El hombre que se parecía al Papa

Por
Enviado el , clasificado en Humor
1993 visitas

Marcar como relato favorito

El hombre que se parecía al Papa


Como narraba Bob Newhart, en “The man who looked like Hitler” algunos podemos parecernos tanto, como para confundir, esto puede ser curioso o cómico, pero la similitud con una celebridad se puede volver realmente incomoda. Así le sucedió al protestante Berlinés Theodor Krieg hombre de negocios y modales exquisitos, cuyo parecido con el jefe del Vaticano,  no pudo ser ignorado en México, país de extensa población católica, a dónde el Sr. Krieg descuidadamente viajó de negocios en el 2012, coincidiendo con la visita oficial del Papa.
Múltiples y sorprendidos interlocutores, le exaltaron reiteradamente su parecido con el pontífice, hasta llevar al Sr. Krieg al borde del hartazgo. Todo mundo coincidía que su rostro, sonrisa y osco acento sajón, (que en México era imposible diferenciar de las variantes regionales de Europa), eran idénticas a las del Papa. Sin embargo el Sr. Krieg estoico, disimuló su molestia, manteniendo una cordial sonrisa, restando la importancia a los comentarios, y recobrando sus asuntos de negocios. El Sr. Krieg  logró partir de México con una gran cartera de negocios, pero con aún más bromas hechas a sus costillas. Tan fastidiado quedó el Sr. Krieg con todas las referencias sufridas, que desde el abordaje de su viaje de regreso, planeó prenderse del periódico para ocultar su rostro y consumir dos botellas de tinto para dormirse cuanto antes, reduciendo los contactos y conversaciones al mínimo. Pero el episodio más recalcitrante estaba, por sucederle, protagonizado por Lucas Zamarripa un conocido periodista de espectáculos, de vulgar y negro sentido del humor, acostumbrado como los de su especie a abusar impunemente de la palabra y de las celebridades en situaciones incomodas y aún más de los incautos mortales. Sin embargo, Zamarripa ya enfocado en su papel de payaso de producción matutina de tv barata, comenzó su mal guión, en voz alta y teatral, suficientemente alta como para ser notado y escuchado por los pasajeros circundantes.
- Buenas tardes, es un honor para su servidor.
Kreig - buenas tardes. Sin dejar su lectura.
Zamarripa - Que gran oportunidad para compartir con un extranjero la perspectiva de los escándalos de pederastia del clero en México y los Estados Unidos.
Inmediatamente, murmullos y sonrisillas disimuladas de otros pasajeros, (especialmente de adolecentes), quienes ya habían notado el parecido.
Kreig - Disculpe caballero, pero el tema no es de mi interés.

Zamarripa - Si claro eso ya lo sabíamos oficialmente. Pero discúlpeme, soy E. Zamarripa viajo a Seattle y luego a Italia. Y Ud.?.

El Sr. Krieg, visiblemente molesto, baja el periódico,
- Sin escapatoria todos los pasajeros de este avión nos dirigimos a Seattle.

Zamarripa - Ud. disculpe la pregunta, solo trato de ser amigable en un viaje tan largo.

El Sr. Krieg, guarda silencio, desde detrás de su periódico.
Zamarripa - ¿Sabe? me encontraré con mi esposa en Pizza.

El Sr. Krieg, en tono molesto -  Claro caballero, verá Ud. yo no tengo esposa.
Zamarripa - Si, por su puesto Ustedes no les llaman así, pero de cualquier forma las suyas sí que son históricamente famosas.
el Sr. Krieg hace una mueca de profundo desagrado.
-Mi esposa falleció hace poco.
Regresando al periódico, después de dirigir una severa mirada al periodista, mientras se pregunta internamente si acabará la conversación mediante alguna grosería, pero su diplomacia, lo reduce por enésima vez.

Zamarripa, conocedor de las paciones humanas, arremete:
-Siento lo de sus esposa y admiro que al fin se sinceren desde su fuero, en su verdadera condición. Creo que incluso sus mujeres merecen protección y derechos legales, espero que después, consideren también pagar impuestos…
Sin dar tiempo a una respuesta, Zamarripa, llama a la sobrecargo con un grito bien sonoro.
 - Señorita me podría traer un poco de Tequila por favor.
Al escuchar tal petición, el Sr. Krieg olvida su alegato, baja el periódico y se apresura a pedir su par de botellas de tinto, en un inglés  de fuerte acento, germano.
Inmediatamente la sobrecargo parpadea sorprendida contemplando la cara arrugada y el par de enormes orejas, del Sr. Krieg, quien intenta reprimir su mal humor al notar la reacción. Nuevamente regresa detrás de su muralla de periódico. Mientras que Zamarripa cruza miradas con la sobrecargo, que aún no sale del estupor, y agrega:
-Señorita pensándolo bien además del Tequila tráigame rompope o un poco de Sangre de Cristo y obleas, creo que compartiré con mi compañero. La sobre cargo no puede evitar engancharse y huye mientras hace grandes esfuerzos para contener la risa, otros pasajeros estallan en risotadas.
Repentinamente una niña cruza el pasillo buscando almohadillas, y Zamarripa, le dice:
- Hola pequeña turista, ¿Viajas con tu Mami?, - Tu papi, bien dile que en éste vuelo viaja el párroco más “picudo” del mundo. ¿Cómo se llama?, Ratzinger. No, no, Ratzinger, no “Mazinger”. “Rat”, si como rata, si, el mismo, exacto. Pregúntale a tu papa quien es. Nos vemos pequeña. Para entonces la risa alrededor era monumental. Zamarripa estaba orgulloso de montar el espectáculo del momento.
El Sr. Krieg incrédulo ante la situación, termina perdiendo los estribos y nerviosamente intenta quitarse el cinturón de seguridad para asestarle una bofetada al payaso de cuarta, pero la sobrecargo regresa  sobrepuesta y le pide al Sr. Krieg, descansar su espalda y abrocharse bien, pues el despegue es inminente, y seguidamente le entrega sus dos botellas de tinto, el Sr. Krieg resignado, se imagina empinándoselas de un solo trago. Al fin un golpe de sueño lo pierde del mundo hasta el arribo a Seattle, despertartando sólo por las suplicas de la sobrecargo. Se encuentra ya solo, último en el avión, para descubrir que tiene sobre la cabeza una diminuta mitra hecha con una página de revista, un recuerdo de muy mal gusto que seguramente le dejó Zamarripa, ( confeccionada por un  chico y donada a la causa del periodista). Además en el regazo del Sr. Krieg quedó un sobrecito floreado a mano, con una hoja escrita en la tierna y torpe letra de una parvulilla que decía: “Santo padre, ¿Podrías interceder con Papa Noel, para lo de mi Pony?, te prometo portarme bien todo este año”. Tiempo después el Sr. Krieg regresó a México y estableció una cadena de mercancía religiosa, luego fue  demandado por los propietarios de los derechos de la imagen de la Virgen de Guadalupe (vendidos por la iglesia católica a un particular hace dos años). Finalmente el Sr. Krieg comercializó, su propia efigie en una colección de fotografías profanas disponibles en un sitio llamado “Pope Blietz Krieg”.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed