Íntima amistad...

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Ahí estaban, frente a frente. Lucía le imponía una más de lo que hubiera imaginado, era tan…perfecta. Esa dulzura en su cama sabiendo de lo que era capaz en la cama le parecía una mezcla explosiva, pero debía centrarse en Ariadna. Le estaba costando más de lo que hubiera esperado, igual no eran tan íntimos como para tener esa conversación, pero Lucía siempre le había dado tanta confianza… Iba vestida con una camiseta ceñida que dejaba al descubierto unas proporciones perfectas, el tamaño de sus pechos era como a él le gustaba, nada demasiado desmesurado. Una cintura perfecta que con la curva de sus caderas le hacían muy apetecible. En ese momento Lucía le sacó de ese mundo en el que tanto estaba disfrutando.

- Álvaro, ¿estás bien? Pareces ausente. – Lucía sabía que no había escuchado nada de lo que había dicho.

- No, perdona, sigue.

- ¿Hay algo en concreto que pienses que no haces bien o que te cuesta más que lo demás? – No tenía problema en hablar de sexo con nadie, le encantaba, pero no sabía cómo reaccionaría él siendo tan clara y sin pelos en la lengua.

Álvaro parecía tener la experiencia justa y no haber estado con demasiadas chicas que le permitieran saber lo que realmente les gustaba. El sexo oral apenas estaba explorado. Un mal intento con su primera novia le echó para atrás. Solo había tenido sexo con sus parejas, nada de relaciones de una noche con una desconocida…le parecía demasiado impersonal, necesitaba confianza.

- Necesitas más bien confianza en ti, con la otra persona llegara después o simplemente no será necesario. Créeme, no hay nada que nos encienda más que una persona segura de lo que está haciendo, el resto depende de los gustos de cada uno; no olvides que en el sexo todo vale mientras ambos estén de acuerdo. Sexo oral, anal, tríos, diferentes posturas… ¿cuál es tu preferida?

¿Cuántas más había aparte de intercambiar quién estaba arriba? De nuevo se alejó de la conversación e imaginó a Lucía sobre él, moviéndose despacio, de una manera suave y delicada mientras le miraba con esos ojos de ángel. Se preguntó cómo sería que alguien como ella le recorriera con su lengua, si ese ángel se convertiría en algo tan pervertido como Juan le contó. Tal como pasaba con Ariadna, sabía que no podría levantarse de la silla en un buen rato.

Quizá simplemente lo que sentía era sexo y pensaba que era un sentimiento más profundo, pero sintiendo cómo se endurecía cada vez más sin poder controlarlo, cómo imaginaba los pezones duros y perfectos de Lucía en su boca mientras sus manos recorrían sus caderas y cómo sería el sabor de todo su cuerpo…había sido un error pedirle ayuda. De repente se percató de que ella estaba sentada a su lado, ni siquiera se había dado cuenta de cuando se había cambiado de silla. Tan cerca era más perfecta aún y su mirada más profunda de lo que nunca antes había notado. El móvil de Lucía comenzó a sonar, cuando colgó le dijo que tenía que marcharse y le llamaría para volver a verse.

De vuelta a casa se dio cuenta de cuál era la mejor solución para Álvaro. No era guapo ni atractivo pero desprendía ese “no sé qué” que hacía que quisieras achucharle, solo tenía que convencer a Juan para repetir ese trío que le pilló por sorpresa, pero esta vez, Lucía tendría a dos chicos solo para ella. Le encantaría enseñarle todo lo que necesitaba saber y que fuera su cuerpo el boceto donde probara cómo era mejor mezclar los colores.

Una semana después había llegado el momento. Estaban los tres en casa, Álvaro no sabía nada y en esta ocasión, sería Juan quien lo tramara todo. Lucía llegó al salón con la cerveza de Álvaro en la mano y al dársela lo rozó con su pecho…el bote frío hizo que al acercárselo se encontrara con su pezón duro frente a él. Lucía se excitó solo viendo cómo se ruborizaba frente a ellos.

- ¿No quieres verlo? – Lucía le miró intensamente con una mirada muy insinuante.

- Ehhh… ¿qué? – Miró a ambos incrédulo. ¿Sexo? ¿Los tres? Ipso facto la imagen de Lucía desnuda hizo que casi terminara antes de empezar.

Lucía se sentó sobre él mientras se desabrochaba cada botón de la camisa despacio mientras Juan introducía sus manos y estimulaba suavemente sus pezones, poniéndolos aún más duros. Moviéndose sobre él notó su dureza, cuánto le gustaba, cogió su mano y la pasó por encima de su tanga de seda. Estaba húmedo y Álvaro pudo notarlo con la yema de sus dedos. No pudo aguantar e introdujo sus dedos en ella apartando la tela bruscamente.

- Perdón, lo siento, no quería…

- Shhh, no digas nada, solo recuerda…querremos hacer lo que tú desees.

Álvaro la cogió fuerte de las caderas y la tumbó en el sofá, olvidándose de Juan comenzó a lamerla, por encima del clítoris, alrededor, apretando sus pechos, introduciendo sus dedos en la boca, indagando en sus paredes…se dio cuenta de cómo Juan se tocaba mirándoles; no le importaba, solo quería disfrutar, que Lucía gimiera por él y le enseñara como debía hacerlo. Lucía movía su mano y sus dedeos guiándole mientras le susurraba lo que quería, pasado un tiempo solos invitó a Juan con la mirada y pudo ver de primera mano cómo ellos lo hacían, cada roce, cada caricia, cada movimiento.

Cuando llegó a casa no lo podía creer…un mundo nuevo se abría ante sí. Probablemente nunca podría estar con alguien como ella, pero sí hacer que otras disfrutaran como lo había hecho ella…


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