Un caso de la vida real

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Ya había transcurrido más de cinco año y Mariela no podía comprender aún la situación sucedida con Alex cuando estaba en la universidad. Fue un día lunes a las seis de la tarde junto al amigo Alejandro a quien le decían Alex. Ella rememoraba cuando él le acariciaba los pies con tal dulzura entre los dedos y en la planta, así como en el empeine que en oportunidades se corría en un orgasmo, tanto como cuando le masajeaba el clítoris, y ella participaba de la relación sexual como nunca lo había hecho con otro hombre, ya que  se desenfrenaba en la cama. Así mismo la posición que más le gustaba era la del Loto, donde él se sentaba en la cama con las piernas cruzadas y ella se sentaba sobre él  frente a frente, cruzando las piernas en la espalda de Alex porque la sensación le llegaba hasta bien adentro.

Pero ese día lunes la conversación no pasó de banalidades personales y sociales que se podían achacar a otros conocidos de la universidad, que si uno era un oportunista, que si la otra era ingenua, que el sexo es algo natural y placentero, que hay hombres que sólo quieren hacer el amor, que las mujeres  se aprovechan del sexo para obtener dinero o por lo menos, el costo de las salidas etc. etc. Luego de un momento Alex le dice:

-Te voy a hacer una pregunta de amigos, yo sé que tu eres una mujer al día y que sabes cómo son las cosas de adultos, también sé que eres casada y bueno, sólo quiero saber cómo me ves a mí, ¿si te gusto cómo persona y como hombre? Ya que es bueno saber con quién se cruza uno en la vida.

-Hay Alex no me asustes… Claro que me gustas, eres un tipo simpático, inteligente… ¿Qué más te digo?

            Alejandro se quedó mirándola un instante como si no prestara mucha atención. En ese momento llegó el profesor para comenzar la clase y él le dijo: - Mañana seguimos hablando de esto. ¿De acuerdo?

            Mariela recordaba que ese día martes comenzaron a pasarse la lengua por todo el cuerpo, por un momento la penetraba y luego volvían a las caricias manuales y linguales. El disfrutaba de los flujos vaginales de Mariela mientras que ella besaba el miembro mojado de Alex. También recordaba que llegó como siempre al salón de clases y poco después entra Alex y tras acomodar los útiles sobre el pupitre al lado de ella le dice:

-Mariela acompáñame un momento, dejemos los libros en su puesto para que no  ocupe el puesto otro estudiante.

- ¿Pero ya venimos verdad?

-Claro que sí, ya volvemos.

           

También volvía a su mente, que en una oportunidad se untaron con un sirope de chocolate y crema en diferentes partes del cuerpo como la punta de los senos, el clítoris y alrededor de la vagina y el miembro de Alex y que luego  retiraban con la lengua y compartían con los besos pero lo que más le gustaba era cuando Alex le mojó la espalda con vino y luego le lamía mientras la penetraba desde atrás. Le gustaba tanto que lo repetían a menudo.

Mariela volvía a recapitular que ese día inicial ella no se  imaginaba  nada cuando subieron al vehículo de él y se encaminaron a un hotel que les quedaba a pocos kilómetros. Alex entró sin pensarlo dos veces y ella se alarmó, o más bien se conmocionó de que alguien la viera.

-¡Pero qué hacemos aquí!... Alex por favor yo estoy casada, si alguien me ve aquí dentro me vas a meter en problemas. ¿Por qué me has traído aquí?...

- Pues la verdad no sé en qué estaba pensando, quería estar contigo un rato y disfrutar del momento. Total yo te gusto, tú también me gustas y pensé…

-Una cosa es una conversación de amigos y otra es esta celada. Yo no soy una cualquiera, de esas que engañan al marido a la ligera y otra cosa…

-Oye… Nosotros estamos aquí, quien sea que te vea va a pensar que tenemos o tuvimos sexo ahora o antes, de todas formas podemos  entrar y aunque no hagamos nada compartimos  un rato como amigos. Quiero mostrarte algo que no sabes.

 El continuó expresando posible ideas de la situación y una vez dentro  le dice a pesar de los nervios de Mariela.

-Tranquilízate. Déjame hacerte un poco de masaje en los hombros y la espalda para que te relajes,  no vamos a hacer nada que no quieras, somos amigos y yo te respeto…

            Unos cinco minutos duró la inestabilidad de la joven, luego él comenzó a acariciarla desde los pies hacia arriba con mucha suavidad y sentido común, reforzando los sitios que le causaban mayor placer ya que se contorsionaba ante ciertos toques. Luego se desvistieron, se bañaron juntos y continuaron con el ejercicio. Ella comenzó a participar de la faena tomando el miembro de Alex para ponérselo en la boca y entregarse al cien por ciento. Se pasaban la lengua por todo el cuerpo, por un momento la penetraba y luego volvían a las caricias manuales y linguales. El disfrutaba de los flujos vaginales de Mariela mientras que ella besaba el miembro mojado de Alex. El chupaba su clítoris así como las entrepiernas, los muslos y las nalgas, cuando sentía que iba a llegar volvía a sacarlo para seguir con las caricias, era una forma de prolongar el placer ya que Mariela en cada oportunidad tenía un orgasmo y así tuvieron  unos cuarenta y cinco minutos de sexo antes de salir para volver a su salón de clases. Ella iba con sentimiento de culpa en ese momento pero al día siguiente se le pasó.

            Entre la salida y la llegada a la universidad se tardaron una hora y media. A partir de ahí siguieron teniendo sexo una o dos veces por semana por más de dos meses, hasta que terminó el semestre, luego Alex desapareció y Mariela siguió con su vida  aceptando la experiencia como una vivencia de las más bonitas de su vida y de las que nunca se arrepintió.

            Pero desde que salieron por primera vez Mariela no sólo quedó encantada con su amante sino que no podía entender ni asimilar el hecho de que fuera tan rápido el cortejo con una persona que apenas conocía en el salón de clases como un compañero de estudio.


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