Espiando a mis amigos.

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Quiso salvar a su nueva mascota de mis besos y mis achuchones y al quitármela de las manos, levemente rozó mi pecho. Muy suave, muy sutil. Pero algo me decía que podría a ver sido intencionado, no era la primera vez que pasaba. Lo miré con semblante serio y él me devolvió la mirada más seria aún. Así pasó un rato, bastante largo, o eso me pareció a mí. Observaba mis ojos, como si ahí estuviera una respuesta buscada por él. Era muy atractivo. ¿O no? Rafa nunca me pareció atractivo o quizá nunca me había fijado realmente en él. Pero de repente lo era y mucho. No mucho más alto que yo, casi rubio, ojos marrones miel, delgado, labios gruesos. Normalito. Pero aquel día su ceño fruncido marcó huella en mí. Salí de mi trance cuando Aitor me habló para seguir organizando la fiesta de cumpleaños.

Rafa y su novia Daniela, Aitor y yo. Dos parejas de entre 23 y 26 años. Somos íntimos amigos, inseparables desde hace muchísimos años.

Aquella noche era el cumpleaños de Daniela. Unas 20 personas habitábamos aquel gran salón del chalet de Rafa. Durante toda la noche bebimos, comimos y bailamos una barbaridad. Bien pasadas ya las tres de la madrugada el alcohol hizo que los juegos comenzaran. La botella, disfrazar a la cumpleañera, verdad o atrevimiento... una locura.

A la hora de marcharnos, Daniela y su novio nos propusieron quedarnos allí a dormir ya que varias habitaciones quedaron libres. Viendo el estado de embriaguez de Aitor, y yo que tampoco estaba para coger el coche, decidí que quedarnos era lo mejor. El chalet estaba a las afueras del pueblo y había que transitar carretera.

Dormía plácidamente cuando los ronquidos de mi novio me despertaron. Nunca solía roncar, supongo que alcohol y el baile de aquel día lo dejaron destrozado. Miré el reloj. 05:25 de la mañana. Apenas media hora había dormido y ahora no podía conciliar el sueño. Decidí aprovechar para ir al baño. Caminaba adormilada aún por el pasillo cuando escuché ruidos salir del dormitorio de mis amigos. Estaban follando, no cabía duda. Sus gemidos sonaban por todo el estrecho pasillo e inevitablemente miré al pasar por la puerta de la habitación. Estaba entrecerrada y pude ver perfectamente a Daniela a cuatro patas y Rafa dándole por detrás. Pensé en marcharme rápidamente de allí, pero mis piernas no reaccionaban a la orden que le mandaba mi cerebro. Miré aquel culo perfecto, redondo, con los músculos muy marcados del esfuerzo que estaba haciendo. La hipnosis acabó cuando de la boca de ella escuché salir mi nombre. "Andrea está aquí tesoro y quiere jugar" dijo ella.

Me descompuse por completo y no supe que hacer, si marcharme corriendo o disimular que pasaba por allí, pero entonces me di cuenta que realmente no me habían visto. " Quiere que le coma el coñito, dice que está muy caliente y que le haga ese pequeño favor" volvió a decir Dani con voz de una autentica putita.

- Hazlo nena, cómeselo todo.

- No sé hacerlo, nunca lo he hecho. Enséñame por favor.

- Chúpalo despacito cariño, atrapa su clítoris con tus labios y masajéalo con tu lengua. ? En ese momento la atrapó por el pelo y le volteó la cara para vérsela bien. Daniela hacía gestos con la lengua, como si efectivamente estuviera comiéndolo. ? Así mi vida, muy bien putita.

Y le escupía, le azotaba el trasero y me acariciaba el ano suavemente.

Estaban fantaseando conmigo y extrañamente aquello me excitó muchísimo. Cuando me vine a dar cuenta, mis manos presionaban mis pezones con una fuerza y rudeza impresionante y mi tanga estaba totalmente mojado.

Entre al baño, que lindaba directamente con su dormitorio y sentada en el váter con el oído en la pared para seguir escuchando, comencé a masturbarme.

- Quiere que te la folles Rafa. ¿Qué hacemos? Todo sea por una buena amiga. Quiere que te corras en su boca y que yo le ayude a dejártela muy limpita.

Aquello fue el detonante de mi orgasmo, que como era de esperar tardo solo segundos en llegar. Me impresionó como me corrí salvajemente con aquello. Empapé la taza del váter y aún así mi calentura seguía allí, acompañada por mi humedad.

Decidí recomponerme un poco y volver a mi habitación, aún sabiendas que después de lo ocurrido no iba a poder conciliar el sueño. Al pasar por la habitación inevitablemente volví a mirar. Rafa estaba corriéndose encima de la cara de Daniela y la excitación volvía a crecer en mi. Él miró atrás, y me vio allí plantada, frente a ellos, con mis pezones notablemente duros en aquella fina camiseta de tirantas y noté como mis colores comenzaron a brotar, fruto de la vergüenza. No dijo nada. Solo me miró y yo salí de allí pitando.

Al volver a mi habitación allí seguía Aitor, dormido plácidamente sin darse cuenta si quiera de mi ausencia.


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