No soy tan fuerte como pensaba

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Hoy no fue un día como cualquier otro, me dirigía al centro de la ciudad para encontrarme con mis amigas y tomar un café, el bus estaba repleto, no cabía un alfiler.

Al llegar a la terminal, me asomé por la ventanilla y te vi, caminabas lentamente y cabizbajo a la salida, ¿serías feliz?, ¿tendrías alguna preocupación?, ¿estabas pensando en alguien? tu semblante no permitía adivinar emoción alguna.

Mi corazón se sobresaltó, quería salirse de mi pecho y yo intentaba abrirme paso entre la gente, ¡Dios, cómo desee poder volar!, todo fue en vano, cuando por fin bajé del bus, tu silueta se había desvanecido y no tenía la menor idea de a dónde habrías ido.

Después de un hondo suspiro de abnegación, mis latidos se normalizaron y emprendí el camino a la cafetería de siempre, levantando la cabeza y mirando a todos lados, analizando cada cara que veía, esperando que fuera la tuya.

Al llegar, ya estaban mis amigas esperándome y hasta habían ordenado mi capuccino de siempre; nos saludamos, un beso en cada mejilla y, luego, la charla trivial de todas las reuniones: Que si la vecina de una sale en camisón a la calle o que el suegro de otra tiene un amorío con su secretaria y cosas así.

Yo no podía prestar atención, un torrente de dudas me asaltaba frenéticamente, ¿realmente eras tú?, ¿cuándo volviste a la ciudad?, ¿porqué no me habías llamado aún?

Parece que fue ayer cuando tú, mi mejor amigo, me enseñaste a ser fuerte, a no permitir que otros me lastimen, a tener valor ante cualquier adversidad y, de pronto, hace tres años, te fuiste de la ciudad y no he sabido de ti desde entonces.

Las chicas bromeaban y reían alegremente; algo mencionaron de las nubes, pero no entendí, he de suponer que hacían referencia a que yo estaba ahí, pero mi mente vagaba en los cielos; no le di mayor importancia.

Desde que te fuiste, he sido fuerte, muchos dicen que soy fría y calculadora, una mujer con corazón de metal; amantes han aparecido y desaparecido en estos tres años, aunque conservo bellos recuerdos de algunos, ninguno ha sido significativo y, lo más importante, ninguno ha vencido la fortaleza de mi amor. Sí, soy una mujer de hierro.

Se acabó la conversación y consumimos lo que quedaba de nuestros cafés; la mesera trajo la cuenta, entre las cuatro pagamos el consumo y dejamos un pequeño extra como propina. Nuevamente los besos al aire, simulados en cada mejilla, nos despedimos y cada una eligió su rumbo.

El camino de regreso a casa nunca fue tan penosamente lento, me dolía hasta el alma pensar en estos tres años con el amargo sabor de tu ausencia, que se tornaba agrio porque nunca llamaste o escribiste y muy ácido porque ya estás de vuelta y no me has buscado.

Desciendo del bus y cuento los pasos que me separan de mi casa; me doy cuenta que no soy tan fuerte como he aparentado todo este tiempo, no soy una mujer de metal, mi corazón no es de hierro, sino de hielo y está a punto de romperse en mil pedazos.

Busco en mi bolso las llaves de mi casa, qué difícil es encontrarlas, estoy llorando y todo mi cuerpo tiembla; siento cómo las lágrimas brotan y recorren la piel de mi rostro, resbalando hasta la barbilla y saltando en caída libre hasta estrellarse contra el suelo y hacen crecer este inmenso vacío que me rodea.

¡Por fin doy con las malditas llaves!, levanto la mirada y... mi corazón retumba con potentes y estridentes latidos... ahí estás tú, recargado en la puerta... esperándome con los brazos abiertos y una sonrisa que invita a dejarse aprisionar en ellos.

Sin pensarlo dos veces, acepto la invitación de tus brazos y me dejo envolver suavemente en ellos y me pierdo en un imenso mar de sensaciones y bellos recuerdos que estoy volviendo a vivir.

Siempre fuimos solo amigos, porque ambos teníamos pareja porque, para ser sinceros, yo siempre he estado enamorada de ti.

Nos besamos en los labios sin deshacer el cálido abrazo, ahora sé que nunca pude tener un corazón de hierro, que solo lo cubrí con hielo y este, en lugar de romperse, se está derritiendo y recuperando el calor y el amor que perdió cuando te marchaste.

¡Esta vez no pienso dejarte ir!

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Dedicado con cariño a IreneMF, gracias por este reto tan difícl.


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