La prohibida música de tus caricias

Ella está lista para quebrar mi razón y yo sólo quiero sentirla recorriéndome sin explicaciones, vencido entre sus mordidas y rasguños.
Postrado ante la intensidad de su mirada, suplico la explosión de su poder, y ella, salvaje, recostada sobre mí, hace virtuosa su música a gritos descontrolados.
Me pierdo en el inmenso desierto de su piel dorada y en el horizonte de la fuerza desbordante del deseo que ella invoca, un infinito desmentido, por el después, de la cumbre del éxtasis.
En la calma, su respiración profunda me provoca concentrarme en la vehemente pregunta: ¿A quién habrá elegido imaginar entre sus muslos?.
Porque en el drama de "la pasión de la reina purpura", ella ha reservado dos muertes para mí, la primera sublime, entre sus dulces sollozos cuando la amo. Y la segunda desgarradora, perdido ante su escape, porque yo nací para ella, pero ella se pertenece solo así misma.