Cara oculta al descubierto (VII)

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Julia no recordaba un día desde que se tiró a la piscina con Álvaro, que caminara con los pies en la tierra…, levitar se había convertido en su día a día. Cada tarde y cada noche disfrutaba de cómo le hacía sentir, como sus cuerpos hablaban por ellos mismos y cómo, cuando caían rendidos, miles de palabras salían de sus bocas compartiéndolo todo. No había secretos, solo días por delante con fecha de caducidad cada vez más próxima. Estaban frente a su último fin de semana juntos, y ante la sorpresa de amigos y los padres de Julia, esta, era la última en llegar a casa. No le importaban las discusiones con sus padres, junto a Álvaro tenía fuerzas suficientes para enfrentarse a todo.

Llegaron, como de costumbre, cada uno por su lado. Bebieron, rieron e intentaron disimular lo que expresaban sus cuerpos pero las miradas no podían ocultar. Era tan excitante mantenerlo en secreto, que Julia estaba deseando que llegara la hora de estar a solas para poder disfrutar de Álvaro dentro de ella. De repente, le perdió de vista. Le buscó disimuladamente y pudo verle a través del cristal hablando con, Pablo, uno de los mejores amigos de Sergio. Parecían alterados, y Julia deseó que la excesiva cantidad de alcohol que recorría por las venas de Álvaro, no le hiciera irse de la lengua. Apenas faltaban unos días para que Sergio volviera de su viaje y Julia aún no sabía qué decisión tomaría.

Pasado un tiempo que le pareció eterno, ambos volvieron al bar y Julia intentó descifrar la mirada, los gestos…, cualquier señal que le hiciera ver si la conversación había ido mal o bien. En cuanto pudo, se colocó a su lado en la barra.

– Eh…, ¿qué ha pasado?

– Nada, ¿por qué? -Álvaro se volvió hacia ella y pasando su mano por detrás de su cintura, la besó en la mejilla-. Todo está bien tranquila.

– Ya…, cuéntame otra. ¿Se lo has dicho?

– Tranquila, disfruta de la noche. Vamos coger unos taxis y nos vamos donde siempre. -Se dio la vuelta y volvió con los demás.

< Ya, ¿se cree que soy tonta? Él estará borracho, pero sé lo que he visto y cuando me miente>

Compartieron taxi con dos chicos más del grupo y no cruzaron palabra hasta llegar al bar que tantas cosas había visto en los cinco años que había ido con Sergio y todos los demás. Subieron a la planta de arriba y su rincón de siempre estaba libre.

– Eh Julia, en cuanto llegue Sergio tenemos que ir de Barbacoa. -Julia no pudo evitar encontrarse con la mirada de Pablo clavándose como un puñal.

– ¡Claro! No hay problema.

Todos volvieron a las conversaciones que mantenían unos con otros; Julia sintió la mano de Álvaro en su cintura y sus labios en su cuello ronroneando y suspirando en su oído. Julia intentó quitar su mano y separarse disimuladamente… < ¿Qué haces? Nos van a ver todos>, pero Álvaro no parecía, o más bien no quería, parar… < Todos están borrachos, nadie se da cuenta>, y sin más, comenzó a pasar su lengua por el suave cuello de Julia. < Para, para…, me voy, no estoy cómoda con esta situación y sé que le has dicho algo a Pablo. ¿Por qué no me lo cuentas?>, tras ver que no obtenía respuesta, se puso en pie y les dijo a todos que se iba.

– Ehhh no, ¿por qué? -Al unísono, tres se levantaron ofreciéndose a llevarla.

– Shhhh chicos, tranquilos, si alguien tiene que llevarla soy yo. Le prometí a Sergio que la cuidaría. -Álvaro se puso junto a ella y le indicó la salida con la mano. Antes de poder dar el primer paso, Pablo se puso delante y acercándose a ella le susurró… < Ten cuidado…, va muy borracho y todos sabemos cómo es Álvaro>… < Tranquilo, sé lo que estoy haciendo, os he controlado a todos estas semanas…>, se apartó despacio y bajo las escaleras orgullosa delante de Álvaro.

Salieron del local y a pesar de no parar de preguntarle, Álvaro lo que no paraba de hacer él era de tocarla y besarla sin dejar que apenas terminara cada frase. Julia se sentía débil entre sus brazos, al sentir su lengua con la suya, sus manos en su cuerpo…

– ¿Julia? -Julia se volvió y vio a una de sus amigas de la universidad.

– Hola guapa…, ¿qué tal? -Intentó dismular, pero la mirada penetrante de Mónica la atravesaba.

– ¡Vaya! Así que este es el otro ¿eh? -Automáticamente Álvaro se apartó y su rictus cambió por completo.

– Igual ya es el único…, nos vemos guapa. -Y sin esperar respuesta, Julia se dio la vuelta, cogió la mano de Álvaro y se encaminaron a buscar un taxi.

Por suerte, o más bien gracias al alcohol y los ronroneos de Julia, Álvaro reseteó el inoportuno comentario de Mónica y la arrinconó en el primer portal que encontró.

– Hummm…, no imaginas cómo te deseo, te lo haría aquí mismo. -No esperó respuesta y bajó el top palabra de honor que Julia llevaba aquella noche.

– Eh para, cualquiera puede vernos, estoy casi desnuda ¿qué haces? -Pero ¡cómo la ponía aquella situación. Álvaro no paraba de devorarla, lamerla mientras degustaba todo lo que encontraba frente a él.

Julia escapó como pudo y se dirigió a la calle principal esperando poder ver muchas luces verdes y salir corriendo de lo  que podía ocurrir ahí mismo y no tenía fuerzas para parar.

– Espera…, ¿no ves como me tienes? Venga te lo digo si te quedas, está oscuro, nadie nos verá. -Julia se dio la vuelta dispuesta a escuchar.- Me ha dicho que todos querrían hacérselo contigo, que tengo mucha suerte pero que Sergio no se entere.

Para sorpresa de Álvaro, Julia levantó la mano y un taxi paró junto a ellos. Se volvió antes de subir y le dijo… <Avísame cuando llegues a casa y… no bebas más anda>. Mirando la luces de la ciudad pasar a través de la ventana, Julia no podía creerlo… < Y ahora ¿qué? La verdad que con amigos así… Esto se desmorona>. No sabía qué hacer, su corazón se encontraba en una posición completamente opuesta a la razón, pero sabía que tenía apenas unos días para decir qué hacer y cómo.


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