MANUELA HEREDIA 3

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Llego a mi nuevo puesto de trabajo con ganas de darlo todo, paso muchas horas en reuniones y
planificando el nuevo año y en breve me encuentro viajando a la central para preparar el año y los
nuevos presupuestos, 5 días con todo el grupo. Allí conoceré al Presidente del Grupo y sin yo
quererlo después de todo lo pasado parece que salta alguna chispa. No lo puedo creer, no sé por
qué se fija en mi. Soy la última que ha llegado y además está casado... pero según pasan las
reuniones mis dudas se van disipando, no hay cena en la que no se siente a mi lado con cualquier
excusa, intenta quedarse hasta tarde, acercarme al hotel...no sé cómo darle largas todo el tiempo,
no quiero una relación con un hombre casado y menos en el trabajo, hasta que el último día tras
unas copas y después de tomar la última en el hotel, sin saber como el Presidente termina
besándome antes de subir al ascensor y caigo rendida. Realmente estoy tan necesitada de cariño,
que alguien me trate bien y me encuentre atractiva en este momento me supera y me encanta y
caigo rendida a sus pies... por supuesto todo esto tendrá consecuencias.
Primera noche con él. Esos 5 días de reuniones, comidas y cenas formales e informales, dejó fluir
demasiadas hormonas entre el presidente y yo, y parecía que no era la única que lo había notado,
aunque estaba casado parecía no importarle poner sus ojos sobre mi o crear situaciones para
estar a mi lado.
La quinta noche después de unas copas y tras ese beso en la puerta del ascensor subimos a mi
habitación. La tensión de esos días me había hecho desearle con todos los poros de mi piel, de mis
manos y deseaba sus labios en mi boca de nuevo.
Una vez en la habitación sujetó mis manos en mi espalda, besándome el cuello empezó a
desnudarme llevándome celosamente hasta la cama; disfrutaba de cada centímetro de mi cuerpo
y me miraba como si fuera a atravesarme con sus ojos. No me dejó moverme mientras sus manos
y su boca se deslizaban por todo mi cuerpo haciéndome gemir como una gata en celo. No era
dueña de mis actos. Sin apenas darme cuenta empecé a tener orgasmos, sí, en plural, porque se
encadenaban uno tras otro.No me soltaba, aunque pataleara, pero una de sus manos hábilmente sujetaba las mías y la otra y
su boca hacían y deshacían mientras me dejaban exhausta con una ligera película de sudor por
todo mi cuerpo. Se levantó, me besó la frente y fue cuando me di cuenta que él no se había
quitado los pantalones, me dijo que se había hecho tarde y que le esperaban en casa pero que le
había encantado y que nos veríamos más adelante.
Mi cabeza no daba crédito, me había tirado al presidente sin quitarse los pantalones y quería más,
pero la que no quería líos era yo. Menudo lío tenía en la cabeza, pero la verdad es que esa noche
me había encantado. No sabía todo lo que se me venía encima...
Dejé la central atrás y volví a la ciudad donde me encargaría de la dirección comercial del
periódico de toda la comunidad. De lo que no estaba tan segura es de lo que había comenzado
entre el presidente y yo. Había sido solo el romance de una noche o había algo más? Mis dudas no
tardaron en disiparse, en breve me encargaron que preparase citas con nuestros principales
clientes y que pasara la agenda cuanto antes pues el presidente quería asistir a ellas. Enseguida
busqué el mejor hotel de la ciudad por intercambio con el periódico y los mejores restaurantes que
no dudaron en decirme que si y más sabiendo que los más importantes empresarios junto con el
presidente del periódico pasarían por allí en breve.
Estaba excitada como una adolescente por lo que pudiera volver o no volver a pasar. Al fin y al
cabo él estaba casado y sinceramente no me convenía nada una relación así. Pasaron dos
semanas sin saber nada de él hasta que llegó el día de la primera reunión, quedaríamos todos
directamente en la entrada del edificio del cliente a la hora acordada. Me moría de ganas de saber
como volveríamos a mirarnos.
Solo necesitaba una mirada cómplice para saber que era mío y en cuanto se bajó del coche lo
supe, me miró de arriba a abajo desnudándome con la mirada y eso fue todo. El resto del día
fuimos lo más profesionales del mundo. Luego me retiré a casa y empecé mi venganza para la
cena. Sabía que querría que yo fuera el postre esa noche y me preparé para ello. Quería vengarme
de los hombres y el presidente me lo estaba poniendo muy fácil, quizá me jugara mi puesto de
trabajo pero necesitaba venganza, y esta noche llevaría todas mis armas para jugar como habían
jugado conmigo.


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