El ser mudado en astro

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El Noveno, Nuä. Inmerso en su largo sueño abrió los ojos, y la Revelación primordial vino a él. Todo permanecía en silencio, mientras su cuerpo se desplazaba en la Oscuridad. Su viaje había terminado; cansado por la avanzada sobre el Vacío, por fin entendió las Visiones de sus descansos breves cada vez que termina un recorrido por la Oscuridad. Así que no espero más y se volvió a encender en una tormenta de fuego, desde sus pies a su cintura las llamas parecían avivarse con la velocidad que poco a poco iba en aumento; al instante en que volvía a tomar camino entre la oscuridad. Parecía tan decidido. Esta vez no dejaría ir a su Visión, la había esperado y no permitiría perderla. Su mirada parecía tan feroz como la fuerza de sus adentros y el deseo de sus pasiones. Unos ostentosos brazos que relucía como poderosas armas al frente; abrían paso, tan intimidantes que parecían romper la Oscuridad y el Vacio. El viajero continuaba su camino.

Se detuvo en las más profundas oscuridades del Vacío; mientras las llamas blancas seguían cubriendo la mitad de su torso, su cuerpo desnudo parecía calcinarse y después volvía a regenerarse, era un momento tan fugaz que resultaba poco visible. Casi imperceptible. Al parecer la interrupción de su travesía se vio irrumpida, por un fuerte dolor en su pecho, un dolor tan agresivo que nunca había imaginado. Sus manos se humedecían con un extraño líquido rojo pero el calor de su piel lo evaporaba conforme aparecía; el líquido rojo intentaba disgregarse por las cavidades de sus ojos; el calor en él era tan intenso que lo extinguía, solo lograba salir por las ranuras de su pecho y de sus brazos.

Esas marcas abismales no dejaban escapar luz, figuraban el vació interno que guardaba, similar al de la Oscuridad; el dolor se intensificaba. Se cubría de un color rojo quemado sobre su pecho y sobre sus brazos, mientras era abrigado por una nube roja, fruto del poco líquido que se alcanzaba a evaporar. Su mirada cada vez más se apagaba, y un grito ajeno silenciaba el suyo; un grito tan estruendoso pero tan distante. El silencio del Vacío era impedido por ambos gritos de sufrimiento, la placidez de la Oscuridad era conmovida con la figura borrosa y retorcida de un cuerpo nublado en llamas.

Nada parecía aliviarlo, así que en un arranque desesperado abrió su pecho. Saco su corazón como una antorcha incandescente. Centelleó, y pareció que una estrella cayera del firmamento rasgando el aire tenebroso con una luz deslumbradora…

Ahora no hay más que una tierra desolada e infértil debajo de él; poco a poco queda dormido mientras esquiva sus espiraciones. La Oscuridad anuncia un Quinto Amanecer.


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