Una historia de amor XI

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Quedé de pié en la entrada, confundida... Lo observé mientras se alejaba por no sé cuantos segundos. ¿Será que había confundido sus intenciones? ¿O será que había matado el encanto en la cita de hoy? Una lágrima resbaló por mi mejilla y sentí rabia conmigo misma, ¿por qué lloraba? Subí a mi casa y arreglé algunas cosas en mi habitación, luego me puse a escuchar música.

Veía las estrellas a través de la ventana y sentí el aire frío en mis brazos destapados pero no hice nada; a lo lejos por una ventana vi a una pareja de ancianos bailar en medio de su sala, me conmovió tanto esa imagen que me quedé observándolos un largo rato, la belleza y la energía de la juventud los habían dejado ya, pero el amor estaba ahí, uniéndolos, bailando lo que tal vez era su primera canción de amor con una emoción que parecía la de la primera vez, el amor brillaba esa noche, en esa casa, en aquella pareja.

No se cuanto llevaba concentrada cuando sonó el comunicador de la casa y me pidieron que bajara urgentemente, que alguien me esperaba.

Bajé preocupada de prisa y lo vi ahí de pie en la entrada, había algo que me hacía estar enojada con el, no sé porque, pero decidí acercarme y preguntarle que pasaba. Parecía agitado e inquieto y me preocupé pensando que tal vez le había pasado algo. Bajé los escalones y me decidí a hablar, pero no pude, en cuanto estuve lo suficientemente cerca me abrazó fuertemente, por un segundo sus ojos me miraron... Y me besó. No recuerdo que pensé, no se si pensé en algo, solo recuerdo que en ese momento solo era consciente de lo que estaba pasando. Era como si me tratara de decir algo que no había podido expresar en palabras, y me dejé llevar.

Sentí que las estrellas alumbraban intensamente y que todo a nuestro alrededor había desaparecido, el viento se detuvo pero luego volvió a soplar... Y me miró. Parecía aliviado, sus ojos brillaban y no pude evitar sonreirle.

Inconscientemente susurré:

-Wow- pensando que lo había dicho para mí misma, y el dijo:

-Si... -Como en un suspiro.

Y me gustaron sus ojos, que nerviosos trataban de examinar mi reacción, me gustaron sus brazos, que me sostenían cerca tierna pero fuertemente... Y me gustó todo, absolutamente todo de el.

Pensé en todos los días que me había pasado sufriendo, en todas las noches que me dormía consolada por mis propias lágrimas y el abrazo tierno de mis almohadas. Pensé en esa vez que mi padre me dijo que cuando alguien vale la pena simplemente te das cuenta, si no que aveces nos hacemos los ciegos, sordos y estúpidos. Pensé en todas las veces que pensaba que el amor no era para mi y todas las veces que le pedía a Dios que iluminara mi corazón. Pensé en todas esas veces que había escuchado a alguien decir que cuando llega algo bueno simplemente te das cuenta desde un principio y debes actuar para no espantarlo, y todas las veces que internamente me reía porque pensaba que simplemente en el amor unos eran más afortunados que otros. Pensé en todas las cosas por la que había pasado y en que cada evento había sucedido perfectamente para traerme aquí y ahora, con él.

No sabía si eso era amor, era algo totalmente nuevo para mi, su misterio y su melancolía me atraían en niveles desconocidos. Y por primera vez el recuerdo de los ojos del chico que conocí frente al mar no me intimidó, el había pasado a ser un recuerdo que ya guardaba sin tristeza, sin rencor, un barco olvidado a la orilla de una playa desierta... Sonrió aliviado y suspiró.

Sus ojos todavía brillantes me sonreían también. No quería que se fuera pero tampoco quería que las cosas fueran muy de prisa por miedo a que terminaran no saliendo bien. Casi no sabía nada de él y, aunque ahora estaba segura de que le gustaba, su aire misterioso seguía intimidándome un poco. 

Me separé un poco de él y justo cuanto estaba a punto de despedirme dijo:

-Me gustó mucho esta noche, casi tanto como tú..

Mi corazón saltó de la emoción, el lograba ponerme nerviosa de nuevo.

-Debo irme- dijo, luego se acercó un poco y me dio un corto y tierno beso, se dió la vuelta y se marchó.

Subí atontada por la emoción del momento, no podía dejar de sonreír a pesar de que me sentía completamente vulnerable con él, su misterio actuaba como una barrera y no sabía que esperar. Encendí la tv buscando distraerme pero acabé quedándome dormida abrazada a mi almohada y soñando con sus ojos oscuros y su abrazo.


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