LA CANCIÓN DEL AMOR

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El amor es un dios

que exige equidad,

voluntad, pasión, libertad,

intenciones buenas,

hechos, ilusiones, creencias

en el otro, en los demás,

tanto como en nosotros mismos.

 

El amor es la mañana,

la juventud, la eternidad,

y también la mesura,

el buen día, el conocimiento

y el despiste, la opción independiente.

 

Surge del cariño, de los hechos,

de las demostraciones, de los hábitos

bien conducidos, de las intenciones claras,

del apoyo, de la emoción traviesa.

Sí, ése es el amor.

 

La querencia es también otoño,

pero sin tristezas,

que la vida es un ciclo

y todo se renueva.

Hemos de aceptarlo.

 

Es, el amor, potencia, invención,

frescura, creatividad, propuestas,

adelantos, caricias, brillo

y ternura siempre a borbotones.

 

El sentimiento es también canción,

belleza y hermosura compartidas

desde el interior al continente,

que nos entrega a la noche y al alba.

 

Es, ha sido y será motivo

de poemas perennes,

de pensamientos que vuelan,

de aprendizajes perfectos.

 

Sin duda, surge y resurge,

y se muestra indómito.

Mientras está, para que esté,

hemos de nutrirlo con experiencia divina,

con la vida, en cada jornada, sin tregua

y sin trampas ni silencios.

 

El amor necesita más amor,

y lo procura,

pero, en su coraje y en su levedad,

precisa en paralelo 

nuestro toque personal,

nuestra particular melodía.

Ésta es:

¿La oyes sonar?

 

Juan T.


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