Pasión a media noche.

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Esa noche se despertó sobre saltada, empapada en sudor, aún seguía sola, todavía no había llegado de trabajar y ya empezaba a sentirse intranquila, dio mil vueltas en la cama, y decidió levantarse a hacerse un vaso de leche caliente. Pensó en llamarle, pero al mirar el reloj se dio cuenta que aún era temprano y que todavía no había salido de trabajar.

Aparcó el coche, y suspiró, ese día salió pronto, pero normalmente le tocaba estar hasta la madrugada, sabía que al llegar se la iba a encontrar tumbada en su cama, respirando profundamente, le gustaba mirarla mientras dormida, viendo como los rayos de la luna cubrían su piel y su deseo por acariciarla aumentaba cada segundo que pasaba.

Metió las llaves en la puerta y abrió con sigilo, como cada noche, no quería despertarla, pero esa noche era diferente, estaba excitado y su deseo por poseerla era cada vez mayor, llegó a la cocina para dejar sus cosas, y se la encontró de espaldas descalza, con una camiseta de tirantes y unas braguitas transparentes, podía ver su culito redondo, no pudo resistir llevarse la mano a su entrepierna y notar como su miembro iba creciendo a cada paso que daba hacia ella.

Todavía no se había percatado de que le tenía detrás de ella, hasta que no pudo girarse, pues ya le tenía pegado a su espalda, sonrió al notarle duro como una piedra, sintió su respiración en su nuca, el vello se le puso de punta, cuando sus manos empezaron a recorrer su cuerpo medio desnudo, no la dejaba mirarle, lo único que podía hacer era gemir y disfrutar del tacto de su piel, poco a poco fue desnudándola mientras besaba cada poro de su cuerpo, su respiración era cada vez más agitada, estaba humedeciéndose cada vez más, sólo quería que la poseyera.

La tenia donde quería, estaba deseoso de metérsela, pero iba a esperar, quería disfrutar de ese momento, de ella, de su sabor, la giró bruscamente y la beso como si fuera la última vez que lo hacía, la tenía desnuda, era maravillosamente perfecta, la sentó en la mesa, y dejó que le mirase mientras se quitaba la ropa.

Pero ella no podía dejar de mirar el bulto de su entrepierna, salivaba, suspiraba, se excitaba, estaba cachonda, quería darle todo en ese mismo instante y morir después, la pasión y el deseo que había en el ambiente, hacía florecer hasta las flores en invierno. Al fin se quedó desnudo con su pene erecto duro y esperando a penetrarla con fuerza.

La recostó en la mesa y subió sus piernas, se agachó y empezó a besarle su abdomen hasta llegar a su monte de venus, ahí empezó a lamerla hasta llegar a su clítoris donde empezó a absorber, ella cada vez estaba más mojada, con más ganas de él, no podía pronunciar palabra, de sus labios sólo salían pequeños gemidos, gemidos que a él le iban embruteciendo cada vez más, empezó a lamerle todo su ser, saboreaba toda su esencia, quería que llegará al clímax y cuando parecía que iba a llegar, ella le paró, se levantó con brusquedad y se tiró al suelo, besando con deseo y con ganas su pene, se lo metió en la boca poco a poco, apretando los labios, así es como le gustaba a él.

Empezó a subir el ritmo, él cada vez más empezaba a volverse más loco, más salvaje, le agarró de la cabeza y empezó a embestirle en la boca, su falo estaba completamente hinchado, duro, sus venas se podían notar en los labios de ella, le daba en la garganta y eso le ponía muy bruto, en un arrebato se la sacó de la boca, la puso en pie le dio la vuelta y la empotro contra la mesa, la mesa de los deseos, abrió sus piernas, ella no entraba en sí, quería que la partiera en dos, quería gritar de placer, él sin miramientos, le agarró del pelo y la embistió con fuerza, una y otra vez, cada vez más rápido, cada vez más profundo, cada vez más intenso, sus gemidos se podían oír en todas las habitaciones de la casa, cuando ya no pudieron más, explotaron a la vez, apretó su pene contra ella, para que sintiera su corrida en su interior y su vez notar sus contracciones mientras se la llevaba a las estrellas, una vez terminados los dos, ella se levantó se giró hacia él, le besó en los labios dulcemente y le dijo, TE QUIERO.


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