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Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
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Transcurrió en mi adolescencia, después de haber experimentado mi sexualidad con distintos hombres, casi a los 17 años de edad me topé con él: Facundo, de 24 años en ese momento.

Al conocerlo era un poco inseguro y tímido, pero me llamo mucho la atención su sensibilidad, algo que no había sentido con ningún hombre, ni siquiera con mis exs.

El dio el primer paso: me invito a su casa. Me recibió muy amablemente su madre, una mujer muy dulce. Y el me llevo directo a su habitación, donde miraba televisión mientras escuchaba muy buena música (algo que me encanto).

Al pasar solo 10 minutos con el, me sentía tranquila, sin presiones ni limitaciones. Siempre tenia algún chiste, o comentario que me sacaran una sonrisa, y para sobrellevarla me hacia cosquillas. Me simpatizaba mas aun, que me peleara como si fuera un nene (siempre en broma), me hacia reír mucho.

Fue una luz en mi camino. Aunque parezca estúpido lo relatado, yo estaba en una etapa de mi vida en la cual no veía sentido ni felicidad. El me mostró la vida desde SU perspectiva. Su dulce y tierna perspectiva.

Entre risas y cosquillas, acostados en su cama, abrigados por el frío que hacia... Me beso. El beso más tierno que sentí. Nos miramos y el siguió haciéndome cosquillas, cada vez con mas delicadeza sobre mi cintura. Insistimos con los besos, ahora con caricias. Acariciaba suavemente su cuello, sentía como su perfume me encendía al acercarme a su boca, me llevaba a morder sus labios. El quedo sentado en el borde de su cama y yo encima, besándonos apasionadamente un largo rato. Después de ese largo y caliente beso el me dijo:

- ¿Piensas seguir?

- Sí. - Le respondí con absoluta seguridad.

El se levanto de la cama y camino hasta su armario, de donde agarro preservativos. Ese gesto también me gusto, otro punto para Facu. Dejo el preservativo al costado de su cama y mientras se subía encima mío me besaba con ternura. Se sentía muy lindo, suave y caliente. Le saque el buzo y el el mío. Entre besos y caricias, quedamos en ropa interior. Pero no me quiero olvidar de un detalle muy sensual: Su torso. Mmmm.. Tenía marcados sus abdominales, su piel morena me encandilaba, y la pasión con la que me besaba me encendía cada vez más. Nos metimos entre las sabanas, exhalando un vapor excitante. Mientras acariciaba su espalda sentía su erección en mi entrepierna, mi lengua recorría su cuello.


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