más cuidado”, aquello no pintaba bien.

El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás… 

El patio de mi casa está lleno de tíos, unos son malincuentes, otros asesinos… 

Suficiente. Había que pararlo. Manu se interpuso entre los dos hombres.

-¡Para Maqui joder lo matas!

… No sé qué me pasa que tengo todos los aires metidos en el cuerpo… 

el cuerpo…… 

el cuerpo....... 

el cuerpo……….. 

Lando paró el equipo. Durante un rato los cuatro se quedaron de pie, escuchando el silencio. A maqui le costó recuperar la respiración y el ritmo cardíaco. Cuando lo hizo, miró abajo y soltó el bastón. Las manos se le habían manchado de sangre.

-¡Mierda mierda mierda, que no lo hayamos matado!- Manu se llevó las manos a la cabeza.

Teresa miraba la escena. Notó frío. La piel se le puso lívida, se le secó la boca y estaba empezando a sudar. Un muerto… no, aquello ya era demasiado ¿Qué iban a hacer? Temió por su vida. Lando prefirió no mirar y dirigir la vista al suelo, ahora sí que se estaba poniendo malo, el estómago comenzaba a fallarle y podía potar en cualquier momento, “teníamos que haberlo parado antes”. 

Si la culpa había sido del maqui por exaltarse, entonces debía cargar él con toda la culpa delante del jefe, los demás dirían que intentaron detenerlo y que cuando lo consiguieron ya era tarde. Y con suerte, se librarían.

-No joder,- dijo el maqui secándose el sudor de la frente-¿Cómo va a estar muerto? Mirad… aún respira.

Se agachó y le quitó la cinta aislante de la boca. De ella salió un reguero de sangre que se escurrió por la moqueta…

-¡Que cojones os pasa no os quedéis ahí parados! Tenemos que seguir con el plan… lo metemos en el maletero y nos lo llevamos a la quinta del jefe. Luego él dirá lo que hacemos.

Manu no estaba seguro de que el plan inicial fuera el acertado.

-Maqui… ma…- balbuceaba- no sé si eso es lo más…

-¡Cállate! Le llevaremos el paquete y el… y el cuerpo, luego ya se verá… Venga Manu, cógele por las piernas, yo le cogeré por los brazos. Ve abriendo la puerta Lando… ¡Venga!

Tardaron en reaccionar, era obvio que el maqui no estaba en sus cabales y tenían miedo, pero bien pensado tampoco sabían qué hacer. Optaron por obedecerle.

Una vez lo levantaron oyeron un crujir de vértebras y el cuerpo se dobló por la columna de una forma grotesca. Lo bajaron como pudieron. De su ropa goteaba sangre que dejaba un rastro por la escalera desde el portal hasta el portón de entrada, y luego por la acera hasta el maletero del coche.

Volvieron por el mismo camino que llegaron, sólo que esta vez nadie abrió la boca durante el trayecto. El maqui forzaba la vista en la carretera y apretaba el volante con firmeza. Teresa miraba por la ventanilla aunque no hubiese nada que centrase su atención fuera, no quería ver a los que estaban dentro. Por su cabeza rondaban pensamientos histéricos y ya comenzaba a dolerle. Lando llevaba la caja con “Dios sabrá que hay dentro” encima de las rodillas y Manu fumaba con la ventanilla apenas bajada mientras repasaba lo que había sucedido en el apartamento, “¿por qué no se nos ocurrió detenerlo antes?”. 

El esqueleto del retrovisor observaba el cuadro con sus traviesos ojos de rubí.

Continuará


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