Mi jardinero

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1- Desbrozando el corazón…

 

Empecé a andar por el humilde camino de piedrecillas doradas. Camino construido hace 17 años, pero que pocas veces has andado, pues tiempo hace que no pasas por aquí. Aun así se conservaba intacto, limpio y recto.

 

Llegue al primer jardín, el jardín del pasado. Entre y vi rencor, dudas, recuerdos, malos y buenos, todo mezclado. Vi miedo, sensato y estúpido, e ignorancia, mucha ignorancia. Pero también vi ideas propias, opiniones y creencias.

 

Comencé mi labor. La ignorancia era lo más duro. Así que cogí el árbol de la sabiduría y lo plante encima. Y junto a él, al miedo. Al igual que a las ideas propias, opiniones y creencias a las que les quite las guías para que crecieran hacia ella. Desbroce el rencor hasta ver perdón. Las dudas las puse con la experiencia para que se apoyaran en ella. Y de igual manera coloque los recuerdos, tanto malos como buenos. Al llegar al árbol del amor vi a tus familiares y amigos, a tus amores y conocidos, y a una hermosa niñita representando todo lo demás, todo aquello que conoces o no, pero que igualmente amas. Los salude, y después me fui. Pero antes de salir plante unas semillitas de entendimiento y de paz rodeándolo todo. Acuérdate de regarlas.

2-Gritos de conciencia…

 

Seguí caminando por el humilde camino de piedrecillas doradas. El camino ya estaba un poco mas descuidado, sucio y turbulento.

 

Llegue al segundo jardín, el jardín del presente. Entre y vi de nuevo miedo y dudas. Vi egoísmo y odio, mucho odio. Vi asco, pasiones y placer. Vi sueños, ambiciones y deseos. Vi también algunos sentimientos irracionales. Y al lado de las creencias y opiniones, además, crecían unos pequeños brotes de convicciones y valores.

 

Reanude mi labor. Corte las raíces del odio y la rabia, al igual que del egoísmo. El asco lo puse al lado del amor para que se convirtiera en pena. Y tras el plante algo de ternura, compasión y caridad. Las pasiones y el placer las puse bajo la sombra de la felicidad para que esta las haga de guía. A los sueños, ambiciones y deseos los traslade junto a la sabiduría, y tras ellos deje unas semillitas de esperanza. Los sentimientos irracionales los aleje un poco más de la razón, los pode, los regué, y los puse junto al árbol del valor para que, únicamente en el, se apoyen. Por último, cogí esos pequeños brotes de convicciones y valores, y los lleve a una praderita soleada, para que crecieran libres y fuertes. Al final, volví al árbol del amor y salude a tus familiares, a tus amigos, a tus amores y a tus conocidos; y después me fui. Antes de salir del jardín escuche unos llantos. Los seguí y encontré un pozo, un pozo vacio. Me asome y vi a la hermosa niñita del árbol del amor. Ella lloraba y lloraba, y gritaba queriendo salir, pero no podía.

Le pregunte: -¿Qué es lo que te ocurre?

Ella continuo llorando.

Insistí: -¿Por qué lloras?

Ella paro y me miro: -Te diré por que lloro. Lloro porque quiero estar bajo el árbol del amor y sin embargo estoy en un pozo vacio, sin nadie que me quiera, que me cuide y sin poder salir. Lloro porque cuando intento salir me vuelvo a caer, y porque a veces creo que moriré atrapada en el fondo de este miserable pozo. Lloro porque nadie me quiere, y porque nadie hace nada por salvarme. Por eso lloro, lloro y grito con todas mis fuerzas pero nadie me escucha…

-Nada puedo hacer por ti. Yo solo soy un simple jardinero.

 

Así acabo la conversación. Y frente a ti estoy. Te lo he contado todo. Te he recordado regar las semillitas de esperanza, cuidar lo brotes de convicciones y valores, y cultivar los frutos de la ternura, la compasión y la caridad. Te he avisado de la hermosa niñita que tienes atrapada en el fondo de un pozo vacio. Te he dicho por que llora. Y te he dicho lo que quiere. Y ahora, te pregunto una vez mas:

-¿Me vas a escuchar?

3-Engrandeciendo el corazón…

 

Continúe paseando por el humilde camino de piedrecillas doradas. Ya estaba impracticable. Y de repente termino. Acabo el camino. Acabaron las piedras. No había más y no pude seguir.

 

A lo lejos, observaba difuminada una pradera sin fin, soleada y fértil, pero sin sembrar. Así, agarre las dos últimas semillas, y las lance con todas mis fuerzas. Eran la esperanza y el amor. Si brotan es porque en el mañana hay fresca lluvia, aire puro y radiante sol, sino al menos dentro de tu corazón.


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