Mision Athena. Cap 11. La joven

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Daphne James estaba muy asustada.

Michael C. Ray le había dicho que debía huir si él no se ponía en contacto con ella durante tres días seguidos. Pero habían pasado tres semanas. Y no había tenido noticias suyas. Algo grave le había ocurrido. Estaba completamente convencida. Probablemente estaba muerto.

Y creía que a ella le podía pasar lo mismo.

Por eso había huido del burdel en el que trabajaba.

Por eso se había escondido en ese cuchitril.

Por eso estaba decidida a cambiar radicalmente su aspecto.

Por eso iba a largarse de LV-200.

Se habían querido mucho. Más de lo que Daphne pensó nunca que podría llegar a amar a un hombre. Él había sido dulce con ella, algo nada habitual en el mundo en el que vivía.

Se habían conocido en el prostíbulo, pero pronto se sintieron fuertemente atraídos. El sentimiento era real. Se enamoraron. Y mucho.

Michael le había prometido que la sacaría del sórdido ambiente de la prostitución. Le decía que tenía mucho dinero y que la haría muy feliz. Que estaba obligado a terminar con un asunto pero que, una vez acabado, la llevaría lejos. Y ella, tonta, le creyó.

Pero el tiempo pasaba, y nada se concretaba. En cambio, él estaba cada vez más nervioso. Y ella adivinaba que estaba envuelto en algún tipo de asunto oscuro y peligroso. Y que no marchaba bien. Se percató de que Michael se estaba arrepintiendo y no quería hacer lo que fuera que se había comprometido a hacer. Y también notó que le daba un miedo atroz abandonar. Estaba atrapado y no parecía poder encontrar la salida.

Una noche, hacía un mes, ella le preguntó directamente que ocurría. Él no le contestó. Se limitó a preguntarle si creía que era una buena persona y si confiaba en él. Daphne le respondió que sí, que por supuesto. Él la besó y le entregó una llave. No le dijo qué abría. Ella no preguntó. Creía en él. Se la guardó. Entonces fue cuando él la abrazó con un cariño infinito, conmovedor. Como nunca nadie la había sostenido en sus brazos. Y le pidió que estuviese tranquila. Que todo acabaría pronto. Le habló de una reunión importante que mantendría pronto y que después, ya lo vería, todo se solucionaría y podrían marcharse juntos.

Era la última vez que la había abrazado.

Era la última vez que le había visto.

Ahora estaba sola, sin poder recurrir a nadie.

Y esa maldita llave la ponía en peligro. Pero no quería desprenderse de ella. Era un recuerdo de Michael y si él se la había dado es porque era algo importante.

Se echó a llorar con desconsuelo.

Pero Daphne James era una mujer fuerte, superviviente de un sinfín de penurias. Así que sacó fuerza de flaqueza. Y dejó de sollozar.

No deseaba morir. Debía actuar.

Miró el billete que estaba en un mueble del horrible apartamento. Aún quedaban varios días hasta que despegara la lanzadera que la llevaría lejos de LV-200.

Tenía que sobrevivir hasta entonces.

(Agradecemos muchos los comentarios, incluso los más críticos.

Si quieres, puedes encontrar más capitulos de Misión Athena, aquí

http://www.cortorelatos.com/autor/3766/juansebas/)


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