La feligresa y el confesor

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
14614 visitas

Marcar como relato favorito

 

 

-Ave María purísima.

Sin pecado concebida.

-Perdóneme padre porque he pecado.

No recuerdo haberte visto antes por aquí, pero cuéntame hija, que es lo que te aflige.

 

No estaba segura que fuera lo mejor, pero no se me había ocurrido nada más.

            -Hace once años que vinimos a esta ciudad, antes vivíamos en la capital pero decidimos trasladarnos aquí, mi esposo se encarga de la hacienda familiar y yo trabajo a distancia por internet. Un par de veces al mes, voy a la capital para concretar acuerdos y aprovecho para ir de compras, casi nunca lo hago todo en un solo día y paso las noches en el piso donde vivíamos antes y que aún conservamos.

 

            No calles, te escucho con atención, hasta ahora solo me has explicado como llegasteis aquí.

            -Mi esposo es un buen hombre, trata de que no me falte nada pero yo necesito un estilo de vida peculiar… Él hace como que no de da cuenta de mis escarceos, sabe que lo amo y que nunca lo dejaré por otro…

            ¿Hay muchos más? No temas no seré yo quien te juzgue, no es a mí a quien corresponde tal tarea.

            -Ahora, solo uno cuando voy a la capital, pero nunca el mismo.

-Antes de trasladarnos aquí mi vida era un carrusel, iba de cama en cama y nunca era suficiente. Ya entonces, mi marido miraba para otro lado mientras yo hacía de las mías, aunque nunca descuidé mis obligaciones laborales de pareja o esposa.

            -El asunto que me ha traído aquí sucedió hace dos semanas. Fui el martes y regresé el viernes, pero al llegar solucioné todo lo que necesitaba por la mañana, de hecho era una buena ocasión para regresar en el día, pero se me ocurrió acercarme al piso y en el camino vi una boutique recién inaugurada, aparqué el coche y entré después de ver en el escaparate un conjunto de lencería que me gustó mucho.

-Salí muy contenta pensando en darle una alegría a mi marido, pero me fijé en un hombre que cruzó la calle, en ese momento todo se desbarató y solo pensé en hacerlo mío. Entró en un bar que conocía de otras ocasiones, como siempre fui directamente a lo que me interesaba.

-No te había visto nunca ¿Es la primera vez que vienes por aquí?

Cof…  cof Cooooof…Coof… cof…

-¿Qué le sucede padre?

Cof… nada, un poco de cof… cof… tos, creo que me he enfriado un poco.

-En ese caso continuaré. Y su respuesta, como no podía ser de otra forma, sirvió para entablar conversación.

La verdad es que sí, hacía tiempo que me apetecía visitar esta parte de la ciudad, pero no había tenido la oportunidad hasta ahora.

-¿Ya tienes guía? No es lo mismo moverse sin rumbo, que contar con alguien que te muestre lo más pintoresco de la zona.

¿Quieres tomar algo antes de marchar? Tenemos tiempo para verlo todo.

Tomamos unas copas, que le sentaron muy bien a mi nuevo amigo, que acabó entendiendo cual era mi interés por él.

            -COOOOFF… cof… COffOfff…

No se atragante padre, que esto no es todo.

Si no iba con cuidado este hombre se me ahogaría, y no era lo que había venido a hacer a esa parte de la ciudad.

            -Fuimos a mi piso que no está lejos, y salimos a cenar a las nueve después de tener sexo desde antes del mediodía, nos llevamos del restaurante unos platos fríos y no salimos en todo el jueves, el viernes a media mañana nos despedimos y regresé a la normalidad de mi casa.

-Mi marido disfrutó mucho sacándome la lencería que había comprado para él, y que mi amigo de turno ni siquiera vio.

Dime a que has venido, por lo que has dicho al llegar, creo que tienes otra parroquia más cerca de tu casa.

-La verdad. ¿No se lo imagina?

COFFFFFFF… cof… cof… COOOFFF…

-El párroco con el que suelo confesarme, no sería capaz de entender la situación y que yo no puedo comprometerme a hacer un propósito de enmienda, soy como soy y nada me cambiará, nunca he estado con hombres casados, no quiero ser la responsable de romper una familia, solo, divorciados solteros o separados.

Comprenderás, que no pueda absolverte con todo lo que me has contado.

-¿Conoce usted la Ermita del pecador? Siguiendo el camino unos tres Km está la casa donde vivían mis suegros, supongo que esa preciosa moto en la que lo vi pasar el sábado pasado, y a la que le he seguido el rastro hasta aquí, será capaz de llevarlo, cuando quedemos para discutir con tranquilidad como nos seguiremos viendo en el futuro, así no será necesario ir a la capital con tanta frecuencia, ahora mi esposo, no tiene que preocuparse de que lo abandone, estoy segura que nunca me pediría fugarnos y en cambio estaremos juntos cuando queramos.

No puedes hacer eso…         bueno sí que puedes pero no está bien.

-No creo que sea tan malo, no quiero romper matrimonios ni apartarte de tu ministerio, de hecho recuerdo muy bien, que en las casi cuarenta horas que pasamos juntos, nombraste a dios en repetidas ocasiones y no estabas nada preocupado.

¿Tu esposo ha de saberlo?

-No te preocupes, hace tiempo que me pregunta con quien he estado y que hemos hecho, eso le pone cachondo y nos lo pasamos de muerte. Cuando le conté lo nuestro, pensando que serias uno más de los que encuentro en mis escapadas, me explayé un poco contándole tus habilidades y resistencia.

-Ese fin de semana, me lo pasé en la cama y él me hacía lo que le iba describiendo una y otra vez, hasta que me dejó rendida y es que mi marido es una fiera, el sábado pasado, estábamos juntos en el paseo de la dehesa cuando le vi pasar con la moto, lo seguimos hasta el mirador de la plaza y por culpa de un par de coches lo perdimos, pero desde ahí fue mi marido quien lo ha localizado.

-Esta fuera esperándome, él ya sabe quién eres y a que te dedicas, pero a él no le va nada de esto ¿Lo aviso y así os conocéis?

¡No! no es necesario, te creo, ya os podéis ir en paz, dime cuando quieres que nos encontremos en esa casa que me dices, no he pasado nunca de la ermita pero la encontraré.

-Después de comer iré para allá, entra al portalón y pasa a la parte trasera de la casa por la derecha, así la moto quedara fuera de miradas indiscretas igual que mi coche; lo mejor es ir hasta una fuente que hay un Km más allá y regresar, de ese modo estarás seguro que nadie te ve entrar…

©PobreCain

Agradecería todo tipo de comentarios tanto aquí como en mi correo pobrecain@gmail.com

 

 

 


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed