Esa primera noche I

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Me temblaba todo el cuerpo. Tenía el móvil entre mis manos, y cada vez estaba más nerviosa. “Voy para tu casa”, eso era lo único que ponía en el mensaje, y la verdad, no me lo esperaba. Conocía de muy poco a ‘U’. Nos habíamos visto un par de veces sólo, y aunque nos habíamos besado (y también había habido ya bastante acercamiento y alguna que otra caricia secreta…), nunca habíamos llegado a más, siempre había fin a esos momentos, y no por mí, ciertamente… La verdad era distinta. Había algo en ‘U’ que me atraía hasta puntos desconocidos, cosa que me asombraba por mi parte, ya que siempre he sido más de llevarme por el corazón que por mi propio cuerpo, los sentimientos podían más que el propio placer físico, pero esta vez, la llamada de ‘U’ encendía cada centímetro de mi piel, desde que me escribía para vernos, hasta incluso después de que me acostara en mi cama horas más tarde de habernos despedido… y eso, me inquietaba tanto como me excitaba. Aquel ‘conocido desconocido’ (como me gustaba llamarlo) estaba consiguiendo lo imposible… Necesitaba sentirle más cerca… y ahora que había llegado el momento, estaba frenética.

Eran las dos de la mañana. Llevaba todo el fin de semana sola en casa, mis padres habían decidido irse el fin de semana a la playa, y yo no estaba haciendo otra cosa a esa hora que estudiar. Se acercaba la época de los exámenes, y cualquier momento lúcido que tenía, había que aprovecharlo para estudiar. Por extraño que parezca, el sueño no llegaba a mí, y cuando leí aquel mensaje, si alguna parte de mi estaba dormida, despertó de un verdadero sobresalto. ‘U’ acababa de salir de trabajar cuando me mandó el mensaje, no sabía cuánto podría tardar en llegar, así que decidí arreglarme un poco. Me puse rápidamente unos vaqueros, me quité la camiseta ancha que llevaba para estar por casa, me puse una blusa blanca, me solté el pelo, dejando caer mi larga melena rizada, me puse las sandalias, y me puse algo de brillo en los labios. Estaba totalmente atacada. Me senté en el sofá intentado tranquilizarme, y entonces recibí un mensaje: “¿Podrías bajar a buscarme?”, “Claro, un segundo y bajo”, respondí simplemente. Cogí las llaves de casa, cerré, intentando hacer el menor ruido posible para no molestar a los vecinos y bajé las escaleras. Llegué al portal y no había nadie, ‘¿Dónde se habrá metido?’, pensé. Decidí salir a la calle, pero no vi a nadie. Marqué su número y llamé, ‘Mierda, el buzón de voz, ¿y ahora qué…?’. Fui caminando por la calle, a ver si por casualidad lo encontraba. Nada. Esto parecía ya una broma. Desistí y decidí volver a casa, y justo a lo lejos, vi una silueta apoyada en la pared de mi portal. Mi corazón se agitó nada más reconocerle.

Era él. Alto, fibroso, pelo negro, despeinado, con una frondosa barba… Me miraba intensamente y me sonreía… Tenía una boca increíble… Unos labios carnosos y dientes perfectos… Y sus ojos, oscuros, penetrantes… Me volvía loca… Caminó despacio hasta mí, me estaba poniendo cada vez más nerviosa, se acercó, y paró justo a cinco centímetros de mi boca, temblé, y entonces dijo: “Por fin…”, y me besó, me besó como nunca antes lo había hecho. Sentí sus ganas, su impaciencia, su excitación… y yo, sin habla. Se retiró un poco y me miró picarón, sabía que me estaba pasando, “Venga, subamos” y me besó de nuevo, esta vez dulce y cálido. Me relajé. Le devolví la sonrisa y nos dirigimos al portal.

Subimos lentamente las escaleras. Juguetones, inquietos, entre sonrisas y besos, que cada vez iban aumentando más de intensidad. Llegamos a la puerta de mi casa, la abrí y le invité a entrar:

- Bienvenido a mi humilde morada, puedes pasar

- Muchas gracias señorita…

Entró de espaldas, para no apartarme la mirada. Me reí. Era ingenioso, eso me gustaba. Fuimos para la cocina:

- ¿Qué te apetece ‘U’? ¿Un refresco, agua, cerveza…?

- Cerveza para dos, gracias

- Jajajaja, de acuerdo anda…

Le pasé un botellín bien frío, y cogí otro para mí. Lo abrimos, y antes de que diera el primer sorbo, hice ademán de que brindáramos antes. Sonrió. Chocamos los botellines y bebimos. ‘U’ le dio un largo sorbo, se le veía sediento. Cogí su botellín casi a la mitad ya, lo dejé encima de la encimera junto al mío, me acerqué a él, y le besé. No podía resistirlo más, yo sólo quería beber de él en ese instante. Creo que el notó mi impaciencia, porque me puso sus manos en mi cintura y me atrajo contra él. El beso era cada vez más apasionado. Mis manos rozaban su pelo y su barba, me encantaba ese tacto. Cerré los ojos y me dejé llevar aún más, y entonces se retiró…:

- Tranquila ‘B’… Aún es pronto…

Le miré extrañada, pero acabé soltando una carcajada:

- Anda… Vamos al salón a ver un poco la tele y a terminarnos la cerveza…

Fuimos al salón, y nos sentamos en el sofá. Puse el primer canal medio normal que había a esa hora y lo dejé. Nos miramos y empezamos a charlar. Entre sorbo y sorbo, había besos, y también nos íbamos contando que habíamos hecho hoy, los planes que teníamos próximamente, y al final acabamos hablando de anécdotas graciosas que habíamos vivido. Me puse cómoda y me tumbé un poco en el sofá, mis piernas estaban encima de las suyas:

- Quiero saber más de ti ‘B’, ¿has estado alguna vez enamorada?

- ¿Por qué me preguntas eso…?

- Siento curiosidad…

La pregunta me impactó, pero no me sentí incómoda, así que, empecé a contarle la historia. Al principio me miraba y me escuchaba, mientras pasaba su mano por mi pierna, cariñoso, pero su mano empezó a subir hasta llegar a mi entrepierna y me apretó contra ella su mano. Dejé de hablar,

- “Sigue, no quiero que dejes de hablar”, me dijo.

Y continué, continué hablando. Su mano cada vez me apretaba más, y subió la otra hasta mi blusa, y empezó a desabrocharme los botones muy poco a poco… Hasta que me quitó el último, y abrió mi blusa del todo, dejando todo mi pecho y mi sujetador al descubierto… Sonrió… El corazón se me iba a salir del pecho, y la voz me temblaba ya de pura agitación…

- No hagas que pare, cuéntamelo todo.

Y yo seguí, y no sé cómo, pero seguí, seguramente en mis palabras ya no cabía la coherencia, pero a mí no me importaba… Yo sólo notaba como empezaba a sobarme los pechos, y con la otra mano me quitaba el último botón que aún quedaba en pie… el del vaquero… Arqueé la pelvis hacia arriba de las ansias, y eso pareció gustarle, porque inmediatamente, me dejó al descubierto… Tiró del vaquero y lo arrojó al suelo, y se colocó de rodillas encima de mí… Su cara a la altura de mi pecho… Su mano jugando con mis bragas…

 

(Continuará...)


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