Un día de Sexo Oral 1

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
29762 visitas

Marcar como relato favorito

Es sábado por la tarde, la casa sola, y sin nada por hacer. Decido ir hacer compras de un par de películas, unas chelas y unos cigarrillos. 

Me voy al supermercado, me apresuro a encontrar lo que vine a comprar, detesto hacer cola para pagar. Consigo todo, excepto los cigarrillos, ya que esos se encuentran en la caja.  Mientras espero una hermosa chica se pone a mi costado. – En realidad me parece que es hermoso su escote, y sus pequeños pechos que sobresalen, mis ojos no podían dejar de observarlos tímidamente, son totalmente lindos. – Mientras los clientes siguen avanzando, llego mi turno… La pequeña chica, de pequeños pechos dice: ¡Hola! ¿Puedes pagar con tu tarjeta? – Yo miro hacia atrás, la observo y me manda una ligera sonrisa de picardía. – Déjame explicarte me dice la pequeña chica de pequeños pechos lindos. – Yo solo observo y escucho. – Estoy llevando este vino, pero me sale que su precio de oferta es solo con tarjeta. Yo te doy el dinero en efectivo. – No pensaba cobrarle, ya que me parecía un abuso en cobrarle por mirarle por largos 15 a 20 minutos sus pequeños senos lindos. Pero no tenía por qué saberlo. – Ok. Le respondí. – Como es obvio me da las gracias, y como era obvio yo seguía mirando sus pechos.

Me dispuse a salir y embarcarme a mi casa para beber, fumar y quizás masturbarme con esos pequeños pechos lindos, imaginándome que me corría en ellos. No tengo muchas ganas de caminar y espero el bus. Me percato que ella también esperaba el bus, o quizás a alguien. – Me imaginaba que esperaba a una amiga, no creo que un amigo o un novio la mande a comprar un vino y la haga esperar con él. No es de caballeros… Claro, si todavía existen.

Me mira, la miro, terminamos cruzando miradas y una pequeña sonrisa por parte de ambos. Dispuse acercarme para hacernos compañía mientras esperábamos a quien sea.

¡Hola! – Le dije.

¡Hola! – Respondió ella.

Tu eres la chica del vino, ¿Cierto?

Sí. – Expresa una ligera sonrisa.

Y… ¿Vives por aquí? – tartamudeando, sin saber qué otra cosa preguntarle, aunque moría por decirle que hermosos senos tienes, no sé si eso les agrade a las mujeres, pero no es un buen inicio. Si lo que quieres es llevártela a la cama.

No. Espero a alguien… A una amiga, pero tarda en llegar.

Ya le avisaste que la estas esperando…

Sí, me dijo que se va demorar un poco.

Y no sabes, ¿Por dónde vive?

Me mosto un papel, donde anoto su dirección. – Con cierta desconfianza.

Para mi suerte la dirección está cerca de mi casa, me propuse a acompañarla, para que no esperase mucho en el sitio. Le plantee que es una zona poco peligrosa y le podría pasar algo, si quieres te dejo cerca o en la puerta de la casa de tu amiga, ya que esta con dirección a la mía, no quería ir caminando, porque detesto caminar solo.  – En realidad es mentira, me encanta caminar solo, pero era la mejor escusa, para ganarme su confianza y así poder tener unos minutos más observando sus pequeños pechos lindos, ya que podrían ser la última vez que los vea. – Ella acepto sin remediar, y como quedándole su única opción.

Mientras veníamos caminando, conversábamos de todo un poco. En el camino su amiga la llama y le dice que no va poder ir a recogerla (ella no sospechaba que la pequeña chica está dirigiéndose a su casa y mucho menos conmigo). Aparentemente surgió un inconveniente y no iba poder, ella se enfada pero no le dice que estaba cerca de su casa acompañada de un tipo extraño y con un vino en la mano. – Créanme cuando les sucede este tipo de situaciones como de película o telenovela, algo bueno esta por pasar. – cuelga el  celular y me mira, como desanimada o triste. No había que preguntarle mucho que sucedía, pero usualmente lo hago como suponiendo que no se nada y dejar que ella explicara. – Eso les gusta a las mujeres. Así obtienes más su confianza.

Le plantee si quisiera ver unas películas en mi casa, le dije que mis padres llegarían por la noche, no sé en qué horario, así no causaría sospecha de que mis intenciones eran otras. Me pregunto si no se molestarían mis padres en que la vieran ahí a solas conmigo. – Mi respuesta fue un… No creo. Les diré que eres una amiga de la Universidad y viniste a que te explique un trabajo. – De tanta discusión, acepto. Aludiendo de que el vino no se puede echar a perder.

Ambos sonreímos…

Llegamos a mi casa, veíamos una película de estas de ciencia ficción. Ella me comenta que su amiga arruino la celebración y que no se lo perdonaría nunca.

Yo pregunto. - ¿Y que iban a celebrar?

Ella me mira y me responde. – Bueno hoy es una fecha importante, pero no tiene caso hablar de eso.

Ok. Brindemos entonces por lo que iban a celebrar… De repente y lo celebras conmigo. – Con una ligera sonrisa de insinuación, no tengo que decir que aún seguía viendo sus pequeños pechos lindos.

Se ríe. Me observa detenidamente, y me dice: A lo mejor y lo celebramos. – Y me quiña el ojo.

Nos encontramos sentados en el mueble, brindamos, mirándonos directamente a los ojos, mi mano se pone un poco inquieta y la poso en su muslo por encima de su ligero pantalón. Sin pasar escasos minutos, ya estábamos besándonos. No sabía que su mano también era inquieta como la mía. Ella fue más atrevida, la poso entre mi entrepierna, en mi sexo, en mi pene. Me dijo al oído que quería sentir lo dura que estaba para mojarse. Yo no remedie y mis labios bajaron a sus pequeños pechos lindos y empecé amamantar como una cría desesperada por obtener leche de sus pechos, me vuelven loco sus senos, atine a lamerlos, besarlos y morder sus pequeños pezones erectos. Le quite su blusa, ella ya había bajado el cierre de mi pantalón y había puesto mi pene duro afuera para empezar a correrlo, frotarlo y agitarlo de una manera delicada, de la misma forma presionaba para insistir en su dureza. Después dirige a su boca para posarla en mi duro pene, saca su pequeña lengua y empieza a lamer su paleta de chocolate como una niña, que le da su pasada por todos lados de la paleta para que esta ya no sea probada por otras niñas… Luego chupa solo la parte de la cabecita como si fuese su biberón de chiquita. Y n mientras lo hace no deja de golpear con su lengua el orificio de mi verga para sentir todo el semen que me lubricara. Para luego atravesarla con mi cipote. Ahora prosigue en avanzar y llegar hasta mis testículos con toda mi pija a dentro… Una y otra vez haciendo la misma operación y cada vez más veloz y con más desesperación. Yo solo atinaba a ver que tenía todo mi pene dentro de su pequeña boquita y solo suspiraba y decía ¡wuau! ¡Riquísimo! – Continuará…


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed