Mi profesor de arte y nuestra cuenta pendiente.

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(Recomiendo leer primera parte de la historia en mis relatos, el primero que escribí y que hoy decido retomar ya que varias personas me lo han pedido)

 

Unos pasos se escucharon aproximarse hasta el aula en el que nos encontrábamos y la puerta se abrió en aquel instante, cuando más excitada estaba. Me recompuse la ropa un poco y me senté al ordenador como si el profesor me explicara algo. Mis nervios estaban a flor de piel, sin embargo José Manuel se mostraba apacible y tranquilo, como si nada estuviera ocurriendo. El 'intruso' otro profesor que al verlo ocupado con una alumna se excusó con propósito de marcharse.

- No te preocupes Raúl, Andrea ya se iba. - Dirigió su mirada a mí y preguntó: - ¿Le quedó clara la duda señorita?

-Sí, gracias. - Contesté tímidamente mientras recogía mis cosas y me marchaba con un simple adiós.

 

Pensaba en cada momento lo que había ocurrido en aquel lugar y las piernas me temblaban. ¿Sería verdad que le gustaba tanto? ¿Por qué me excitaba tanto pensar en él? También recordé que alguna vez el habló de su novia, la que supuse que aún tendría pero que poco me importó. Fuera como fuese, mi imaginación se centraba en dos días más tarde cuando a segunda hora lo volvería a ver en clase.

Entré a la clase de las últimas ya que me había distraído fumando con un Luca, uno de mis compañeros.

- No entiendo cuantas veces tengo que repetir que la último que entra cierra la puerta. Parecéis niños pequeños.

Era él y se refería a mí. Suspiré y cerré la puerta.

La clase transcurrió con normalidad, tanta normalidad que no me miraba, me respondía igual de mal que siempre e incluso me pareció que me miraba peor. Mi desconcierto era enorme. ¿ A qué cojones jugaba este tío, a disimular o a putearme?

Los días pasaban y yo me olvidaba poco a poco de aquel encuentro exprés. Su indiferencia me mataba, así que decidí por pasar de él y centrarme en acabar la carrera.

Los descansos me los pasaba charlando y fumando con Luca , el que algo había notado raro en mí y me preguntaba cada día, y aunque si me pasaba, lógicamente no le conté nada.

Aquel jueves me encontraba apoyada en la pared exterior de la facultad, esperando a Luca mientras me tomaba una coca cola. Su voz sonó a mi lado y las piernas me temblaron.

- Cuando acabe el día pásate por mi aula, te agradecería que vinieras sola, no hace falta que te acompañe Luca a todos lados, supongo que te sabes el camino y no te perderás.

Sonaba enfadado y yo sonreí. Estaba celoso, no entendía porque, si él era el que me esquivaba e ignoraba, pero me gustó.

Al finalizar la jornada, le puse una mala excusa a Luca para no irnos juntos de camino a casa y me presenté en su clase.

Llame y lo escuché decir 'adelante'.  Estaba pintando algo en el tapiz, de espalda a mí. Pude apreciar sus largar piernas, su culo perfecto guardado bajo esos malditos  vaqueros  que no me dejaban disfrutar completamente. Su ancha espalda vestida con una camisa color granate y un estampado negro que no diferencié ya que se dio la vuelta para mirarme y sus ojos atraparon mi atención.

-Cierra bien la puerta, con pestillo incluido. Si quieres te dejo un manual de cómo hacerlo ya que he visto que te cuesta.

-¿ Tú siempre eres igual de estúpido? ¿Qué cojones te pasa conmigo tío?, a ver qué coño te he hecho yo para que siempre me estés reprochando cos...

No me dejó acabar. Soltó los pinceles y se abalanzó sobre mí.

-Shh, tranquila pequeña rebelde que soy tu profesor y esas palabras te pueden pasar factura.

Me agarró por la cintura y me besó enérgicamente mientras cerraba el pestillo.

-Al final el manual te hubiera servido. - Susurró mientras me besaba.

Con cara de pocos amigos me aparté de su boca y el sonriendo me volvió a pegar a él.

- Es broma tonta. - Me volvió a susurrar mientras me sonreía.

No entiendo porque, pero me derretí, y comencé a besarlo con más frenesí.

Comenzó a tocarme entera mientras me besaba con ganas y dulzura a la vez, me desabrochó el vaquero y metió su mano dentro para masajearme el clítoris y meter sus dedos haciéndome gemir. Yo repetí su ritual y comencé a masajearle aquel bulto que asomaba de sus pantalones y que todas las chicas de la facultad nos hemos preguntado alguna vez como sería. Yo hoy lo iba a descubrir dentro de mí y no le daría a ninguna el placer de rebelarle el secreto.

Sabía que era grande, la vi en aquella ocasión, pero cuando me dio la vuelta, me apoyó sobre su mesa y me penetró enérgicamente, supe lo que realmente la maravilla que tenía para mí.

¿Para mí? Esa duda saltó a mi mente otra vez y lo hice apartarse para poder girarme y ponerme de frente a él.

-¿Tienes novia? - Pregunté directamente

-¿Y tú, tienes novio?

Siempre le daba la vuelta a las cosas.

-No, no tengo, pero yo he preguntado primera.

-Yo sí, pero no me importa, a lo mejor a Luca sí.

 Vi los celos en sus ojos y me encantó, lo besé  y comencé a  bajar abriendo su camisa  con mis besos, hasta llegar donde realmente quería. Saqué su pene de aquel pantalón a punto de explotar y comencé  a chupar. Era impresionante y me encantaba.

Chupé y ayudándome con mi mano lo masturbé hasta oírlo gemir intentando controlarse.

-Pa.. para Andrea, me voy a correr.

Seguí chupando hasta que se corrió en mi boca gruñendo. Se quedó medio desplomado pero se recuperó rápidamente, me sacó los pantalones por las dos piernas, dejando a la vista solo mi tanga y mi camisa. Me echó el pequeño tanga a un lado y me comió el coño con gran experiencia comenzando suavemente y terminando ferozmente en un orgasmo que pocas veces había experimentado.  No me dejó descansar, su pene estaba totalmente duro y  me folló con muchas ganas sobre su gran mesa de la que caían las cosas al suelo formando un fuerte escándalo.

 

-¡Joder! ¡me encantas, me encantas, me encantas! - Gritó casi enfurecido.

Me corrí mientras  lo escuchaba reprocharme lo mucho que le encantaba y me contaba los motivos de volverlo loco y él se corrió conmigo. Sacó la polla y me hizo chuparla para limpiarla, me encantó esa mezcla a sexos y fluidos.

- ¿Por qué te jode tanto que te guste José Manuel? Le pregunté.

- Porque esto no está bien nena, no está bien...

Me eché sobre él y comencé a besarlo de nuevo.


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