El Deseo Erótico Reprimido. Parte I

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- Entonces sabes que se siente tener un deseo erótico? – dice Nancy, hermana de Penélope, quien nos contará su trágica historia.

- Yo solo busco enamorarlo todos los días, mantener el bienestar y que me provoque estar con el siempre - interrumpe Penélope el curso de la conversación.

- Pero el no hace, ni hará eso contigo ¿lo sabes? -dice Nancy

- Prefiero pensar que si lo hace. Más quisiera ser valiente y aceptar la verdad que el mundo a preparado para mi -

- El drama no te ayuda en nada, solo retrocedes, como los políticos con sus maneras de gobernar actualmente-

- Sabes Nancy, nuestra primera vez fue hermosa. Yo era virgen, él no sabia, y tuvimos el mejor sexo. Todo comenzó una tarde, terminamos de ver una película, fue lo mas típico, pero lo mas extraño. Yo lo bese, y el a mi, no pasaba nada aun. me pare para ir al baño y al salir lo encuentro frente a mi

- No puedes pasar - dice él.

- Por qué no? - le digo y río -. Entonces me toma de la cintura con su brazo y me acerca a su cuerpo, podía sentir su miembro erecto en mi vientre.

- Porque eres mía, y no quiero que pases hasta darme un beso - dice él.

Entonces poso mis dos manos en su rostro y me levanto en cuclillas para besarle. Ahí sólo roce mis labios con los suyos, para que pusiera su otra mano en mis caderas acercándome aún más, y me besa ardientemente, era suave, delicado, sin dejar nada salir de su boca mas que su lengua para tocar la mía.

Damos una media vuelta y quedamos en el medio de la habitación, la cama estaba frente a nosotros. Comienza a subir sus manos hasta mi cabello, lo acaricia mientras me besa. Baja de nuevo las manos por mis brazos, sigue bajando y las posa en mis caderas, las aprieta y sigue bajando hasta mis nalgas, vuelve a apretar y se siente tan rico que quiero que me toca el sexo. Deja su mano izquierda en las nalgas y sube la mano derecha por mi pierna derecha, pasa por mi abdomen y llega a mis tetas, las aprieta con fuerza y gimo, estaba tan excitada que no sabia como reaccionar, el empieza a jugar con ellas con sus manos, se aparta, me mira, y dice:

- Me gustas mucho -

Y a continuación se acerca, me besa el cuello, luego empieza a quitarme la camisa, y ahora me besa la oreja mientras me quita el sostén. Lame mis senos con suma delicadeza y las aprieta con sus manos. Estaba muy húmeda.

Yo lo beso, el me besa, y ahora soy yo quien lo acaricia, le besa la oreja el cuello, le acaricia la espalda, luego bajo, le toco las nalgas, se las aprieto y el a mi, paso una mano por su sexo, estaba tan duro que me espantaba, pero era inocente. Ya estaba sin camisa. Bajo la cabeza y desabrocho su pantalón, cuando subo para verlo me besa apasionadamente, y nuestras lenguas se conectan entre si. Entonces me doblo, para besar su sexo, como me habían contado mis amigas y había visto que lo hacían las mujeres en la tv y me levanta por los dos brazos, me besa, y dice:

- Primero quiero hacerlo yo -. Asiento con la cabeza.

El me invita a acostarme en la cama, y lo hago. Se acerca, me quita la falda que traía, y se acuesta a mi lado, de perfil, apoyado en su brazo izquierdo. Me besa con pasión y va acercando poco a poco su mano a mi sexo, se desliza lentamente por los laditos del vientre y y me toca por encima del blumer, por suerte me había recortado la noche anterior.

- Estas muy húmeda - dice.

Yo me sonrojo, y le digo - Tu me provocas - Y sonríe pícaramente.

Nos miramos, y pasa su manos dentro del blumer, y comienza a tocar mi clítoris suavemente yo no evito gemir y con mis manos acerco su cara para besarle, luego tumbo mi cabeza en la almohada y disfruto del placer que me daba.

Ahora se posa encima de mi y me asusto, aun no estaba lista

- Tranquila, esto te va a gustar - y se baja un poco hasta tener su cara frente a mi sexo, entonces empieza a lamer y yo gimo, me retuerzo y me siento muy excitada. Además de su lengua yendo de arriba hacia por mi vagina, posa un dedo sobre mi clítoris y lo masajea, yo ardo, gimo esta vez mas fuerte, no podía controlarlo

- Te lo dije. No te guardes nada - dice el.

Y yo - Estoy lista, quiero que estés dentro de mi - le digo, casi que gimiendo a la vez. El sonríe de nuevo, pícaramente y se arrodilla, quedando sus rodillas frente a mis nalgas, dobla un poco el torso y me toma las muñecas que antes estaban a los lados de mi cabeza y las sube hasta arriba de ella.


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