EL DEVORADOR DE ILUSIONES

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                                  EL DEVORADOR DE ILUSIONES

 

            El devorador de ilusiones podría decirse que era una especie de monstruo del que no se sabía bien su origen. Algunos atribuían la aparición de este nuevo ser despiadado y egoísta a la maldad reinante, fruto de la cual se suponía se había ido engendrando.

 

           No sólo era un devorador de ilusiones sino que robaba los sentimientos de amor, bondad, filantropía, sentimientos que brotaban espontáneamente dentro de los niños , así como sus pretensiones y deseos de compartir cosas, hacer amigos etc.

 

           De tal forma las cosas ocurrieron así que los niños pronto comenzaron a desilusionarse y entristecerse y hasta intentaban ocultar o reprimir sus sueños de alcanzar sus anhelos más nobles para así, evitar que se los quitaran.

 

            Esto había producido entre la población infantil, el pasar de tener una visión dulcificada de la realidad a ver en ella una dimensión agrisada en todo lo que les rodeaba y se les presentaba y donde no cabía ningún atisbo posible de optimismo.

 

           Pronto el desencanto se generalizó y esos chicos pasaron de esa ingenuidad que les caracterizaba, esa inocencia que era el valor más preciado en ellos a la más desoladora frialdad de sentimientos en sus relaciones con quienes les rodeaban a la vez que exhibían una desgana inhabitual y ostensible a la hora de emprender cualquier tarea, cualquier juego.

 

Pero el devorador de ilusiones al contemplar el daño y la desazón que estaba provocando dejó de alimentarse de lo que era felicidad en los más jóvenes, porque aunque se alimentara de ella nunca podría albergar en él lo que en otros era un fruto genuino. Más aún, cuando observaba lo que conllevaba el saciar así su perverso instinto, comenzó a sentirse culpable por cuanto sucedía, comenzó a sentirse conmovido. Pensó en devolver a todos y cada uno lo que era de ellos y en realidad les pertenecía.

 

 

           Pronto las personas recobraron las ganas de vivir, llegando a considerar en mayor medida y aprecio todo cuanto tenían, querían, todo cuanto aspiraban. Todas estas cosas residían en ellos, por eso empezaron a su vez a respetar y valorar más sana y positivamente este caudal ,sin que esto fuera causa de desagrado ya que en tantos era motivo de alegría.

 

           Así el devorador de ilusiones se desvaneció en el tiempo como un mal sueño que es preferible olvidar por todos.

 

De este modo, la armonía y la buena voluntad se extendieron por toda la humanidad, despertando de nuevo sus nobles sueños.

           

           

 


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