ASESINATOS EN EL BOSQUE (2)

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Diego se fue por la derecha rodeando las montañas, Hernán se fue por el centro del bosque, Felipe se quedo observando los caminos que iniciaban sus compañeros y Nicolás descendió por la izquierda con el mismo objetivo de Diego.

Diego maldecía y refunfuñaba la maldita hora en la que decidió adentrarse en el bosque, entre patadas a las piedras y puños al viento caminaba observando el modesto círculo que le obsequiaba  la linterna sobre su casco. De repente sintió que se quebró una rama en el piso y asustado pregunto -¿quien anda ahí?- a los que el silencio respondió con un aire que se estrello en su cara, haciéndolo cerrar sus ojos. Sintió una mano que se poso sobre su hombro y aterrorizado emprendió una carrera gritando y tropezándose torpemente con las raíces y piedras que se asomaban asustadas a ver quien gritaba y corría sobre ellos.


Sentía unos pasos a sus espaldas que retumbaban y se adherían al miedo desagradable que daba como resultado un sabor a cobre en su boca, de un momento a otro tropezó con una raíz curiosa, la cual lo lanzo bruscamente contra un tronco, su cabeza choco tan fuerte con la madera que un chasquido lanzo un chorro de sangre sobre la tierra. Aturdido miraba por el interior de la luz intermitente que generaba la lámpara, pero solo podía divisar una sombra que lo miraba tranquilo y que tenía algo largo en su brazo.  La sombra levanto el objeto como quien alza un trofeo y diego desenvaino su arma con gran agilidad, disparando hacia la sombra, el disparo atravesó la sombra y la sombra atravesó el objeto sobre el rostro de diego…


Un alarido desgarrador advirtió a Hernán a unos 200 metros de distancia donde probablemente yacía sin vida el cuerpo desmembrado de Diego.

Sacó el arma de su correa y se lanzo corriendo por entre los árboles en busca del dueño de esas vociferaciones. Al tiempo que corría unos pasos se repetían a sus espaldas, cuando paraba y giraba esos pasos se escondían en el ramaje de algunas ramas o pinos, siguió su andar, el cual era acompañado de un jadeo intermitente y la luz de la linterna que se movía también asustada arriba de su cabeza.  

Cuando llego al punto donde probablemente nacían aquellos gritos. Se encontró con la más horrible imagen que su cabeza llena de recuerdos sobre muertos en batalla y amigos desangrados en el campo no daban cabida para esto que veía, el cuerpo de Diego o los restos que quedaban de él, permanecían crucificados en un árbol, goteando agua y sangre y alumbrados por el casco que yacía puesto en los pies del árbol, con el fin de que quien lo hubiese o quienes lo hubiesen colgado, quisieran que el que lo encontrara se perturbara de por vida con aquella imagen escandalosa.

Algo se movió por entre las ramas y Hernán aterrorizado cargó su arma y empezó a disparar sin destino, dando ráfagas de plomo sin dirección. Un cuerpo callo agonizante sobre el fango y quejándose gritaba auxilio, al acercarse se dio cuenta que era el hijo de doña flor, el cual lleno de sangre se reía de una forma maniaca. Hernán sin mediar palabra ni pensamiento estaba seguro de que aquel agonizante, era el que le había dado tan sádica muerte a su compañero, apuntó su arma contra la cabeza del joven y activó el mecanismo produciendo…

Un ruido alertó a Nicolás que se encontraba al interior de las piernas de doña Flor, esté se paro semidesnudo y corrió a la ventana intentando ver el sonido del arma convertido en alguna explicación creíble, para lo que lo había sacado de su lujurioso estado. Un sonido fuerte en la puerta de entrada los vistió en un segundo; Nicolás tomó su arma y bajo lentamente por las escaleras de madera, vencidas por la humedad, todo estaba oscuro y se le había olvidado su equipo de búsqueda, todo lo que podía sentir eran unos pasos lentos que rodeaban el interior de la casa.


Doña Flor se había quedado oculta debajo de las cobijas, en cuanto sonó el golpeteo en la puerta de entrada, Nicolás detrás de la viga que separaba el corredor de la entrada con la sala, esperaba un sonido cercano para poder disparar su arma, mientras observa unos charcos de sangre en el suelo que resaltaban sobre las baldosas blancas de la casa.


Una sombra apareció en frente de Hernán, el cual estaba inspeccionando la casa en busca de un sonido que se reproducía en la habitación de la dueña de casa. Al ver la silueta detrás de una viga disparó…


Una sombra apareció en frente de Nicolás, el cual estaba a la espera del misterioso visitante lleno de sangre en sus pies, cuando la sombra se sobrepuso en frente de sus ojos, disparo en repetidas ocasiones…


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