Sangre del deber

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Hallándose él allí y con la misión de proteger a ambos, decidió inspeccionar todas las salidas para evitar cualquier posible emboscada. Conocía su deber, velar por la seguridad de aquellos jóvenes y anteponer, si hiciera falta, su vida a las suyas, pues en aquel lugar había muchos peligros y riesgos que ellos no podrían sortear por su cuenta, necesitaban a Gerhues, guardián de Cuervard, protector de los jóvenes guerreros.

Despejadas las salidas y yendo Gerhues por delante de ellos, tropezaron con un maleante, proveniente seguramente de los bosques huckly, famosos por el enorme número de asesinatos y suicidios. Su objetivo era cobrar peaje a los incautos que exploraban aquella cueva, pero el guardián no le temía, por lo que desenvainó su espada decidido y acabó con su adversario de una estocada, no obstante, el asunto se complicó cuando descubrieron que había más, no visibles hasta aquel momento por encontrarse en las otras salidas y venidos hacia aquellos que osaron hacer frente al canalla, trabaron combate.

Gerhues, viendo como aquella banda les rodeaba y temeroso de que sus protegidos no saliesen con vida, les exhortó a que huyeran y se pusieran a salvo con estas palabras—:

— ¡Ferkes, Goblazche, huid, yo me encargo de ellos, debéis alcanzar el bosque!

—Pero, no podrás con ellos tú solo—le replicó Ferkes.

—Es posible, pero no puedo permitirme el riesgo de que acaben con vosotros, mi misión es que lleguéis ilesos al lugar indicado, aunque pare ello tenga que arriesgar mi vida.

Mientras conversaban, dos de los vándalos les atacaron, teniendo que frenarles Gerhues con su escudo y contraatacando con su espada, atravesándole a uno el pecho y a otro la garganta. Tras lo cual les rogó enérgicamente de nuevo—:

— ¡Marchaos, no os preocupéis por mí, puede que no salga con vida, pero me llevaré a unos cuantos más por delante!

Obedeciendo su consejo se marcharon y Gerhues permaneció allí, luchando por las vidas de otros. Por un momento sintió un gran pavor, pero a los pocos segundos aquel terror pasó y dio lugar a una gran ira que le impulsó a atacarles frenéticamente, masacrando a otros dos, pero siendo herido en un costado por un maleante oportunista, el cual fue asesinado luego. Aquella herida no fue la única, recibió dos más, una en el abdomen y otra en el brazo, tras lo cual empezó a decaer, asesinados ya unos cinco malhechores.

Sentía el sudor correr por su frente y la sangre deslizarse por su cuerpo curtido en el combate y lleno de cicatrices, la vista y la mente se le nublaban y ya no era capaz de rendir en aquella masacre. Soltó el escudo y posteriormente la espada, ya no podía cargar con aquel peso extra, se sentía impotente y permitió que sus rivales se acercases más a él, atreviéndose uno a levantarle, cogiéndole por el cuello del traje. Tras lo cual pronunció unas palabras—:

—Parece que llegó tu final, entrégate a nosotros, únete a nuestra banda y destripemos juntos a esos guerreros que huyeron.

Gerhues no pudo soportar aquella vil proposición y a pesar de su estado, logró darle un potente cabezazo, tras lo cual fue soltado y tuvo la oportunidad de abalanzarse sobre él y matarle con sus propias manos, no siendo impedido este acto por los asustados compañeros de aquel desgraciado. Después expulsó un grito de rabia y dijo—:

—Mi nombre es Gerhues, guardián de Cuervard, protector de los jóvenes guerreros. A ellos consagré mi vida, razón suficiente para que vuestros miserables deseos redunden en vuestra aniquilación.

Juschjor, líder de aquel abominable grupo de malvados, decidió enfrentarse él solo contra el malherido guardián, por miedo a perder el respeto de los de su misma calaña. Empezó a atacarle eufórico, pero sus golpes fueron refrenados por el escudo de Geshues, pues fue rápido en recuperarlo del suelo, aunque después fue fácilmente derribado por una patada, dada su mermada energía. En el suelo parecía una víctima fácil, la delicia de cualquier ser sin honor, pero en el momento idóneo, cuando Juschjor se disponía a rematarse de una estocada, le arrojó al suelo de una patada y enzarzándose con él le propinó una patada, tras lo cual le hizo caer sobre su espada, siendo atravesado y pereciendo en unos instantes.

Viendo aquella muestra de coraje, se acobardaron los restantes ladrones y decidieron marcharse, con la excepción de uno que aprovechando un descuido trató de matarle arrojándole un cuchillo, pero fue eliminado antes por Goblazche, mientras Ferkes ayudaba a Gerhues a levantarse y juntos salieron de aquella cueva, pues ignorar en ocasiones las ordenes del que nos aprecia, por estimarle también nosotros a él, malo no ha de ser.


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