El laberinto de la corrupción, Retorno. 2 de 3

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Bien venido a las grandes ligas.

Es simple: si oferta abrimos la negociación, la iniciativa no puede venir de nosotros, no voy a tolerar blancos sepulcros, ¡Estas son las chingadas Grandes Ligas!, estamos por los negocios, ¿Por qué clase de imbéciles quieren pasar?.  Escúchame : Antes de la próxima reunión asegúrate de que tengan una buena posición, haz la tarea, no los dejes decepcionarme, recuerda todos los lineamientos, soy intrazable, por eso he depositado mi confianza en ti. Adiós, cuídese.

Una enorme cafetera,  la enésima taza de café, aterrizada a ritmo de güiro por un pulso deplorable. Su mirada fija en el horizonte de la ciudad solo obstaculizada por la zigzagueante columna de humo de cigarro. Un argumento en silencio expuesto frente a la presencia imaginaria de su padre fallecido:
Mira el jefe del jefe, aceptó un truculento antecedente, luego mantuvo las estructuras intactas, productivas, y mientras tanto a lo Pilatos rompió el record de auditorías.  El mensaje que mandó fue bien claro: ningún imbécil (improvisado) tendrá negocios en mi administración. Así es la cosa: si no eres imbécil hasta la contraloría respetará tus negocios.
Tu sabes cuánto costó no ser imbécil : 15 años de recluta y mirón de palo (perro de carnicería), y 10 de peón (agachón, conformista, colaboracionista). Cumplidos los requisitos llegó  esa doble vida deseada: estoico republicano de día y acomodado emprendedor de noche. Que la izquierda no conozca derecha.
Papa: ésta catástrofe es cosa aparte.
El diagnóstico fue practicado por simuladores e incompetentes cuatro veces seguidas, no es extraño que los planes fueran inservibles (imagina: provienen de la época en que eran simples trámites para acceder a las arcas del erario a vaciarlas). Luego los males planes condujeron a malas decisiones, ahora en medio de ésta recesión mundial, sin dinero para una contingencia de tan grandes dimensiones, sin previsiones adecuadas, claro: catástrofe garantizada.
No quiero, no puedo sentirme culpable, yo no inventé el sistema, yo no apadriné 40 años de estupideces, éste es solo mi momento histórico. Si, ahora, los intelectuales despotrican, se rompen la vestiduras, pero como gozaron, como alabaron al recibir los favores de manos de los responsables de esta desgracia. Los entiendo, ellos solo hacen su tarea en este gran juego.
Los que precedieron la revolución y vislumbraron toda su crisis, pudieron migrar, salvando  familia e intereses. ¿Qué caso tenia quedarse?, nadie podría evitar el proceso desatado, ¿A nivel personal es coherente culpar su deserción?.   Es solo una cuestión de enfoque y tiempos. He sido lo suficientemente inteligente, y he aprovechado el tiempo, dentro de poco quedará nada gota que repartir. ¿Cómo culparme?, ¿Cómo culpar a alguien que abandona rápidamente el incendio con sus ahorros?.

Retorno

El hombre que acostumbraba charlar consigo mismo en voz alta, intentó ponerse de pie desparpajadamente, sin lograrlo, se derrumbó  escandalosamente, derramando el contenido del vaso en su mano.

Sábanas blancas.
Manos lentas, torpes, acarician ásperas sabanas con olor a cloro.
Paredes blancas en una habitación lacónica.
- Un hospital. 
- ¿Cómo he llegado hasta aquí?.
En su piel, en todo su cuerpo, quemaduras:
-¿Cómo me hice estas cicatrices?.
-¿Estuve inconsciente?
-¿Cuánto tiempo?.
-Que cansado me siento.

Le envuelve un bata blanca, y una etiqueta. Sus ojos reconocen un nombre y la inicial "V", la “V” de Verdugo.  Él es Verdugo, un vacio se adueña de su estomago. Pero el sueño le vence.
-Seis meses sin lucidez pero al fin responde.¿Un medico? inicia un interrogatorio, a su lado una mujer, de rostro familiar. Ella lo termina de volver al mundo.
Ignorando las preguntas el hombre recostado grita. Luego un llanto contenido, después sollozos febriles, infantiles.
-Disociación de la realidad,  incapacidad de auto reconocimiento,  conducta esquizoide.
-Su familia ya viene en camino, les he notificado que “despertó”.
-¿Es que todo a ha sido una pesadilla?
-Tiene más de 6 meses aquí.
-¿Y Silos, mi amigo?
Buscando con la mirada lo reconoce entre las fotografías, y lo señala.
- Lo he visto por aquí, seguramente podrá verlo después.
- Estoy vivo, ¿Que tendrá para decirme?, gracias a Dios, tenemos una nueva oportunidad.
- ¿Vendrá, mi esposa?
- Seguramente, ella viene al menos tres veces a la semana.

-Sangre amarga, sangre amarga. ¿Porqué repito esa frace?.

 


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