Mi primer todo (8 de 8)

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El muy imbécil comenzó a tantear con su glande mis dos agujeros sin mostrar la más mínima habilidad para seleccionar uno de ellos. Le recordé en forma lacónica que cumpliera de una vez con las putas órdenes que se le habían asignado, pero acabé agarrando su miembro yo misma para situarlo justo donde debía perforar. Cuando sentí que se hallaba a las puertas realicé un movimiento brusco hacia atrás y la verga encajó a la perfección, de un solo golpe, en mis entrañas, acompañando ese envite con sendos gruñidos de placer sobrepuestos, uno más grave y otro más agudo. Creo que el grave fue el mío.

 

Sergio no parecía tener muy clara la situación en la que le había metido, sus movimientos eran irregulares y torpes, y yo ya estaba lo suficientemente mojada y cachonda para recibir una buena follada. Empujaba mi trasero hacia atrás con la esperanza de jalear los ánimos del soldado raso, pero al final tuve que agarrar su cintura con una de mis manos para marcar un ritmo más apropiado. Cuando el tío encontró la armonía le espoleé para forzar la marcha. Ahora me estaba dando de verdad, y yo intentaba no exhalar ningún gemido que delatara nuestra práctica furtiva. Apoyé ambas manos sobre la cisterna del lavabo y subí una de mis piernas sobre la tapa cerrada del mismo, de forma que mi sexo quedara más abierto y expuesto a la vista del recién ascendido a cabo segunda.

 

El ritmo de mi intruso iba en aumento. Por fin el chaval se había desbloqueado y ahora estaba disfrutando tanto como yo del momento. Prácticamente a cada sacudida acompañaba un gruñido de placer, y yo respondía con un gemido solapado.

 

-"¡Avísame cuando te corras!", le exigí en voz baja. Una reclamación apenas perceptible, pero que esperé que hubiera entendido bien, ya que no me apetecía nada cargar con un pequeño plasta retrasado nueve meses después.

 

Sus bramidos se hicieron cada vez más elocuentes, y la carne que me empalaba aumentaba en consistencia y voluminosidad. Es un momento sexual muy difícil de soslayar porque el momento álgido de los genitales de un tío suele transmitirse de forma muy explícita en nuestro interior. Pero no quería más riesgos. Le empujé con una mano hacia atrás para extraerlo de mi fondo, me di rápidamente la vuelta para enfrentarme a él y, encogiendo mis rodillas, me coloqué a la altura de su cintura y le susurré con mirada de colegiala piruletera:

 

-"Córrete en mi cara, como en las pelis porno".

 

Está claro que no se esperaba esta reacción, porque durante un par de segundos no supo muy bien qué hacer. Supongo que esperaba que yo le pajeara para dirigir su descarga, pero cuando se encontró con la polla suelta, bailando al ritmo de su respiración, se la agarró rápidamente con una mano y comenzó a masturbarse a toda prisa con el objeto de evitar una merma en la excitación. Estuvo unos segundos tocando la zambomba a gran velocidad, mientras yo permanecía agachada disfrutando su melodía y ofreciendo mi jeta de recipiente. Enseguida ralentizó los bombeos y, a la vez que esgrimía un gruñido más largo y ronco de lo habitual, soltaba con fuerza los chorros de esperma que aterrizaban sobre mi frente cruzándome la cara hasta la barbilla. Debieron ser tres o cuatro descargas potentes de leche porque me inundaron la superficie de mi tez impidiéndome abrir uno de mis ojos y obligándome a respirar por la boca, por tener las fosas nasales obstruidas con su pastosidad.

 

-"Debemos darnos prisa si no queremos perder el autocar", le comenté seguidamente, todavía con la cara hecha un mapa.

-"Sss..."

-"Ve rápido a pillar asiento, ¡y que no se vayan sin mí!".

 

Salió del lavabo a toda prisa, prácticamente con los pantalones por las rodillas, mientras yo me afanaba a eliminar el engrudo de mi piel y quedar visiblemente aceptable.

 

El resto del viaje fue una delicia. Creo que Sergio aún estaba en shock, y no abrió más la boca hasta el momento de despedirse al llegar al destino. Sin duda, el fin justificó aquí los medios. Y Lette no podía enterarse de esto. O sí. Pero no se lo iba a creer. Porque esta iba a ser la primera vez que me follaba a un completo desconocido.

 

Fin


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