La luz de las personas

Como gota en el desierto vino a mí esa sensación que todos hemos experimentado alguna vez en nuestro interior. Como una especie de armonía en mi subconsciente, siendo mi oído protagonista de una música celestial.

Hay personas que tienen luz, que vienen y te marcan de por vida, te marcan pero se van. Se van porque no son eternos, no es eterna la armonía, ni tampoco esa música celestial. Tan solo son instantes, pequeños periodos de tiempo en los que no somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Os hablo de la magia que tenemos las personas, de esa gracia divina que nos cae en determinados momentos de la vida y que pocas veces somos conscientes de que se nos ha presentado alguien  irrepetible.

Este concepto es muy abstracto. Se podría aplicar al amor, o también a la familia. Pero yo voy mas allá, os hablo de personas que nos dejan experiencias extremadamente nostálgicas, emociones a flor de piel como si de dos naves se chocasen y formasen una supernova. Personas únicas.

Imaginad que estáis en la siguiente dimensión, aquella donde vivir no cuesta dinero y sentir no cuesta dolor. Allí donde no hay guerras ni corrupción. Ese sitio se llama paraíso, donde habitan esas personas radiantes de luz que en ocasiones nos encontramos. Esas personas que cuando conectamos con ellas no existen guerras, ni corrupción ni hambre en el mundo. Solo existe esa armonía y música celestial que tanto hablo. Ese paraíso terrenal que pocos saben apreciar está en la persona. Saber disfrutar de la gente es saber disfrutar de la vida. Saber cuándo una persona te cambia la vida es saber que esa persona hay que mantenerla cerca. Así podrás vivir en armonía y sabrás cuando esa música celestial ronda tu cabeza.

 Si sabes apreciar esas cosas, sabes vivir lector.

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