1 de enero de 2015 y me asfixio.

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Me llamo Anne... Me cuesta retener mis suspiros.

Me asfixio.

Mentiras...Es muy duro tener que mentirse. Mi nombre es Carolina. Anne siempre fue la fantasía de una niña dulce de mi madre, pero acabó en aborto. Como resultado de su siguiente embarazo, estoy aquí ahora, de rodillas, delante de este escritor del que me he dejado embelesar por esas palabras tan sencillas que coparon mi alma al ser leídas en la contraportada de su último libro:

”Para brillar hay que primero limpiar”

Pero no imaginé jamás que por limpiar se refería, aunque sí entreveía mi senos rumbo al suelo, de rodillas bajando sus pantalones de profesor de literatura oxidada por el poco aire que circula en la vieja biblioteca del instituto. Jamás debí repetir curso.

Me asfixio.

Tampoco pude ver con claridad que por brillar se refería a la luz reflejada por mi tez blanquecina de pasar mis noches encerrada sin tener nunca pareja que me sacara a un baile durante el bachillerato, ante el foco tras la cámara, que fácilmente tatuaría en mi ser ese vídeo que tantas veces luego con su mujer compartiría, mientras desenfundaba su pequeña “bon ninou” a la que quitaría luego la pátina.

Chupa lentamente mi bon ninou -dijo severamente la voz de escritor rota por los puros de celebración del año nuevo del 2015.

Para eso estoy aquí, para entregarte mi ser, como cada noche has deseado en tus infinitos mensajes y llamadas.

Me seguía asfixiando con cada gota de su elixir de mentiras que brotaban de su miembro, tanto que llegué a confundirlas con mis lágrimas. Una y otra vez, tragándolas tratando de complacer de la mejor forma en que pudiera masturbar a un escritor seco de ideas y recursos, con serios problemas de creerse “the must”. Nunca debí fiarme de un géminis de ojos claros.

Luego, bien despacio, hice alar de sus deseos sexuales más oscuros, que disfruté una y otra vez tratando de convencerme que era yo la que dominaba a. Pero sus duras penetraciones y mi frágil facilidad para los orgasmos hizo mella en mi, y puse rodilla al suelo, pidiendo una otra y vez más, sin saber si era amor, odio, sexo o sencillamente la historia alocada en la imaginación de un torpe escritor de novela barata erótica de baño.

En el camino a casa, me encontré sola. No recordaba sino el temblor de mis muslos, los golpes secos y repetidos bajo mi espalda estando en posición a cuatro patas, y apenas entendía donde había dejado las braguitas con esa absurda ranita dibujaba en forma de príncipe custodiando el templo de mi cuerpo.

Me aterra pensar, que esta historia puede ser la mía, ahora que estoy delante de su puerta, esa puerta de la casa mi escritor favorito a las 00:05 horas del 1 de enero de 2015.

Me asfixio.

No sé si tocar la puerta.

¿Será esto lo que me debería de suceder? ¿Lo que quiero que pase? ¿O lo que jamás a nadie revelaré?.


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