Jessica 4° última parte

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Entraron a los departamentos Florida, Jessica se sorprendió que Ricardo viviera ahí, entraron al ascensor y Ricardo no pudo resistir: - eres muy hermosa, Jessica se quedó callada hasta que por fin después de un momento dijo: - No sé si decir gracias o regresarte el halago, no sé si es un halago o es un acoso sexual directo, no sé si me gusta el halago o el acoso, no sé, incluso si pudiera negarme a aceptar que me hace mucha gracia tener que decirte gracias. Ricardo, sorprendido, le dio un beso en la mejilla, la tomó de la mano y se quedó de frente a las puertas del ascensor, al abrirse éstas, Jessica salió tomada de la mano de Ricardo, entre apenada y audaz; entraron al departamento de Ricardo y se sentaron en la sala, Ricardo comenzó a hablar de la fiesta y se enfrascaron en la planeación, de idea en idea, Ricardo recordó que su vecino era contratista y podía decirle con quién ir o cómo saber para construir una estructura, la cual habían pensado para la fiesta, Jessica le pareció genial la idea y Ricardo llamo a su vecino, comentaron brevemente el punto y el vecino bajo, del sexto al tercer piso, al entrar al departamento de Ricardo y ver a Jessica, el vecino se quedó pasmado, le preguntó de inmediato, antes de que se le saludara, siquiera, si podía llamar rápidamente a su colega, Ricardo accedió y éste salió del departamento.

El vecino regresó al departamento de Ricardo a los diez minutos, no regresó solo, entraron él y un amigo que también se desarrolla como contratista, las intenciones de todos se volcaban confusas y excitantes para Jessica, Ricardo se dio cuenta de las intenciones del vecino y de inmediato puso manos a la obra, de una manera instantánea los tres hombres se habían puesto de acuerdo, Jessica notó que se excitaba más y que mientras más se excitaba más miedo sentía, Se sentaron todos en la sala del departamento, a pesar de ser un área amplia y una sala de varias plazas y piezas, se sentaron: Jessica en medio de Ricardo y el Colega del vecino, mientras el vecino se acercó un taburete y quedó frente a Jessica, como si fuera magia, entró una música de fondo, se trataba de Dido, de forma sutil la música se hacía cómplice de los acontecimientos, el vestido de Jessica provocaba todo tipo de ideas, cuando Jessica sintió la mano del vecino en su rodilla, preguntó: - qué estamos haciendo, y Ricardo le respondió: - Planeando la fiesta preciosa, mientras el colega del vecino le susurró al oído: - vamos a construirte una estructura fálica en tu panochita rosa.

Jessica entendió todo y se dispuso a satisfacer a los caballeros, las tres lenguas lamieron cada rincón de Jessica, las seis manos introdujeron sus dedos en sus agujeros, las tres vergas le penetraron la vagina lo mismo que fueron chupadas y lamidas por la boca hermosa de Jessica, ella recibió el semen de todos cuantas veces les dio la gana a ellos y ella se satisfizo al satisfacerlos, cada uno de ellos la penetró por el ano y la vagina, y ella los gozó sin pudor alguno, en dos horas había terminado la faena, el colega del vecino, metiéndole el dedo en el ano, le dijo, yo ya me voy, si no tienes como trasladarte, te acerco, Ricardo le dijo que era buena idea y Jessica, sin sacarse el dedo del colega del vecino, le dijo que sí, diez minutos más tarde, visiblemente cansada, salió del departamento de Ricardo en compañía de Julio, el colega del vecino, subieron a su automóvil y ésta, Julio, la dejó en la puerta de su casa, Jessica le agradeció y Julio no pudo contener tocarle de nuevo el trasero, Jessica, sin reparos, se incorporó, levantándose el diminuto vestido y le ofreció sus entrañas, este pelo la verga y dentro de su auto la penetró por el ano y después por la vagina, Jessica, estaba cansada pero ardiendo cada que sentía una verga junto, así que se sentó en la verga de Julio hasta que éste terminó dentro de ella.

Cuando Julio terminó por segunda vez con Jessica, ella se bajó del auto y entro en el edificio de condominios, entró a su departamento, se quitó el vestido y se tiró en la cama, durmió feliz hasta el otro día, que no fue sino hasta que el hambre la despertó.


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