A propósito de `Nightcrawler´

La falta de toda moral se une a la complacencia del morbo incontenible de un público inmaduro secuestrado por el miedo.

Los protagonistas representan la convivencia propia de nuestros días, por un lado los sociópatas ávidos de éxito, y por otro los persuadidos de que la vida es algo más que una simple alternancia a la muerte en un ciclo natural carente de sentido.

Y es que en una sociedad regida por el poder y el dinero, los primeros, los sociópatas, son los que antes comprenden la única regla que existe: Que no hay reglas. Y se adaptan a la dinámica rampante del sistema.

La dialéctica se hace así meridiana, provista de una lógica que no permite medias tintas; o se está dispuesto a todo: "Jamás os obligaré a hacer nada que yo no haría." O se está dispuesto a... morir, porque en la ciudad no resta nada, y si no eres de los que se encarga de captar el espectáculo, de amañarlo en tu propio beneficio, entonces pasas automáticamente a formar parte de él.

`Tú, que no eliges; cuídate de no ser elegido.´