Me senté en la barra. Parte 2

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
13655 visitas

Marcar como relato favorito

Subimos a su auto. Era un auto verde botella muy nuevo. Manejó por las calles más transitadas hasta un hotel. Ya lo conocía. Sí que lo conocía.

- ¿Te parece bien acá?- Tuvo la delicadeza de preguntar antes de entrar. No sé cuál habrá sido la expresión de mi rostro, pero se dio cuenta de que la respuesta era no. Siguió de largo. Este tipo ya me empezaba a gustar un poco más.

Llegamos a un edificio y entró en el estacionamiento. Era el de su propio departamento. Subimos los seis pisos por el ascensor. Me tomó de la mano y miró todo el tiempo el indicador.

Cuando entramos encendió una lámpara. Estaba todo en penumbras. Me volvió a abrazar y a besar. En ese instante se me cruzó la imagen de aquella pareja en el boliche… Ella dejándose. Entonces respondí.

En pocos minutos ya nos habíamos despojado de la ropa  ahí, de pie junto a la lámpara. Sus manos acariciaban mis pechos excitados. Su boca buscaba mi cuello una vez más. Mis manos tocaban y  empujaban sus nalgas contra mi propia cadera  casi desnuda... Podía sentir su excitación... Eso me encantaba. Su boca comenzó a bajar a mis pechos. Los lamió, los besó, los succionó haciéndome casi gemir silenciosamente. Una de sus manos entonces estaba en mi cola. Acariciándola toda, delineando con los dedos mis glúteos, la separación entre las nalgas; tocando las partes más íntimas de mi anatomía... Mi excitación iba en aumento….

Su otra mano estaba allí, acariciándome el pubis, mi sexo, incitando mi clítoris… Pero eso no duró mucho… Siguió bajando hasta que se arrodilló. Su lengua acarició mi pubis y pronto sus labios rozaron mi intimidad. Cedí lugar y él hundió más la cabeza. Sentí su lengua cálida y húmeda rozar los labios. Puse mis manos en su cabeza  y la presioné contra mi pelvis. En un segundo se puso de pie, me tomó de la mano y me echó sobre su cama... Volvió a incitarme con su boca. Su lengua lamió ansiosamente mi clítoris y no pude evitar el gemido. Pero él no se detuvo. Entonces sí, su lengua saboreó mi interior. Metió y sacó la lengua varias veces, hasta que el calor y la necesidad en mí, me hicieron pedírselo.

.

-Hacémelo ahora…- le pedí.

-¿Qué te haga qué? -se sonrió y esperó mi respuesta.

-Que me penetres ahora… No puedo más…- Entonces se irguió, agarró su pene muy excitado y comenzó a introducirlo lentamente en mi vagina mientras me miraba.

El peso de su cuerpo se recargó sobre el mío... Comenzó a pujar… En ese movimiento apretaba mi clítoris con su cuerpo, lo que significaba una excitación total.

El vaivén era delicioso. Nuestros cuerpos comenzaban a dar señales del calor que manaba de ellos. Yo tenía la nuca húmeda, el calor era abrumador en aquella pequeña habitación.

Las caderas seguían la misma cadencia lenta y profunda. Él se deleitaba con mis pechos, mi cuello, mi boca. Yo respondía  a todo casi ahogando los gemidos de placer. Respirábamos muy pesadamente. Pronto él comenzó a pujar con más fuerza y más rápido; la cama se movía y se quejaba a nuestro compás. Una pregunta fugaz cruzó por mi mente: ¿Cuántas mujeres habrían pasado por aquella cama? Preferí no buscar respuestas, imaginaba que yo era la única. Lo abracé con todas mis fuerzas, como si fuera el hombre de mi vida.

- Entre mis piernas el placer seguía creciendo y creciendo hasta la cúspide. En forma casi violenta llegué al orgasmo. Se  me escapó un grito que le encantó y le dio motivos para seguir. Entonces se separó de mí. Lo hizo en forma tan repentina que me sorprendió. Me tomó por la cadera y me volteó. Quedé boca abajo, casi ahogada con la almohada. Luché para tirarla a un costado. Sabiendo lo que se aproximaba, me incorporé, Lo miré con ojos pícaros mientras le ofrecía mi cola.  Él acarició mis muslos y luego mis nalgas; las separó, y, arrodillado como estaba detrás de mí, comenzó a penetrarme. Sentí un placer ya conocido. Era como si este hombre me conociera de siempre. Sabía exactamente lo que me gustaba…

El tipo me apoyó una mano en el hombro y la otra entre las piernas, por delante. Estimuló mi clítoris nuevamente. Metía y sacaba sus dedos de mi vagina haciéndome gozar y olvidar que apenas lo conocía... Pronto comenzó a moverse violentamente; su pene agigantado entraba y salía de mí... Lo sentí gemir y luego gruñir. Sentí su semen derramándose en mi interior Aún así, seguía acariciándome.

-Un poco más.- le pedí, y no solo me complació más enérgicamente, sino que además con sus caricias tan íntimas me condujo al éxtasis total una vez más.  Esta vez grité más fuerte, el placer y el dolor se mezclaban para enloquecerme.

Unos momentos después yo yacía  boca abajo en su cama. Estaba húmeda, sedienta y exhausta. Él estaba a mi lado, boca arriba, en las mismas condiciones. Nos miramos.

-      Sos muy linda.- me dijo. Yo sonreí. Aunque pareciera mentira, era la primera vez que me lo decían después de hacerlo.- ¿Cómo te llamás?- volvió a preguntar.

-      Karina- mentí una vez más...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed