Siempre ella

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Aquella niña, la que correteaba todas las mañanas dando vueltas, y brincos por doquier, la que no se resistía a un llamado de atención, por alguna majadería echa. Ella, si ella… la que ahora es una increíble persona, una irreverente y confiada mujer, debo decir que aprendí mucho de ella, siempre tan ocurrente, tan vivaz, tan desprendida de pensamientos. Ella era siempre la de los ánimos puestos, nunca la veía yo triste, tal vez aprendí mucho de su personalidad. Ella ahora es una gran periodista, redactora, trabaja en un conocido y prestigioso periódico limeño, yo siempre todas las mañanas apresuradamente voy al quiosquito, a comprar el diario, solo para leer su columna, me satisfago cada vez que leo la columna, con un juicio extraordinario y no menos envidiado por muchos.

Ella siempre me decía, que los sueños, las metas de cada uno, están en los pensamientos y en la integridad de cada uno, el querer de uno mismo la valentía que lo denota. Cuando todavía ella estudiaba y era una chiquilla algo entrometida en todo, y yo estaba en la primaria, veía a ella siempre escribiendo en su dormitorio muy sola, a ella siempre le gustaba la soledad, pero no el aislamiento decía ella, siempre en su mundo. Gracias a ella yo tome esos hábitos, de la lectura, la política y de menos decir la escritura.

Ella siempre escribía en eso tiempos sobre el terrorismo en el Perú, sobre cultura y política, me fascinaba su poder de persuasión, y escritura. Ella prefería antes de ir a una fiesta o un baile, leer un buen libro o escribir que era lo que más le apasionaba.

Ahora ella me dice, no me arrepiento de haber sido, como he sido de haberme cultivado cuando era chica, deje muchas cosas para alcanzar mis sueños y grandezas, que me lo dice con una sonrisa bien dibujada y delineada que cuando era chica. Y no sabes en mi próxima columna estoy pensando escribir un relato que lo llamaría “Chico fiel” y pienso ponerte como protagonista. Yo le dije ¡genial, tu eres la columnista no yo… y (reímos).

No quiero terminar si antes decirle a “ella” que con el tiempo aprendí mucho, y que ahora ve cómo va mi camino. Y me da más valentía más entusiasmo cuando me ya derrotado o abdicado o me reusó volver hacerlo. Gracias a ella aprendí el mundo político, socialista y no menos cultural.


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