Tríos con mi marido

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Me casé muy joven con Mario, después de haber tenido una hija con un novio de toda la vida que me dejó. Me casé porque fue el modo de acallar el escándalo familiar y porque Mario me inició en una vida sexual extraordinaria, que yo no imaginaba. Primeramente, éramos muy distintos: yo, blanca, rubia, de ojos claros; él, muy moreno. Cuando nos conocimos en la cama, me impresionó el tamaño de su pene, mucho más grande y grueso que el del novio que me había dejado. Ese enorme pene casi negro me fascinó, tanto como su potencia sexual, los juegos eróticos y el increíble sexo anal, en el que me inició de inmediato. Pero a Mario le gustaba exhibirme sexualmente y pronto yo comencé a participar activamente de sus juegos, porque todo lo que hacíamos me aumentaban el placer y la necesidad de experimentar. Él tenía muchos amigos, ex compañeros de la Escuela Militar y cuatro de ellos eran sus socios en el negocio de vender libros por el interior, una vez viajaba con uno y otra, con otro. Yo los acompañaba cuando podía y ese fue el comienzo de los tríos. Los viajes duraban dos o tres días, íbamos en el auto y a Mario le gustaba contar a nuestro compañero de viaje las cosas que hacíamos en la cama y cómo yo las disfrutaba. Una noche dormimos los tres en el mismo cuarto y Mario contó cómo me hacía el amor y el otro (se llamaba Andrés) se excitó. Mi marido estaba en slip y yo en camisón, sentados en la cama. Andrés estaba en bóxer blanco y se le notaba que se le había parado el pene. Eso me dio una mezcla de vergüenza y deseo sexual que fue creciendo mientras mi marido me acariciaba los pechos y hablaba de mis orgasmos, hasta que me dijo: "¿te animás a mostrarle la conchita? seguro que nunca vio una conchita rubia y rosada como la tuya". Bueno, a la larga me saqué la bombacha y me dejé ver el sexo y me sorprendió que me fuera agradable mostrarme. Me recosté boca arriba en la cama, las piernas abiertas y Andrés miraba cómo mi marido me acariciaba la vagina, metiéndome un dedo. "Dale, mostrale la pija a mi señora, que te la vea mientras la hago gozar", dijo mi marido y Andrés la sacó y se la vi. No era grande, era más bien corta, pero dura como un tronquito y con la cabeza grande y oscura, nunca me olvidé de la escena... Estuvimos mucho rato así y llegué a excitarme mucho mostrando mi vagina y mi marido me la chupó mientras Andrés se masturbaba y eyaculaba, dejando caer un chorrito de semen en el suelo. Después apagamos la luz y en la oscuridad mi marido me gozó bien. A la mañana siguiente también nos vimos desnudos los tres, pero ya no hicimos nada. Esa fue la primera vez que le mostré mi sexo a un amigo de Mario, pero vendrían varias más...


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