Mi vecino

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Ahí estaba otra vez él. Apagué las luces del departamento y me escondí tras la cortina. Seguido, abrí un poco esta para poder ver lo que estuve esperando desde la mañana: verlo desde mi ventana.
Suena enfermo, pero desde que mi vecino llegó aquí hace tres meses, lo único que he hecho es observarlo. Al principio me asusté de mi propia actitud, ¿Por qué tendría que andar husmeando? Pero conforme pasó el tiempo, esto se volvió parte de mi rutina.
Vi cómo se dejaba caer sobre la cama y se estiraba. Cerró los ojos un momento y luego se frotó sus bellos ojos, se veía cansado. Se enderezó y comenzó mi parte favorita: cuando podía observar gran parte de su anatomía masculina. Comenzó por la camisa, quitó botón por botón y quedó sólo en la camiseta de resaque. Se deshizo de esta y pude ver su perfecto abdomen, no estaba muy trabajado, pero vaya que era un deleite para mi vista. Se levantó de la cama y se quitó los zapatos antes de sacarse el pantalón. Cerré los ojos e imaginé que era yo quien le quitaba cada una de las prendas que llevaba puestas.
Me adentré tanto en mis pensamientos que el cuerpo comenzó a aflojarse. La cortina no resistió el peso de mi cuerpo y me cayó encima. Rápidamente me eché al suelo y maldije...¿Y sí había notado algo extraño? No, no, no.
Me arrastré hasta mi habitación y traté de calmarme. ¿Y si me denunciaba por acoso? ¿Me tacharía de loca? ¡No!
Pasaron varios minutos y alguien tocó la puerta. Me paralicé por completo y sentí que la sangre abandonaba mi cuerpo, no podía ser él. Los golpes continuaron y tomé el valor suficiente para levantarme y abrir la puerta. Estaba tan nerviosa que ni siquiera me asomé antes de abrir.
Y cuando abrí? ¡Ahí estaba él! Hice el intentó de sonreír, pero no pude hacer nada. Él me estudió con detenimiento y se acercó un poco más.

-¿Todo bien? -preguntó-

-Eh,Sí.

-¿Segura? -paseó la vista por el pasillo- Estaba en mi habitación y vi unos movimientos extraños, pensé que quizá algo malo te estaba pasando.

Ese comentario hizo que el zoológico que llevaba en mi estómago comenzara a colapsar, era como una estampida ahí dentro. ¡Se preocupa por mí!

-Todo está bien -sonreí- Tengo que reforzar los agarres de las cortinas, se han caído algunas veces.

-Oh, yo podría ayudarte con eso si quieres -se ofreció con una sonrisa cuyo sentido no pude descifrar-

-Claro, ¿Cuándo puedes?

-Podría venir mañana mismo -se metió las manos a las bolsas del pantalón para dormir que llevaba puesto- Pero te pediré dos cosas a cambio.

Me sentí acalorada por el comentario. A veces mi mente va a lugares que no debería.

-Dime.

-1) deja las cortinas de tu cuarto un poco más abiertas, 2) la próxima vez ya no tendrás que imaginar.


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