Una excitante sorpresa 1/7

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Había llegado a casa y parecía vacía, pero al adentrarme vi que en nuestra habitación había luz, fui para allá como cada día a descalzarme y ponerme cómodo y al asomarme por la puerta te vi en la cama, estabas a cuatro patas, desnuda y de frente a la puerta y detrás de ti también desnudo y tomándote por la cintura había arrodillado un hombre, estaba quieto, como expectante de lo que estaba pasando al verme, te me quedaste mirando a los ojos y sonriéndome me dijiste -sorpresaaa-.

 

En ese instante recordé que hacía días me habías dicho que estabas preparándome una sorpresa que iba a gustarme mucho, nunca me habría imaginado que era eso lo que preparabas y por lo inmóvil que se había quedado tu acompañante creo que para él también era una sorpresa todo lo que habías planeado. -Esta era la sorpresa que quería darte- me dijiste, -estoy segura que sabrás apreciarla y disfrutarla como creo que yo que la disfrutaras- continuaste diciéndome sin dejar de sonreírme y sin moverte. El seguía inmóvil, con los ojos muy abiertos, se notaba en su cara de asombro que recién ahora estaba dándose cuenta de que era lo que estaba pasando en esa habitación, pero tu comenzaste a arquear tu espalda hacia arriba y abajo, intentando reemplazar el movimiento que él había interrumpido al verme aparecer por la puerta y moviéndote así me dijiste -se siente muy excitante, creo que si se lo propone podría matarme de tanto placer- y acto seguido giraste tu cabeza por encima de tu hombro derecho para verlo a los ojos y moverte con un poco más de intensidad como reclamando esa muerte anunciada.

 

Pero estaba claro que eso seguía sin ser parte de los planes de él y soltando de tu cintura su mano izquierda te tomo del cabello y te levanto hacia el, pego tu espalda a su pecho se acercó a tu oído y en ese momento lo escuche susurrarte -si quieres que sigamos dile que se vaya- y como intentando convencerte de que tu mejor decisión era echarme a mí de la habitación comenzó a chupar y darle pequeñas mordidas al lóbulo de la oreja que había sido susurrada en ese momento a la par que levanto su otra mano de tu cintura y la llevo a una de tus tetitas y comenzó a jugar con tu parado pezoncito entre sus dedos. Mirándome me dijiste -puede que sea mejor que te vayas- y guiñándome un ojo continuaste -creo que no te gustara ver cómo me tratara y las cosas que me hará-

Me quede viéndote un instante y me gire, como yéndome del salón adyacente a la habitación, apague la luz dejándolo a oscuras pero en lugar de salirme volví y me senté en una silla que estaba en la penumbra, desde la cual podía ver toda la cama. El seguía en la misma posición en la que los había dejado, tu rodeabas su cuello con tu mano derecha, como no dejándolo que termine de besar tu oreja y tu cuello y tu mano izquierda estaba frotándose contra tu coñito, te frotabas lentamente pero se notaba que lo hacías con mucha presión, -y ahora que estamos solos que?- le preguntaste, -ahora no tienes quien te proteja- te dijo el mientras con la mano que tenía en tu cabello inclinaba tu cabeza hacia la izquierda y te daba mordiditas en tu cuello, entre mordida y mordida te dijo -indefensa haré contigo lo que quiera y como quiera- y por cómo se aceleró tu mano en tu coñito pude deducir que ese comentario te había excitado mucho.

 

Disfrutando de la supuesta soledad que tenían volvió a embestirte, no lo hacía rápido ni con mucha fuerza, pero si de manera profunda, eran unos largos recorridos los que hacía para penetrarte, lo estabas disfrutando y yo, en la oscuridad, comenzaba a disfrutarlo también, parecía que yo podía sentir el roce de cada embestida de su polla en tu vagina, porque con cada uno de sus empujones mi polla se ponía más y más dura debajo de mis jeans. -estas comenzando muy bien- le dijiste, entonces él se detuvo en ese momento y saco su polla de dentro de ti y te dijo -lo importante no es lo bien que yo comienzo sino lo bien que tu acabes, y te prometo que cuando terminemos no recordaras ni como comencé-.

 

Al oír su comentario sonreíste mirando a la oscuridad, sabias perfectamente que estaba yo ahí viendo el espectáculo que me habías preparado, sin soltarte el cabello se puso de pie detrás de ti y por arriba de tu hombro derecho dejo asomar su polla, no tenía ningún parámetro para compararla pero era grande, se la veía larga y gorda, con la cabeza peladita y rosadita, su polla era muy blanca como lo era el, era muy venosa y llena de pliegues, estaba toda húmeda de estar en contacto con tus fluidos y como característica se veía que era torcida, todo el tronco de su polla se curvaba hacia su izquierda y su erección era más alta de lo normal, no quedaba horizontal sino que apuntaba un poco para arriba. El era alto y estaba todo rasurado, no tenía ni un solo pelo en todo su cuerpo, eso era algo que no te atraía especialmente de un hombre por lo que estaba seguro que era la primera vez que lo veías sin ropa.

Giraste un poco tu cabeza hacia la derecha y encontraste a un palmo de tu boca su glande, grande, empapadito y rosadito. Entreabriste un poco la boca y asomaste tímidamente tu lengua para darle un par de lamidas antes de meterte toda su cabecita en tu boca, con tu cara a un costado de su pene habías absorbido su cabeza con tu boca y por como abrías la boca parecía que no entraba más nada que su glande en tu boquita. El empezó a embestirte suavemente y yo podía ver como con cada una de esas embestidas se hinchaba por dentro tu mejilla izquierda, poco hacías, con tu mano izquierda continuabas tocándote y la derecha subía por entre sus nalgas recorriendo con suavidad su nalga derecha para perderse detrás de el, imagino yo que agarrada de sus nalgas. (...)

 


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