Bagheera

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En una noche repleta de estrellas negras, unos ojos esmeralda acechan en la gran selva de Arambolanka. -La cría tiene que comer- es en lo único que piensa con el vientre mojado por el tacto del pasto. Quieta como la oscuridad, mimetizándose con ella, oculta tras los arbustos parece formar parte de la misma noche. El arroyo que tantas veces ha apagado su sed humedece el ambiente y la sofoca de calor. Solo un hilo de aire entra y sale de sus entrañas aunque no jadea; no debe hacerlo si quiere que la cría coma. Lleva varias horas en la misma posición dejando de lado los mosquitos, el ansia y su propio hambre. Sabe que tarde o temprano todos los bichos beben, ya sea de día o de noche. Las esmeraldas culminadas con un remate negro escudriñan los alrededores examinando cualquier movimiento, prestando atención a cualquier sonido que el aire le trae. El viento que viene de cara le cuenta que no lejos de allí se acerca una presa. Antes de que haga acto de presencia se pone en posición de ataque.

Con la cautela de quien coquetea con la muerte emerge de la maleza la presa, sedienta, asustada, en guardia, a punto para salir viva de allí. Las esmeraldas se clavan en ella. Está lejos, en la otra orilla, pero tiene que beber. La presa no la ve, no la oye, no la huele pero necesita menos que eso para evaporarse de allí en una diabólica carrera  por la cerrada oscuridad. Poco a poco, la presa se acerca al arroyo, escuchando los ruidos de la noche. Hoy la oscuridad cruje más de lo que a ella le gustaría, en especial un crujido cercano que la saca de quicio. Ese crujido aparece y desaparece, es intermitente y peligroso. Solo piensa en sofocar su sed y salir de allí cuanto antes. El crujido parece moverse, suena delante, detrás y a los lados. Con las orejas en guardia y los ojos repletos de inseguridad sumerge sus labios en el cauce y traga con frenesí. El agua está fría como la noche, como el crujido cercano que ha cesado al fin. Solo cuando la sed la abandona prepara su vuelta a la madriguera; pero para entonces Bagheera ha cruzado el arroyo y situada detrás de ella le muestra a su presa que la muerte vive esta noche en su mandíbula. -Hoy cenará la cría- piensa satisfecha mientras la sangre le gotea entre los colmillos?


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