Conquista nocturna (2)

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    Los focos deslumbran. El calor del bullicio le abrasa. La música ensordece. Alan está tenso y concentrado para no equivocarse y apenas tiene tiempo de observar a la multitud pero no ve nada. Durante el concierto imagina que Sara le está mirando mezclada entre la gente pero realmente no cree en ello. Es una pena porque el público está entregado y todo sale a pedir de boca. El repertorio se termina sin casi darse cuenta. Se pasa rápido pero han estado casi una hora. Al terminar recogen ágilmente porque hay más músicos esperando para tocar. Mientras, el otro grupo afina y el técnico hace algunos retoques a los volúmenes. Los Inviernos llevan los instrumentos al camerino y Alan va derecho a la ducha para quedarse bien limpio y fresco después de tanto sudar la camiseta en el escenario. Fue buena idea traerse ropa de repuesto. Sale bien guapo y perfumado, con unos pelos estudiadamente alborotados, ojea a la gente esperanzado con encontrar a Sara pero no la ve. Cabizbajo se mezcla entre la gente. Alguien desconocido le felicita pero la mayoría no le reconocen con poca luz y sin la guitarra colgada en el hombro. Todo el mundo se fija más en el cantante. El segundo grupo no es tan bueno pero tienen recursos interesantes y una cantante buenorra; aun así, Alan no siente demasiado interés en su figura porque sigue embriagado por la presencia ausente de Sara. Cuando ya lleva casi una hora de pie sometido a los decibelios de “fuego de cobertura” sus oídos piden un descanso y decide ir al lavabo otra vez. Sus pasos caminan sobre un manto de resignación. Debería estar más contento: acaba de triunfar en un conciertazo, pero no consigue sacarse a esa chica de la cabeza. A pesar de lo engañoso de la sensación sabe que no es amor, lo que ocurre es que Sara está tan buena que le ha quitado el hipo de golpe, ocurre que lleva un puñado de años sin mojar y que esa austeridad le pesa mucho más en primavera, ocurre que es tan tímido que nunca habla con chicas y que la única vez que está tan motivado como para dejar a tras sus limitaciones: la chica pasa de él en su cara, ocurre que no ve posible que nunca se cruce una chica tan preciosa en su futuro, ocurre que…


-Hola Alan-  Esa voz tan tenue y suave le arranca de cuajo la frustración.
-¡Hola Sara!-  Con una gran sorpresa, se produce un breve silencio.


    El encuentro ha sido casual, ella justo salía del lavabo de las chicas. Está radiante, se ha cambiado la ropa y va levemente maquillada. Aun le parece más hermosa bajo las luces coloreadas del pasillo. De fondo suena una de las baladas que están tocando sobre el escenario.


-Sonáis muy bien eh? Me ha gustado mucho el concierto-  Dice ella sin acabar de definir su sonrisa.
-Ah, ¿estabas ahí? No veía nada con los focos-  No sabe como contener los nervios.
-Ya te dije que igual venia-  replica ella en voz baja.
-¿Y Ana no ha venido?-  Continua Alan tocándose la cabeza.
-No, le ha entrado perrera, además me ha dicho que eras un plasta y que seguro que le entrarías de nuevo-  Le clava la mirada al chico como si de una estaca en el corazón se tratara.
-¡Pero si ella ni siquiera me gusta!-  Exclama Alan a la defensiva.
-!Aaaah!, ¿entonces ibas a por mí?-  Contesta ella con una sonrisa picara.


    Alan se siente descubierto y por un momento no sabe cómo reaccionar hasta que se le ocurre una genialidad:


-Si te digo la verdad, quien realmente me pone es Tronco, pensarás que soy un enfermo pero…-


    La chica suelta una carcajada espontánea y Alan siente que ha asestado un buen golpe de efecto con esa broma y esa cara que ha puesto tan chistosa.


-Estos que tocan ahora no me gustan tanto. Yo me voy. ¿Tú qué haces?-  mientras empieza a irse.


    Alan no está dispuesto a que sus dudas lo arrinconen de nuevo por enésima vez en su vida y contesta rápidamente:


-Me voy contigo-  con firmeza.
-¡Anda!-  replica ella con una cara sorprendida pero animada.
-Espérame a la salida unos minutos que voy a despedirme de la gente-
-Vale-  Susurra ella guiñándole el ojo.


    Alan camina dignamente pero tiene ganas de correr y de saltar. El corazón le late intensamente y se ha revertido completamente su estado de ánimo de hace apenas unos minutos. Tenía que quedarse a dormir a casa de un colega, pero depende de como vaya la cosa es posible que decline ese privilegio. Después de comunicar el cambio de planes a sus colegas y de negarse a justificarse bajo una lluvia de interrogantes y suposiciones, se reúne con Sara en la salida.


-Ya estoy aquí. ¿A dónde vamos?-  Pregunta con energía.
-No sé, yo me iba a dormir a mi casa-  Con las cejas levantadas.
-Vale-  susurra  -Me parece bien el plan-  Con expresión expectante.
-Nooo!! tu no vienes, estoy viviendo con mi padre y si traigo a un chico me mata- Alarmada.
-Ah, pensaba que igual vivías sola, ¿cuántos años tienes?-  Con un tono menos travieso.
-19 añitos solo-  Con voz infantil de víctima inocente.
-Ah! Vale, estás estudiando todavía?-


    Alan se siente torpe y piensa que la conversación está derivando en algo aburrido y normal cuando debería ser divertida y transgresora.

 


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