Fue muy buen sexo (2)

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Y continúa...

Era (es) un hombre singular, tan atractivo, tan elegante, en fin... tan hombre. El hombre de mi vida y solo lo tuve una única vez.

El primer beso es el mejor. Deje de besarlo por un momento, pero mantuve mi boca rozando sus labios, fue como beber un poco de su alma y darle un poco de la mía. Paso a paso me empujó hacia la cama y se puso sobre mí, besándome intensamente.

Entonces decidió que debía entrar al baño. Mientras tanto cambié el canal hasta que encontré la película "La Máscara" en uno de ellos y me entretuve viendo a Jim Carrey limpiándose la cara con un perrito. Al salir del baño, él se dio cuenta de mi interés por la tele y decidió apagarla. Supongo que me quería concentrada en otro asunto.

Volvió a besarme y a acariciarme. Quiso quitarme los zapatos, pero finalmente tuve que ayudarle, me quito las pantimedias y fijándose en mi tamaño y delgadez me dijo que parecía una muñequita. Su voz y su acento me excitaron de una forma asombrosa.

Estaba completamente mojada, y él todavía estaba vestido. Buscó la cremallera de mi vestido en mi espalda sin darse cuenta que no tenía cremallera, así que de un movimiento rápido me lo saqué por encima de la cabeza.

Entonces me acerque a él y comencé a desabrochar los botones de su camisa, llegué a su cinturón, la cremallera, el borde del bóxer y encontré lo que estaba buscando: su hermoso pene. Duro, suave y delicioso pene el de mi amante. Saboreé cada centímetro de su pene, y acaricié con cuidado sus bolas. Estaba absorta en su miembro, como si no existiera nada más en el mundo que fuera importante.

No recuerdo cuanto tiempo me mantuve pegada a su pene. Lo cierto es que con su extraño acento me dio a entender que le gustaba lo que hacía, a pesar que no me cabía todo en la boca.

Siendo mi turno lo siguiente fue mi vagina que, ya bastante húmeda por el roce, estaba ansiosa por recibir su atención. Me besó delicadamente, y tocó con su lengua cada espacio de mi interior. Me mordió suavemente el clítoris haciendo estallar mi garganta en gritos.

Entonces sentí que no bastaba, quería más, lo quería a él dentro de mí, quería saberlo todo mío, pero... condón, mi eterno némesis (si me permiten esa palabra). Odio tener que someterme a eso, duele mucho... como una quemadura, sin embargo necesario. Pero esta vez no quería. Lo que deseaba era sentir su calor y su humedad sin barreras, quería "ensuciarme" con su semen. Me aguanté la primera penetración con el plástico, y fue buena, fuerte, apretada y caliente. Pero el movimiento resultó cada vez más incómodo y algo doloroso, así que con la excusa de querer mamársela de nuevo, poco a poco lo convencí de quitárselo.

Cada embestida después de eso fue gloriosa. Él me siguió besando, acariciando, no se perdió en su placer sino que buscó mantenerme concentrada. Entraba y salía de mí lento y rápido, suave y fuerte.

Cambiamos de posición muchas veces, estuve arriba de él viendo su sonrisa mientras mis caderas hacían círculos estrechando su miembro. Luego de espaldas mientras él de pie lo hundía profundamente. También me pidió que casi me sentara sobre su boca para poder comerme con mayor comodidad (creo).

El tiempo pasó volando. Estábamos tan absortos uno con el otro que a pesar del esfuerzo físico no sentíamos cansancio. En aquel momento terminó dentro de mí y sentí como su semen me llenaba y se derramaba.

Pero todo buen sueño termina rápido. Un baño juntos, caricias y besos afectuosos cerraron esta escena de mí vida.

No sé si vuelva a verlo de nuevo algún día. Hace poco descubrí que es un empresario más importante y por lo tanto más ocupado de lo que yo creía. Por eso creo que esta experiencia fue única, como él es único.


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