MIEDO

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                                                         MIEDO

 


       ¡No quiero miedos, no quiero miedos, no, no, no quiero miedos?! Vivir el presente y no engañarme más, esquivar la vida y todos los días volverme a enamorar de ella: de la vida. Algo nuevo me planteo, arrinconar hasta dejar cao al rival que me acompaña, quitarle las llaves al responsable de mi encarcelamiento diario. Hubo un día que le volví la espalda a la libertad y camine hasta adentrarme entre los muros del agobio y ha llegado el momento de saltar y correr sin límites, respirar, sudar, cantar, reír y también llorar. No cabe la duda, que impere la fuerza y el valor sin escrúpulos cuando de derrocar al carcelero se trata, cambiemos los papeles, en este caso apresémosle y liberemos al espíritu libre?porque esta cárcel sí apresa, sí retiene, sí doblega al espíritu. El carcelero creé ser más libre por cerrar la reja, aunque no lo sea; y el reo se sabe libre y siempre lo será porque ni con mil cadenas, ni las tinieblas le retendrán; pues el presidio rústico, el de vallas, el de rejas y alambradas caerá contra la razón, porque con la inteligencia, con la imaginación la sinrazón es ineficaz e impotente. Lo negativo se mantiene, sigue luchando por imponerse, cualquier cosa afecta y bajar la guardia o bajar los brazos no debo de hacerlo. Debo intentar atacar, lo que cuesta y agota; temo caer en la lona en el primer raund?, en el ring que de la vida estamos obligados a aguantar a no decaer. Lo seguro, sarcásticamente, se vuelve inseguro. Todo está amañado para que el miedo gane todos los asaltos de este combate. Vengo a refugiarme a coger oxigeno en el rincón del cuadrilátero e intentar ganar tiempo?este tongo no triunfará. Desde un pensamiento continuamente atormentado cómo crear belleza, cómo expresar dulzura, cómo transmitir paz, cómo aportar alegría?? Cuando el alma ansía tranquilidad con qué paz mantienes lazos con los demás. Vivir con miedo no es vivir, es penar, es pagar un tributo inmerecido aunque en el teatro de la vida actúes de forma contraria a la que se cabría esperar de un desasosiego continuo. La felicidad constante es un una quimera, sin embargo el dolor continuo es una realidad tormentosa, sientes y temes que éste se multiplique; más tristeza, más dolor: vivir en las tinieblas de dolor o del miedo a que no desparezca? no es vivir. Querer crear belleza desde la tristeza puede ser posible porque vivir es suficiente: estar vivo es simplemente vivir y lo demás son monsergas. Sonreír desde el llanto, los niños lo hacen, así como ver la luz de la esperanza desde la oscuridad que acompaña al dolor es posible también, e incluso se puede escuchar la armonía que desprende un corazón henchido desde el silencio, pese a que éste se siente y palpa en la garganta: sabor amargo, metálico. Cuanto raja el dolor a su paso hasta llegar a los intestinos, cuando piensas que su misión devastadora no tiene quien le pare?.desde lo más profundo de tu ser, algo, alguien quizás, ese yo inmenso que todos buscamos, consigue expulsarle.


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