El Amor se Acabo un Jueves

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El amor murió un jueves, ya cansado de luchar por su vida y viéndose derrotado por el mundo, cuando ya nada le quedaba por hacer, porque nada por ellos podría ni le dejarían hacer. Se tumbó en su lecho de nubes y allí desapareció, se esfumó como si nunca hubiera existido. Muchos ni lo notaron, la mayoría, para otros, aquello suponía el final de mucho, solo les quedaba la esperanza de que algún día renaciese y volviese a ser como antes, porque sin amor solo les quedaba vacío en su interior, un vacío que iba creciendo, extendiéndose por todo el cuerpo y alma y les dejaba sin nada, débiles, a merced de lo que los demás hicieran con ellos; no quedaba ni la sombra de lo que antes habían sido. Al final, algo que ellos creían prescindible, insignificante en sus vidas, descubrieron que era grande, necesario para seguir viviendo. Sus almas poco a poco iban confundiendo otros sentimientos, llenando el hueco que había dejado en ellas. La ira, el odio, la deshumanización que ya reinaba cuando el amor decidió que allí ya no tenía nada que hacer, se hicieron más grandes. Fue entonces cuando el mundo empezó a darse cuenta de que algo había cambiado, algo faltaba en las calles, en las gentes... pero no acertaban a decir el qué; lo habían tenido tan olvidado en algún rincón del alma o el corazón que no alcanzaban a ver que ya no estaba. Los que de alguna manera se habían dado cuenta de tan horrible ausencia morían de pena o desesperación por no poder concebir una vida sin amor. El mundo seguía girando y ya nadie se acordaba de lo que había sido el amor, y el odio y el rencor proseguían con su largo imperio. Después de su muerte fueron desapareciendo también el poco cariño que aún quedaba, la compasión, la ternura... y la Tierra se lleno de seres desalmados, sin interés por nada más que hacer daño al resto, y así, las guerras se sucedían incesantemente y el dolor atrapaba a todo el que naciera en aquel hostil lugar. Ya nada quedaba de lo que hacía poco había sido aquello. El amor observaba todo aquello desde su lecho de nubes y se lamentaba por aquellos seres muertos por dentro y que habían dejado morir todo resto de humanidad, pero no quería volver allí, no quería renacer para ellos, le habían olvidado y sabía que volverían a olvidarlo si regresaba una vez más. Aún así regresó, y nosotros volvimos a olvidarlo una vez más.


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