COMPAÑÍA EN SOLEDAD

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Le gustaba trasnochar. Él, decía que la noche era como el tren de la bruja que tarda, pero siempre emociona.

Todas las noches de regreso a casa, se subía en el autobús de la línea 56, parada Gran vía y, cada noche inventaba una historia y la dibujaba en el botón Stop.

Una noche, como siempre volvió a coger el tren de la vida, de la noche, de la bruja, así le gustaba llamarlo. A su vuelta, como tantas veces, aparecía un nuevo dibujo en el botón Stop del mismo autobús.

 

Un día, la limpiadora encargada del autobús, se dio cuenta que en el botón Stop había como una especie de garabatos. En ellos, se veía algo diminuto, minúsculo, casi microscópico, con pocas líneas, pero que fijándose bien, se descifraba. ¡Sí, era un dibujo!  ¡Una historieta dibujada!

 

Su cara siempre era de asombro. Al poco su vida se vio iluminada, un cambio, como si el olor a lejía se hubiese transformado de repente en un olor dulce, penetrante, sensual e hipnótico que le recordaba ese olor a vainilla que, a ella tanto le gustaba y la hacia sentir tan bien.

Cogía  un papel arrugado que sacaba del bolsillo de su babero azul y un lápiz de esos rojos, grandes y planos. Entonces, comenzaba a escribir unas líneas.

Era muy pequeño el detalle, pero tras descubrirlo, ella se sentía atraída y le asaltaba la curiosidad. A partir de entonces, cada noche se apresuraba para llegar y mirar?

_ ¿Habría algo dibujado en el botón, algo que ella podría llegar a descifrar, que seria esta vez? _

Allí estaba, garabato visto y descifrado. Entonces, volvía a coger el papel de su bolsillo y el mismo lápiz rojo, que con intención dejaba ya preparado y tomaba nota.

Ahora las noches se le hacían muy cortas, al contrario que las mañanas. Sentía verdaderas ganas por saber, observar y así ver que le contaría esta vez.

 

 A primera vista, parecían garabatos, pero a ella le contaban una historia, que poco a poco, y noche a noche, iría hilvanando.

Pasó el tiempo y él seguía trazando líneas en ese botón que, al día siguiente alguien habría borrado.

 

Lo que no sabía era que, esas noches de tren de la bruja, habían sido interpretadas y escritas por la limpiadora encargada de la línea 56 y que, algunos años mas tarde saldrían a la luz y comenzaban así:

 

 ?Hay compañía, allí dónde nadie se hace presente? ?

 

 


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