Más allá

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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No quería ni podía permitirlo. Sentada frente al televisor sentía como sus ojos iban aclamando esas lágrimas que Paula se aferraba a guardar muy dentro. Discusiones, amenazas y reproches, todo ello resumido en una sola palabra: dolor. Ese dolor punzante y agudo que le oprimía el pecho y por mucho que quisiera esconderlo no desaparecería, al contrario, se haría más y más fuerte.

Tras años intentándolo veía el final a la vuelta de la esquina, por más que le daba vueltas e intentaba entender cuándo -incluso sabiendo que la respuesta a esa pregunta no solucionaría nada-, no encontraba el momento, ese punto de inflexión en el que cada uno había tomado un rumbo diferente, alejándose poco a poco del punto de partida.Habían sido años de complicidad, sinceridad plena y apoyo mutuo en tantos momentos de drama. Sí, sin duda drama era la palabra más acertada para definir esos momentos de enfermedad en los que su unión parecía irrompible. Quizá el trabajo, las compañías, las aficiones…todo podía ser razón si se quería buscar un culpable.Paula decidió apagar la televisión e ir a la cama, allí estaría él y sabía que no podría hacer nada -de momento- para cambiarlo.A la mañana siguiente abrió los ojos y sintió que la cama se había hecho enorme, no necesitó darse la vuelta para darse cuenta que estaba sola, que nadie más la compartía con ella. De nuevo, esas lágrimas que ayer se quedaron con ella, amenazaban con ver la luz y sí, esta vez lo hacían…nada podría pararlas. Estaba sola en casa, pensó que debería aprovechar esa tranquilidad para no actuar de manera impulsiva, pero de repente y sin aviso que pudiera frenar lo que iba a ocurrir, se vio llorando desconsolada y escribiendo mensajes que no tendrían vuelta atrás. Envió, envió y envió sintiendo que no tenía valor para nada más.

Tras un tiempo que le pareció eterno -cuando solo habían pasado unas horas- hablaron, lloraron y de nuevo se vio en la cama, esta vez con unas lágrimas más dubitativas, sin esa fuerza que antes era imparable.La luz entraba por la ventana, la cama estaba completa, se dio la vuelta y allí estaba, mirándola. Sin mediar palabra pudo ver, después de mucho tiempo, esa profundidad en sus ojos que explicaban que no se había marchado a ninguna parte, que luchando juntos todo volvía a ser de nuevo posible. La esperanza inundaba la habitación y definitivamente, esas lágrimas acabarían hundiéndose sin necesidad alguna de ver más allá.

 


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