Una Terapia Diferente

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Un día al llegar a mi trabajo, me percato que hay un paciente nuevo, al verlo me doy cuenta que encajaba perfectamente en todo lo que me gusta en un hombre, era alto, con esa apariencia ruda, brazos fuertes y largos, un pecho ancho, con una sonrisa perfecta y una mirada simplemente penetrante.

Después de dos semanas, por fin iba a estar conmigo en terapia, mi oficina era un tanto pequeña y con una puerta corrediza de vidrio, al llegar conmigo le pido que cierre la puerta, y como es de costumbre esa puerta se atoro, el volteo con esa mirada seductora, esos labios perfectos y su quijada exquisita. De inmediato me paralicé, y con un tono de voz suave le dije: esa puerta se atora, espero y no nos quedemos aquí atorados. El sonrió de una manera encantadora, más bien seductor hizo una pausa para después decirme: No te preocupes soy bombero.

¿Qué más podía pedir? Un hombre guapo, atlético, varonil, fuerte, alto, de labios carnosos, y aparte, era bombero! Mi imaginación empezó a volar, pero aun así tuve que contenerme, empecé con el cuestionario de rutina pero no podía dejar de ver eses ojos tan negros y tan penetrantes, su tono de voz me seducía cada vez más, trate de concentrarme, pero me era casi imposible. Pasaron los días y ya no solamente lo tenía en terapia individual, también empezó a estar en las terapias grupales.

Fue pasando el tiempo y la relación se hacía cada vez más estrecha, cada vez que ambos teníamos oportunidad platicábamos, yo notaba que él procuraba no hacer contacto visual con migo, y eso me intrigaba, pero sin embargo cada noche fantaseaba con estar entre sus brazo, imaginaba sus enormes manos rasposas y trabajadas sobre mi piel, hasta que un día, recibo un mensaje de ese hombre, diciéndome que me había soñado, sin intención alguna, mi primera pregunta fue ¿Decente o indecente?, el al principio no quiso decirme pero sin embargo y así comenzó todo, jamás imaginamos que ese sueño desataría un juego mental entre él y yo, en el cual nos desnudábamos una al otro con la mirada, lentamente comenzó a narrarme aquel sueño húmedo, en donde me había hecho suya de todas las maneras posibles e imaginables.

Un día, estábamos en la cocina, nos sentamos apartados de las personas que ahí se encontraban, estábamos a oscuras, y sólo no sentamos a hablar, después de todo, yo seguí siendo su psicólogo, y aun no pasaba absolutamente nada físico entre nosotros, y sin embargo no podía poner atención a ninguna de sus palabras, solo veía como movía esa deliciosa boca, como fijaba su mirada en mi pecho, y sus manos se ponían cada vez mas sudorosas. Después de pasar noches hablando por teléfono, acariciándonos con palabras, por fin pactamos vernos, el había prometido dedicarle un tiempo especifico a cada parte de mi cuerpo, el solo escucharlo ya me hacia humedecer, pero tenerlo frente a mí, eso me hacía sentirme en un éxtasis infinito.

Y por fin llego el momento tan esperado por los dos, al llegar a la habitación de un hotel, el empezó a besarme, el es un hombre sumamente alto, y yo soy muy baja de estatura, claro que no fue problema para el subirme en sus brazos y tenerme contra la pared, después de una buena sesión de besos, me subió a un mueble de la habitación, ahí bajo lentamente el zíper de mi vestido, que para su suerte este estaba en la parte de enfrente, y así dejo al descubierto mi senos, los cuales los acaricio con tal sutileza que me hacia vibrar, yo por mi parte, fui desabotonando su camisa, besaba su cuello y acariciaba su sexo, es así como note, que su pantalón estaba por estallar, cuando por fin estábamos en la cama, yo prácticamente desnuda y el sin camisa solamente, pensé que era hora de que el estuviera desnudo, así que se recostó y pude quitarle el pantalón, al ver como temblaba ese hombre con mi manos recorriendo su cuerpo, decidí que un poco de sexo oral, nos caería perfecto.

Comencé por besar, chupar y lamer cada parte de su sexo, mis sentidos estaban a mil, tome entre mis manos su pene, y lentamente fui humedeciéndolo con mi boca, con movimientos suaves, el dirigía el ritmo, tenía su mano sobre mi cabeza, con sus dedos entre mi cabello, él, iba dictándome que era lo que quería y cómo lo quería, yo simplemente obedecí. De pronto se hizo a un lado, me tomo fuerte de la cintura y me beso apasionadamente, y sin decir nada me despojo de la poca ropa que me quedaba, yo sin esperarlo él ya estaba muy dentro de mí. Me embestía con tal fuerza que sentía que iba a estallar de placer, a su antojo me acomodaba, y me cambiada de posición, el iba registrando lo que me gustaba, yo estaba cada vez mas mojada, hasta que provoco un enorme, rico y delicioso multiorgasmo, y junto conmigo sentí como él también se venía, fue un momento mágico, sentir como al mismo tiempo nuestros cuerpos entraban al máximo del placer, al terminar, los dos nos recostamos, uno al lado del otro, extasiados y complacidos.

Descansamos un rato, recuperamos el aliento, el me acariciaba dulcemente la espalda y dibujaba cosas con sus dedos. Ninguno de los dos podía creer lo bien que nos habíamos encontrado en la cama. Al pasar un rato nos vestimos, cada quien subió a su auto, al día siguiente que nos vimos, actuábamos como si nada hubiera pasado, pero en el fondo ambos sabíamos la noche que habíamos pasado.

A nuestros encuentros, solo podíamos llamarlos, una Terapia Diferente…..


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