MANUELA HEREDIA 9

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Tenía varios apartamentos en el centro de la provincia y al lado de su consulta, me instalé en
uno de ellos, en una habitación con un balcón a la calle que era como una habitación a la
libertad después de tantos meses encerrada en el almacén, que aunque era confortable no
tenía ninguna ventana al exterior. Enseguida organicé mis cuatro cosas, hice mi cama y no
podía creer que estuviera tan a gusto, sin preocupaciones, con una persona tan buena y
generosa, que se preocupaba por mí y con toda una ciudad costera para recorrer por lo
menos durante un mes sin que nadie me dijera nada, un mes para descansar, o eso pensaba
yo.
Este médico empezó a ser un poco más extraño de lo que yo había imaginado y mucho más
de lo que mi madre jamás hubiera querido para mi. Todos los días era costumbre que en la
casa donde yo me alojaba comiéramos todos juntos, las enfermeras, el chófer, la de la
limpieza, a veces venía un cura, otras unos amigos... y para esto había una chica que se
encargaba de hacer la comida y organizar la casa y posteriormente recoger y yo la ayudaba
un poco, total no tenía otra cosa que hacer. Y me empezó a contar cosas, y de ahí me enteré
de la doble vida del médico, que aunque era de misa diaria parece ser que no se perdía
ninguna fiesta fuera esta en fin de semana o entre semana pero sobre todo a partir de los
viernes. Esas fueron mis primeras revelaciones y hasta ahí me hizo gracia, pero lo siguiente
que me dijo fue que los comensales, quitando al cura por supuesto, con los que solíamos
comer eran los participantes de estas orgías , es decir, sus enfermeras, chófer, hasta ella
misma participaban en ellas y muchos de ellos cobrando. Y no eran simples orgías eran orgías
en las que había más de un azote y mucho fetichismo, tacones de agua obligatorios, mucha
cocaína, y cava y el chófer era quien organizaba y se encargaba de ir pagando todo el
tinglado. Me quedé muerta otra vez me estaba metiendo en la boca del lobo y esta vez mi
pobre madre sin quererlo había sido la causa, pero quién lo podía imaginar de un médico que
tiene la consulta llena de estampitas de todas las vírgenes y cristos y va a misa a diario y
pregona a todos los vientos lo que ayuda a los demás. Pero todo el mundo tiene su lado
oscuro y este médico tenía uno oscuro y salvaje.
De pronto en una de estas comidas me vi metida como una más en una de estas fiestas con
cocaína y enfermeras besándome y desnudándome, bajo el sopor de una noche de verano,
mientras el doctor miraba y me animaba a disfrutar de mi cuerpo y de la experiencia. La
cocaína llevó al cava y el cava a la noche mientras el médico había desaparecido a ver a sus
pacientes y reaparecer por la noche. Para entonces me trasladaron a otro de los
apartamentos que yo todavía no conocía y las chicas me ofrecieron unos tacones altísimos y
lencería para lo que me prometieron sería una noche mágica ¿En qué mundo me había
metido?
En ese momento tenía ganas, tenía ganas de ser viciosa, de meterme de todo, que me
hicieran de todo y hacer de todo, que me hicieran daño y fui a parar a la boca del lobo.
Encontré el descontrol total, mi perdición, había perdido todo el respeto por mí misma y eso lo
sabía el jodido doctor y se estaba aprovechando de ello. Así que fui la más puta, la más
cachonda y la más zorra esa noche. Follé con todos, les comí y saboreé el coño a todas y me
azotaron dejándome el culo a tiras , porque les gustaba el sexo duro y yo quería más. me
pusieron contra la pared, abierta de pies y manos y me fustigaron las nalgas , los pechos y mi
clítoris hasta gritar. Me tiraron cava por encima que lamieron muy sumisas las enfermeras y
luego una a una metieron sus puños en mi coño mientras me hacían gemir de placer. Era mi
bautizo en el apartamento del médico y querían asegurarse que repetiría más noches. Se lo
ganaron a pulso. Ya era otra de sus guarras pero sin cobrar. Empecé a ser asidua a sus fiestas, ya no sabía cuando era de noche o de día, cada vez las
sesiones eran más sadomasoquistas y a mí cada vez me gustaba encontrar más dolor en
ellas, en una de la sesiones el médico incluso llegó a clavarme 6 agujas hipodérmicas en los
labios mayores mientras su enfermera me lamía los pezones. Todo se desbordaba, su mejor
enfermera con unos tacones altísimos y un cuerpo de infarto me daba con una vara mientras
le lamía el clítoris y el médico le echaba cera caliente sobre sus pechos. Todo era extremo y
sexual y yo era la muñeca de trapo que se dejaba hacer de todo, la que siempre habían
querido
para
sus
más
pervertidos
juegos
que
ni
pagando
encontraban.
Un día el médico me cogió aparte y creo que con más morbo para él que otra cosa y sabiendo
que tenía poco dinero me metió 200 ? en el escote y me dijo que esperara que vendría un
amigo suyo muy importante y que yo sabría como jugar con él. Eso no me lo esperaba. Él
tenía sus putas, no sé por qué recurría a mí, para someterme del todo? Nunca me había
prostituido en sus fiestas, nunca había tenido problemas con los hombres que había en ellas
pero por qué así tan frío, a solas, por qué yo, por qué hacerme puta. Esto fue un duro golpe
para mi, no tuve mucho tiempo para pensar, llegó el tipo en cuestión y le hice una felación y
le largué. Algo que hoy supongo que no hubiera ni hecho, pero hecho está... Me dio
repugnacia, no estaba preparada para cosas como estas.
A partir de ahí cambió mi visión, intentó hacerlo en un par de ocasiones más que rehuí antes
de que pudiera siquiera hacerlo. Me di cuenta que me estaba utilizando para otra cosa y
empecé a hundirme más, ya no solo le bastaba como muñeca de trapo, ahora quería sacar
beneficio de mi, quería prostituirme. Así que por segunda vez, una noche cuando me quedé
sola en casa, llené la bañera, me tomé un montón de pastillas y no sé qué pasó... algo salió
muy mal, me dejé los grifos abiertos, sin querer, alarmó a los vecinos y eso me salvó esta
vez. Me encontraron sin conocimiento en la bañera, vestida con ropa blanca, casi ahogada,
pero parece que no está en mí que me muera. Aquí, terminó mi relación con este sádico
médico.


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