2003

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2003

 Después de una noche poco usual, donde se dieron muestras de luces, ruidos y cánticos en el cielo, ocurrió el apagón. Pude ver la calle oscura de mi casa, solo interrumpida por las velas encendidas en el interior de las hogares para espantar la penumbra y las tinieblas, en la esquina se ve el espacio escasamente iluminado por un poste de luz pública, la bocacalle clara y yo mirando curioso desde la ventana. La luz  se deja caer en la calle sucia,  donde maúlla el gato y ladra un perro y me quedo helado porque al volver la mirada al comienzo de mi calle de toda la vida, veo en siluetas cruzar, desaprensivos, con calma y sin temor a molestar  a los vecinos, en columna simple, con todas sus guarniciones, adornos divinos y ceremoniales, acompañados de guardias templarios haciéndole circulo protector, a Impu, el señor de occidente, a Hap, el guardián de la tierra sagrada y a Hor, el elevado, después los muros de las casas no me dejaron ver adonde se dirigían, pero ya no tenía curiosidad, el temor pudo más. Sin embargo, sobreponiéndome a la primera impresión, me apresuré en salir de mi casa y tratar de alcanzar esa tropa extraña, llegué a la esquina de la avenida principal y lejos los divisé, apresurando mis pasos, primero a un trote ligero y después en franca carrera, logré alcanzarlos cuando hicieron una pausa, conversando entre ellos en un lenguaje audible con sonidos que nunca había escuchado, guturales y profundos, la guardia pretoriana advirtió mi presencia y dandome cara me increpó ¡Devuélvete o te arrepentirás! en un sonido metálico grueso y apocado, utilizando un mal español, producto de un traductor arcaico, en ese instante, intenté volver sobre mis pasos, pero abriéndose espacio entre la guardia, Cara de Perro, apartó su gente y me explicó en el mismo sonido metálico y ahogado ¡No comprenderás lo que voy a decirte, pero trata de entender lo poco que puedas escuchar!. Hizo una breve pausa como para que yo me situara.¡Tu y yo, somos vecinos, estamos urgidos en una misión que puede afectar a los residentes, buscamos seres escapados de nuestro vecindario, son malhechores y delicuentes, ustedes los llaman pie grande, chupa cabra y  el curupira, por lo que debemos poner término a esta situación lamentable, creada por un descuido nuestro!, sin esperar respuesta se dio vuelta y se apoyó en su cayado, retomó el rítmico andar, golpeando su muslo izquierdo con la mano que asía con firmeza la cruz ansada y continuó la marcha para unirse con Cara de Becerro y Cara de Halcón, en apretada marcha junto a la guardia, volvieron a su rumbo. Quedé fascinado con la textura y vistosidad de sus vestiduras, así como los instrumentos ofensivos que portaban, resaltaba  Cara de Halcón distinguido con una corona doble rematada en una luna y un disco solar con alas dentro de un ojo adornado en granate, ónix y jade. Cara de perro con su máscara negra y luz naranja en los ojos rabiosos, todo envuelto en una capa de color rojiza, símbolo de la resurrección y la fertilidad, con un olor de limo húmedo que asfixiaba, éste agitaba nervioso sus dos orejas puntiagudas,  y el más adelantado, casi rompiendo la oscuridad, Cara de Becerro con un traje lustroso e impermeable, parecido a nuestro plástico de color dorado brillante, coronado con un disco solar entre sus cuernos, protegido por una coraza cubierta de escamas superpuestas de cierto metal opaco bermejo, y su andar macizo y oscilante dado por cada paso cuando se apoyaba con fuerza en cada una de sus corpulentas piernas, protegidas por altas botas de cuero ocre y cordones negros. Al rato de tratar de mantener sus pasos, perplejo desistí de la persecución ya que diez pasos míos, eran uno de ellos, desalentandome el seguirlos y compartir la incursión nocturna, así que después de un trecho de perseguirlos, los perdí pese a mi voluntad y me sentí agotado por el esfuerzo, de repente me sentí solo y en oscuras, el temor volvió a asaltarme, por lo que  regresé como pude a mi casa, con el escaso aliento que me quedaba, despues de sortear la oscuridad, ya llegando a la puerta de mi refugio,  una gran luz en el cielo me iluminó en un gran relampago y mas que ver, sentí que la luz blanca se acercaba al vecindario en línea recta y de repente, en un instante, ascendió rauda y vertical hacia el espacio oscuro, donde en segundos, se empequeñeció lentamente desapareciendo de mi vista. No sé si esto tendría alguna relación con la experiencia previamente vivida, hoy lo pienso y  dudo todavía, pasados algunos años cavilo entre un mal sueño o un contacto imprevisto con el vórtice de nuestra realidad paralela, esa realidad que aflora de  vez en cuando en nuestra rutina y la fragmenta sin explicación razonable, asustandonos y buscando permanentemente una explicacion que justifique su existencia.

 


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