Laura 2º parte

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Mi respiración estaba agitada, tragué saliva, no salían palabras de mi boca, me sentí tensa nuevamente, pero no soltaba su miembro, tal vez de puro nerviosa, él metió su mano por debajo de mis poleras y acarició mi espalda, un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero el lo detuvo con un cálido beso. Lo dejé de besar con algo de temor y lo miré, ¿que me quieres hacer? Pregunte estúpida pero inocentemente. -Quiero enseñarte a disfrutar y a que disfrutemos juntos, habló mirándome de forma serena pero firme. Una vez más me dejé llevar por su encanto y seguí apretando su pene en mi mano, él se giró, se sentó frente a mi y tomándome de ambas manos me incorporó hacia él, me quitó la polera, y luego solo quedó la más ajustada, el instinto me hizo retroceder, pero su mirada trajo me dio paz. -No temas Laurita, confía en mí, se quitó la polera, era muy delgado, pero pese a ello sus músculos estaban ahí bien puestos, en ese minuto aprendí lo que era sentir deseo y solté el freno, levante mis manos para que terminara de quitarme la ropa que cubría mi torso, nos observamos el uno al otro jadeantes de deseo, deslizó sus dedos por mis costados haciendo tiritar mi piel de desconocidas sensaciones, luego mi espalda y subió por mi cuello, sentía un calor inmenso, mi corazón latía a mil, instintivamente me puse de rodillas dejando mis voluminosos pechos frente a su cara, sus manos grandes presionaron mi espalda y hundió su rostro entre mi carne, caí hacia atrás y él sobre mi, besó de forma descontrolada mis pechos, yo sentía que mi piel ardía, y entre mis piernas un calor húmedo y desconocido empapaba mis calzones.

Caminé a casa con muchas emociones mezcladas en mi mente y mi corazón, mi respiración estaba algo acelerada, cuan fuertes son los recuerdos que se graban con fuego en el alma, Al abrir la puerta del departamento estaba todo en su lugar como siempre, el sofá, el mini bar, etc, corrí la cortina y miré la ciudad pensando en Daniel, los zapatos, cartera y chaqueta quedaron en el camino, otra vez estaba junto a ese ventanal, apagué la luz y me iluminé solo con las luces de afuera, ¿Donde se esconderán los brazos que mi piel anhela?, ¿donde se esconden las caricias que alguna vez me hicieron temblar? Cerré los ojos y pensé nuevamente en él, desabroché mi falda y la dejé caer a mis pies como invitándolo desde esa lejana ventana a recordar a la niña con la cual disfrutó alguna vez, me acerco al mini bar y serví dos copas de vodka con hielo, hice un brindis imaginario y me bebí de un sorbo la primera copa, luego tomé la segunda y me acerque a la ventana con ella en la mano, un calor delicioso recorrió mi cuerpo, bebí con sorbos breves mientras seguía buscando entre las calles lejanas la vida que perdí. Mi cuerpo tomaba calor de a poco y me desabroché la blusa también como llamando a este Daniel ya imaginario a disfrutar de mi piel, solté el sostén y finalmente solo me cubría la blusa abierta hecha de una tela texturada que rozaba mis pezones de forma excitante y mis calzones que estaban escondidos entre mi barriga y mis piernas. Miré el cielo estrellado y viajé a ese momento, volví a sentir ese calor en toda la piel, dibujé en mi mente el cuerpo fibroso de ese hombre, sentía como presionaba mis pechos apasionadamente, como besaba mi cuello y como buscaba quitarme los pantalones, cuando era niña solía usar unos jeans ajustados que se me veían horribles, pero era la moda punk que yo seguía, Daniel estaba muy excitado y empezó a tirarlos, pero era tarea difícil, yo también estaba muy excitada, tenia calor y le aparté de mi cariñosamente, espera un poco le dije decidida de lo que iba a hacer, me pare frente a él, quite mis zapatillas con los pies, y empecé a bajar los pantalones, fue muy engorroso ya que mis anchas piernas estaban acaloradas y el jeans se pegaba a mi piel, él estaba descalzo, vestido también solo con un jeans, se paro detrás de mi, me abrazo calidamente y me susurró al oído, déjame a mi, puso sus manos en mis caderas y empezó a bajar con tirones firmes pero a la vez delicados, a la vez que iba bajando pesaba su aliento caliente por mi espalda y hacia que los placenteros escalofríos se acentuaran más y más, finalmente bajo los jeans y su cara quedo a la altura de mi trasero, deslizó su lengua por los bordes del calzón y yo sentía como si me orinase de lo mojada que estaba mi vagina, mi respiración estaba agitadísima, pero no sabia que hacer, aun quedaba algo de temor en mi, se paro atrás y sentí caer sus pantalones, de los nervios no quería darme la vuelta, pe apegó hacia él y su piel caliente quemó mi espalda, tomo mis pechos entre sus manos y respiraba agitado en mi oído, sentía su virilidad presionando mi espalda, sus manos bajaron y se metieron dentro del calzón, una abundante vellosidad separaba sus dedos de mi deseo, yo estaba como una estatua, me quitó la ultima prenda y yo estupefacta lo miraba con deseo y temor. Leyendo mis miedos preguntó, -¿es la primera vez cierto?. Desesperada de miedo y deseo le dije, -solo hazlo pronto, entonces me tomó cariñosamente y me tumbo de espaldas al borde de la cama, mis pies quedaron tocando el suelo y mi sexo caliente y lubricado estaba a toda su merced.

Dejé la copa a un lado, seguí mirando la ciudad y me sentía tan excitada como ese día, deslicé mi mano por debajo de mi barriga, entré bajo lo que me quedaba de ropa, ya no existía la vellosidad de antaño por lo que fácilmente mis dedos pudieron sentir la tibieza de mis labios mojados, como lo sintió también Daniel, quien me toco por primera vez el clítoris, sentí un tiritón descontrolado y con la mirada le pedía más, estaba parado frente a mi, veía su miembro tieso, lo deseaba pero no podía quitar del todo la sensación de temor, sin dejar de acariciar casi artísticamente toda la zona de mi vagina con una mano, con la otra tomo su pene y lo acercó hasta la entrada, -esto te va a doler un poquito Laurita me dijo con ternura, me miro a los ojos y yo con la mirada le imploré que entrará. Me muerdo los labios con ese recuerdo, hoy mis dedos simulan tristemente el pene de Daniel. Me dijo -relájate, concentra tu mente en las sensaciones exquisitas que sientes. Puso la punta del pene en la entrada y empezó a masajear los bordes de mi vagina con ella, sentía como si todo mi cuerpo fuera una vagina y Jaime fuera un pene que se revuelca alrededor esperando el momento preciso para entrar, poco a poco se acercó, una vez que su miembro estaba empapado de mi ser, introdujo de un golpe la cabeza del pene y un grito enmudecido se deshizo en mi garganta...


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