Aniversario de graduación 02

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Continuación de "Aniversario de graduación 01"

 

En ese instante descubrí que mi excitación no solo llegaba del momento que habíamos alcanzado Javier y Yo, sino también del hecho de que Jorge nos estuviera mirando. Sentirme observada mientras era manoseada, hizo que mi sexo se humedeciera totalmente.

 

Ahí estábamos. De pie. Tenía a Javier a mis espaldas, desvergonzadamente frotándose contra mi trasero, sujetándome de los pechos con ambas manos y besando mi cuello. A ratos, soltaba uno de mis pechos y con esa mano buscaba abrirse camino levantando mi vestido buscando entre mis piernas para alcanzar mi sexo. Ahora, Yo buscaba con desesperación acomodar su miembro en el centro de mi trasero.

 

¿Quieres baila George? Le dijo Javier a Jorge.

 

La música seguía tocando. Javier me volteó una vez más. Javier y Yo quedamos cara a cara. Javier invitó a Jorge a unirse al baile. Jorge, se me pegó por atrás. Yo quedé en medio de ambos. Los dos acariciaban mi cuerpo desde sus respectivos lugares. Me hicieron girar para que ellos pudieran tocarme por los todos lados. Por varios minutos, estuve girando de frente y de espaldas con uno y con otro. Sentía la dureza del miembro de cada uno de ellos, se frotaban con mi trasero y con mis manos les acariciaba sus miembros por encima de los pantalones. Me sentí tan vulgar… No podía creer que en realidad estaba disfrutando el manoseo de dos hombres.

 

Repentinamente, Javier me llevó al sofá y sin saber cómo, en un instante estaba casi encima de mí. Había logrado recostarme y poner su pierna derecha entre las dos mías. Con su mano recorría mi pierna, aprovechando la abertura de mi vestido, acariciando mi muslo hasta alcanzar mis nalgas. Sus dedos los metía en la hendidura de mi trasero. A estas alturas, Yo rodeaba su cuerpo con mi pierna, él podía tocar mi trasero; metía su mano entre mi ropa interior frotando mi ano.

Increíblemente, nos estábamos besando. Hasta ahora, nuestros labios no se habían tocado, sin embargo ahora nuestras lenguas se enrollaban y sus caricias en mi cuerpo complementaban el momento. Nos queríamos comer el uno al otro. Apasionadamente nos revolcábamos.

 

De reojo puede ver que Jorge seguía de pie, pero tenía los pantalones abajo y se tocaba el miembro como iniciando a masturbarse.

 

Javier, seguía frenéticamente disfrutando de mi cuerpo. Saboreaba cada centímetro de mi piel, lamía mi cuello y metía su lengua en mi boca, cada rincón de mi cuerpo era tocado por sus dedos. Se deleitaba con una mujer ajena, que se entregaba a sus caricias obscenas. Javier hizo una pausa, se retiró un poco y dejó de acariciarme los muslos para ahora buscar mi entrepierna. Yo estaba loca, el ansia y morbo de sentirme manoseada y tocada hacía que mi sexo chorreara. Más aún, saber que Yo era la causa de que un hombre se masturbara a un par de metros de distancia me hacia separar las piernas para que Javier me tocara como a él le diera la gana. ¿Cómo permitía Yo que me tocara así? ¿Cómo es que encontraba gusto por eso que me estaba haciendo Javier?

 

Yo era como una perra en celo, no podía pensar en nada. No podía detenerme. Sentía remordimientos pero a la vez la sensación de peligro, de hacer lo prohibido y de disfrutar de las caricias de un hombre y de la  mirada de otro me hacían continuar.

 

Javier, llevó su dedo medio a mi propia boca para ensalivarlo, lo lamí, lo chupe con lentitud un par de veces para asegurar que estaba suficientemente lubricado y luego Javier bajo su dedo hasta mi entrepierna. Apartó hacia un lado mis pantis y comenzó a frotar mis labios vaginales. Poco a poco abrió camino y con lentitud su dedo comenzó a penetrar mi sexo. Nos miramos a los ojos, nos besamos en los labios mientras seguía con su dedo estimulando el interior de mi vulva. En unos instantes, tenía un par de sus dedos dentro de mí frotando apasionadamente mi clítoris. Yo gemía, con respiración entrecortada. Sudaba copiosamente. Jadeaba. Mi cuerpo reaccionaba a cada estímulo, respondía de manera natural. Tenía su lengua dentro mi boca, sus dedos en mi vagina y de manera inconsciente empecé a buscar su verga con mi mano.

 

Jorge, se sacudía su verga de manera acompasada. Estaba frente a nosotros mirándonos.

 

Javier hizo una pausa. Se desabotono el pantalón y se sacó la verga. Se puso de pie y me pidió que me arrodillara frente a él.

Acércate George. Deja que ella te ayude – fueron las instrucciones que le dio Javier a Jorge.

 

Estando de rodillas, tenía las dos vergas de frente. Sin que nadie me dijera nada, las agarré y empecé a masturbarlos a ambos. Un impulso inexplicable hizo que poco a poco las acercara mi boca. ¡Se las quería mamar! Jamás lo había hecho con mi marido, pero en ese momento algo me decía que era lo correcto, que era necesario.

 

Primero lamí la punta de Javier. No sabía si debía tomarla con la mano y seguir la estimulación. Nunca había mamado. Javier leyó mi pensamiento y me dijo:

Pon tus manos sobre mis muslos. Agarra mi verga solo con los labios. Lámela y métetela en la boca. Chúpala lentamente, succiona cuando la tengas dentro y así continúa.

Dócilmente, lo obedecí al pie de la letra. Mis manos se apoyaban en sus muslos y mi cabeza iba de atrás hacia adelante mamándole la verga. Mis movimientos eran rítmicos. Un instinto natural y desconocido me guiaba. Quité mi manos del frente de sus muslos, y ahora lo tenía agarrado de las nalgas y Yo sola empujaba su trasero para recibir su verga lo más profundo que fuera posible. Él tenía sus manos en su cintura y gozaba como un animal en brama. Él no tenía nada que hacer pues Yo era su esclava voluntariamente.

 

Me separé de Javier y empecé a lamer los huevos de Jorge. Lamí y chupé su tronco varios segundos, luego me metí su verga en la boca y se la mamé con toda la pasión que pude. Con Jorge, usé mis manos la para estimularlo. Acaricié sus huevos, lamía su verga desde abajo mientras lo masturbaba.

Nunca creí que llegaría este momento, - Me dijo Jorge-. Sigue, sigue y mírame a los ojos mientras lo haces.

COntinúa en "Aniveresario de graduación 03"


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